23. Beggining with J.

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''Ella todavía tiene que pasar mi prueba, Bieber.''


Brooklyn Reed


Poco a poco me di la vuelta y vi que sus ojos se habían oscurecido y su mandíbula estaba apretada. Yo me quedé tranquila, pero la tensión que crecía espesa en el aire debido al gran silencio, era difícil de soportar.

—Lo siento, yo no quería...— Empecé para sólo cerrar de nuevo la boca cuando Justin habló.

—Está bien. Voy a tener que decirte, tarde o temprano.— Su voz era ronca como si estuviera tratando de recobrar la compostura.

Oh, Dios mío Brooklyn, ¿qué has dicho?

Justin suspiró y se dejó caer en la cama, apoyando la espalda contra la cabecera.

Me pasé la mano por el pelo, que estaba un poco anudado debido al viento. —Honestamente Justin, no es necesario que me digas ahora. Está bien.— Le di una sonrisa tranquilizadora y me senté en el borde de la cama a su lado. Hundió la cara entre las manos, dejando escapar otro suspiro. No voy a mentir, la curiosidad me estaba comiendo viva, pero, para que Justin actuara de esta manera, debe haber sido algo realmente serio/ triste/duro.

Mi mano tentativamente alcanzó a tocar la suya y él soltó la cara de sus manos debajo de mi tacto, relajándose un poco. Me acerqué más a él y mi pulgar acarició sus nudillos. Sus ojos se negaron a encontrarse con los míos y me mordí el labio con preocupación.

De repente, los dedos de Justin se movieron para entrelazarse con los míos y me dio una pequeña sonrisa, que yo devolví.

Después de otro largo suspiro, finalmente dijo algo. —Ese es mi padre.— Señaló con el mentón a la foto que había visto anteriormente. A pesar de que mantuvo el rostro impasible, su voz lo traicionó. Sus ojos no tenían lágrimas ni nada, sólo estaban fríos. Tenía miedo de oír lo que pasó con su papá. ¿Estaba muerto?¿Dejó a su familia? Todas las posibilidades corrieron por mi mente como un torbellino.

Asentí con la cabeza y le apreté la mano, haciéndole saber que podía seguir si quería.

—Él...— Se aclaró la garganta, para que su voz saliera menos sombría. Esperé a que siguiera, no queriendo que se sintiera presionado. —No lo he visto en casi un año.— Se volvió a mirarme mientras intentaba no jadear. Sus ojos se suavizaron y llegó a tomar mi otra mano también.

—¿Por qué?— Le pregunté en voz baja, rompiendo mi mirada de la suya.

Oí el sonido de su lengua chasqueando los labios. —Él... Él está en el ejército, en Palestina en este momento.

Y entonces, todo tenía sentido: Su padre no estaba en casa durante mucho tiempo, la cadena que Justin llevaba, él que se ponga triste al hablar de su padre...

—Oh.— Fue todo lo que pude murmurar. —Lo siento.— Añadí, sin saber qué más decir.

Para mi sorpresa, una pequeña risita escapó la boca de Justin. —¿Por qué lo sientes?

Me encogí de hombros torpemente, mirando hacia él. Su rostro se había suavizado en general y ya no parecía enfadado. —No sé, me siento mal por ti.

—No necesito la compasión de nadie.— Frunció el ceño y dejó caer las manos, cruzando los brazos sobre su pecho.

Mis cejas se elevaron, sorprendida por su repentina dureza, pero yo como que lo entendía. Supongo que me sentiría igual en su lugar, así que ignoré su arrebato y decidí preguntarle algo en vez de enojarme. —¿La placa de identificación que llevas, es la suya?

B.R.O.N.X «j.b» Terminada «corrigiendo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora