Un encuentro inesperado

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-Agh. Eres un idiota ¿Cómo es posible que aún no te des cuenta? -. Dijo a Jack tratando de hacer que entendiera las visiones que ha estado viendo.

- ¿De qué quieres que me dé cuenta? No entiendo nada de lo que me estás diciendo.

-No puedo creer que me haya metido dentro de alguien tan estúpido como tu-. Perdiendo la paciencia, decidió desvanecerse de los pensamientos de Jack.

-¿Amon? ¿sigues ahí?-. Trato de buscarlo en sus pensamientos-. ¡Oye! -. Grito en su cabeza esperando respuesta del demonio-. Que demonio más testarudo.

Jack seguía sentado en su cama analizando lo que había soñado, quería conseguir respuestas, pero lo único que consiguió fueron más dudas, se recostó en su almohada sin saber qué hacer.

- ¿y ahora qué? ¿solo me quedo aquí acostado sin hacer nada?-. En ese momento, Jack solo tenía ganas de entrenar, pero no podía, ya que sus poderes estaban sellados-. Me niego a quedarme acostado, iré a practicar batería.

Retiro las sabanas que lo cubrían y se levantó de la cama, se dirigió a su escritorio donde estaban guardadas sus baquetas (los palos que se usan para tocar batería) su escritorio estaba desordenado lo que provocó que le tomara un poco de tiempo encontrarlas.

- ¿Dónde están? Malditos palos-. Busco en la parte inferior del escritorio, retiro todo lo que estaba ahí y logro ver las dos baquetas que se encontraban al fondo-. Ven con papá-. Estiro su brazo para alcanzar sus palos perdidos.

-No sé quién le habrá dicho a mi padre que me gusta tocar batería, pero gracias a el tengo estas baquetas y puedo tocar libremente-. Dio un soplo sobre ellas quitándole el polvo que tenían, las tomo con fuerza y las guardo en su mochila.

Tomo su bicicleta y se fue pedaleando a la iglesia. Ya en la iglesia saco las llaves que su mentor Samuel le presto para que viniera a practicar cuando quisiera, recordó que la única regla que le pusieron fue que cerrara la puerta con candado, para que nadie que no sea de la iglesia entrara.

-Bien, tendré que orar antes de empezar a tocar-. Avanzo a la primera fila y se arrodillo, comenzó a orar tanto por sus manos como por sus baquetas, pidiendo que sea Dios quien dirija sus movimientos.

Se levanto del suelo y subió al altar, se adentró al lugar donde se encontraba la batería, ya sentado se colocó sus auriculares, escogió una canción de alabanza que se quería aprender.

Al tocar se encontraba tranquilo, no perdía el tempo de la alabanza, las percusiones eran iguales a la de la canción, el tiempo que llevaba el bombo era exactamente igual, todo estaba sonando bien. Pasaron unas cuantas horas desde que empezó a practicar, el joven agotado se retiró de la batería y cayó al suelo del cansancio que sentía.

-Estoy demasiado agotado-. La respiración del muchacho estaba acelerada, ya que se había esforzado más de lo debido para practicar-. Ya es tarde, si no llego a mi casa mi madre creerá que me paso algo-. Fue a buscar sus baquetas que se encontraban encima de la caja de la batería, bajo con un salto del altar, agarro su mochila, apago las luces y cerró la puerta de la iglesia.

-No tengo energía como para ir pedaleando a mi casa-. Tomo su bicicleta del manubrio y se fue caminando para su casa-. Que pereza-. A su alrededor lo único que el escuchaba era la música que escogió para no aburrirse en el camino.

-Oye, idiota, ten cuidado-. Advirtió Amon a su recipiente.

- ¿De qué hablas?-. Se detuvo y una presencia extraña lo incomodaba-. Esto es... la presencia de un demonio-. Miro alrededor tratando de localizar la posición del demonio.

EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora