Capítulo 7.

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¡No puedo concentrarme! No entiendo el qué, cómo y por qué. Mi mente viaja hacia donde ella quiere e, incluso cuando intento concentrarme, esta consigue, de alguna manera, tomar el camino que ella desea.

Su rostro ocupa cada rincón de mis pensamientos y los recuerdos de esta mañana crean mil mariposas en mi mente. Ha sido tan diferente a lo que he vivido en el pasado que mi mente y corazón se sienten desconcertados, no saben cómo reaccionar y eso crea en mí sensaciones que jamás pensé poder sentir.

Soy cajera, mi vida laboral se basa en vender y, aun así, ahora mismo, lo único que deseo es comprar. Comprar uno de estos objetos que llaman móviles y que me mantendrían conectada a él durante todo el día. Pero entonces recuerdo a Declan. Ese chico que, sin saberlo, se vinculó a mí el día que yo nací y que ahora, aprovechando mi marcha, lo oficializó para saber que no podré huir nunca.

Sé que de Declan no quiero más que una amistad; de hecho, no me siento mal por lo que pasó anoche. Incluso habiendo mancillado una de las costumbres más antiguas del pueblo. En el pueblo no tiene por qué saberse y, de hecho, llegué a la capital con la idea de disfrutar como nunca de la vida y, si dentro de dos meses me toca acabar con mi libertad, quiero vivir lo que me queda de la mejor manera posible.

Sé que todos mis compañeros se han dado cuenta de que algo raro me pasa. Todos me han mirado de forma extraña y han hecho un par de insinuaciones pensando que yo no me daba cuenta. Y, aun así, mi felicidad hace que nada pueda importarme; les miro cotillear y solo amplío más mi sonrisa. ¿Qué coño me pasa?

Me paso la tarde haciendo tareas para no pensar

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Me paso la tarde haciendo tareas para no pensar. Siento que si simplemente me siento a ver la televisión, acabará dándome un ataque por la emoción. Menos mal que no tengo forma alguna de contactar con él, porque no sé si podría resistirme.

Cuando Maggie llega a casa, queda completamente sorprendida. Todo está patas arriba y yo no atiendo a razones, ni siquiera presto atención a lo que pasa a mi alrededor porque, por primera vez en todo el día, puedo concentrarme en algo que no sea Connor. 

Necesito que alguien me explique esto, por favor.

Me encuentro levantando el sofá como mejor puedo y limpiando los rincones más insospechados cuando mi compañera de piso, con los brazos cruzados, me mira seria, con una ceja alzada y una media sonrisa que intenta ocultarse.

-¿Qué coño estás haciendo?

-Limpiar, ¿a ti qué te parece? Hay rincones donde el polvo tenía un color negro intenso brutal.

-Neiva, deja eso, por favor. No tienes que hacerlo.

-De hecho, nadie me ha obligado. Es que estoy muy dispersa, necesitaba concentrarme en algo. 

No puedo parar de limpiar en ningún momento. No puedo mirarla, no puedo desconcentrarme.

-¿Es por Connor?

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