Despierto entre sus brazos. Una vez más y como ya es costumbre. Al sentir el menor movimiento, él me aprieta más fuerte. Él se siente reconfortado y yo, a su lado, no quiero más que huir.
Las palabras de Niall no dejan de repetirse en mi cabeza. Todo lo que me dijo era un reflejo de lo que, durante estos días, yo he ido sintiendo. Imposible, solo han sido 5 días. Y, por eso, todo lo que le dije yo es lo único en lo que se puede y debe pensar. No hay más explicación que la debilidad.
Las lágrimas vuelven a formarse, pero no puedo siquiera pensar en dejarlas salir. Cojo a Connor de las manos y me las acerco más al pecho, necesito sentir su calor en mi corazón. Me siento un fraude. Además, uno de los grandes; porque no solo estoy mintiéndole a los dos chicos con los que vivo, sino que también me miento a mí.
Miento a Connor al decirle que le quiero. Miento a Niall al decirle que todo lo que ocurra en su habitación ahí queda. Me miento a mí si pienso que, realmente, así estoy arreglando algo.
Lo único seguro en esta historia es que voy a irme. En una semana cogeré el coche y emprenderé un camino de dos horas y media hacia mi boda. Una boda que no deseo, pero de la que no puedo librarme; con un hombre que no sé si me ama o si desea mi cuerpo.
Tendría que irme. Ahora mismo. Esperar a que todos se vayan y, una vez sola, preparar las maletas y marcharme sin decir nada. ¿Qué más daría si ahora quedara mal con ellos? ¿A quién le importaría? No vamos a volver a vernos, poco importa nada más.
Mi corazón se rompe una vez he tomado la decisión y lo hace porque, en realidad, lo único que querría es quedar aquí y vivir todo lo que vive una persona de mi edad. Pero no así. No si hago daño a dos personas maravillosas que el único crimen que han cometido es el de enamorarse de una chica con destino prefijado y corazón fácil.
Me separo de él con brusquedad, no sé si le despierto, tampoco me importa. Me meto rápido en el baño y pongo en marcha el agua de la ducha para ocultar el llanto. Me desnudo, me miro en el espejo y no veo más que el engaño y el dolor que he infundido a través de mis actos, me doy asco; y ese asco es el que me impulsa a meterme en la ducha. El llanto no cesa, pero esta vez, las lágrimas no pueden verse, pues estas se han mezclado con ese agua que, hoy, pretende ser milagrosa. Solo quiero que borre el rastro, que no me deje ver más la suciedad que yo sola he implementado en mi cuerpo. Me meto los dedos, sí, y jamás voy a negarlo, lo hago, pero no por placer, sino porque necesito quitarme su marca del rincón más escondido de mi cuerpo. Necesito dejar de sentir su polla dentro de mí, de la misma manera que necesito borrar de mi mente todas las veces que sus manos, deseosas, han agarrado mis pechos.
Y lo peor de todo esto es que sé que él no tiene la culpa, sé que yo soy la única responsable. Porque la nuestra empezó como una historia maravillosa, Connor y yo éramos únicos juntos; pero cuando Niall llegó... ¡Joder! No sé cómo he podido fastidiarlo tanto. Cómo he llegado a sentir repulsión por algo que me dio placer días atrás. ¿Lo peor de todo? En unos días, o tal vez semanas o incluso meses, recordaré esto y me sentiré infinitamente culpable, porque el rastro que ahora borro no es el suyo, sino el de mis demonios.
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Convirtámonos en leyenda.
ФанфикDicen que las leyendas irlandesas guardan más secretos de los que parecen revelar. Hay magia, amor y esperanza en cada relato y una gran lección en cada palabra. Yo misma me críe escuchando cada historia y aprendiendo de cada punto que estas guardan...