Capítulo 4

432 78 15
                                    



¿Cómo puede caber en tu cuerpo todo ese talento?
¿Cómo puede caber ahí dentro?
En ese amasijo de huesos

...

Gabriel bosteza y estira sus piernas mientras escucha adormilado cómo Agustín comienza a entonar "bye bye" con el micrófono en la mano en medio de aquella gran sala de ensayo que se ha convertido en su lugar de trabajo desde hace semanas. El uruguayo empieza su ensayo y prueba de sonido, asegurándose que la canción queda lo más perfecta posible para el inminente show en el Luna Park.

Stefi se acerca a él y le hace una caricia cariñosa en el hombro mientras se sienta a su lado, con el teléfono en la mano y su siempre enigmática sonrisa. Realmente se pregunta si su amigo Gastón es consciente de la mujer maravillosa que se despierta con él cada día.

Un ruido sordo interrumpe sus pensamientos y mira al fondo de la gran sala, por donde aparecen Renato y Fausto con unos bailarines empujando un tacho de basura grande. Y no puede evitar sonreír como un boludo al ver el pelo despeinado y los ojitos marrones y traviesos de Tato. Su Tatito. Sí, desde hace mucho tiempo es su Tatito y no cree que nunca cambie eso.

El pendejo hace el tonto, ríe y hace payasadas con Fausto entrando y saliendo del tacho que es parte del atrezzo para su coreografía. Y a lo lejos sus miradas se conectan y los dos ensanchan sus sonrisas, porque ambos son uno de los grandes motivos que tiene el otro para sonreir.

Puede ver cómo Renato se acerca hasta él con el paso ligero y despreocupado pero sin cortar sus miradas y siente la risita suave de Stefi a su lado, pero nadie dice nada. Tato llega hasta ellos y se agacha para abrir su mochila negra, de la que saca cuatro botes de aerosol de diferentes colores. Lo mira un segundo con esos ojitos chispeantes que pone cuando hace alguna travesura o algo que realmente ama hacer y le lanza un beso al aire. Rápido e imperceptible, pero Gabriel le guiña un ojo, haciéndole saber que le ha visto.

Y Renato se aleja de allí con sus aerosoles, sus hoyuelos marcados y contoneándose de un modo que Gabriel sabe perfectamente que es apropósito y sólo para él.

Stefi carraspea a su lado y finge estar sumamente distraída grabando una historia de los chicos, pero lo mira de reojo.

-¿Qué?

-Nada...

La voz de Stefi en suave pero delatadora. Y el zoom que hace su teléfono hacia Renato la delata todavía más. Pero no hace falta que diga nada para darle a entender a su amigo que sabe que está hasta las manos con el pendejo.

Gabriel rueda los ojos y se muerde el labio para no decir nada que lo exponga todavía más. Se limita a seguir mirando a lo lejos cómo Renato agita uno de los aerosoles y comienza a decorar y pintar el tacho con líneas y figuras desordenadas y dispersas.

Se muerde la lengua mientras delinea diferentes colorines y formas y Gabriel nota cómo sus ojos han cambiado a unos de total concentración. Pocos compañeros lo saben pero Renato ama grafitear. Para ellos sólo es una afición rebelde del pendejo que hace para provocar y divertirse cuando cree que nadie lo ve. Pero va mucho más allá de eso. El propio Renato se lo había explicado cuando entre grabación y grabación semanas atrás.

Simplemente era una de esas aficiones que le llenaban el alma.

Y Gabriel siente que a él se le llena un poquito el alma también al verlo así. Porque no es ninguna tontería como dicen los demás. Es Renato expresando su talento.

-Ve con él.- Dice Stefi a su lado.

-¿Mmmm?

-Que no sé qué hacés acá sentado cuando es evidente que querés estar ahí con él.

Gabriel frunce el ceño pero su amiga le lanza una mirada que dice claramente que no puede engañarla más. Y seguramente no sólo a ella. Seguramente a nadie puede engañar mucho más tiempo.

Se levanta despacio, dubitativo, pero acaba junto a los chicos y el tacho de basura. Renato sonríe al verlo. Está agachado de cuclillas pintando y sus dedos comienzan a estar manchados. Está precioso.

-Vení.

Renato le hace un gesto con las manos y se agacha a su lado. El pendejo le tiende uno de los aerosoles y Gabriel empieza a pintar torpemente. Puede escuchar la risa burlona de Renato y él mismo es consciente de lo penosa que es su forma de dibujar.

-Dejá que te ayude.

Renato rodea su mano encima del aerosol, acercándose todavía más a él, agachados uno al lado del otro. Y siente una electricidad extraña cuando este aprieta el spray con su dedo y mueve su brazo para dibujar con él.

Un corazón púrpura se forma en medio del tacho y Gabriel tiene que usar todas sus fuerzas para no ponerse colorado al verlo. Siente el calor de Renato y puede imaginase sus ojitos vivos e ilusionados mirando lo que acaba de dibujar.

Gabriel lo mira de reojo, preguntándose cómo puede caber tanto talento en ese amasijo de huesos que es Renato.

Y se pregunta cómo puede caber en su corazón tanto amor hacia el pendejo.

Amasijo de huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora