Alfred estaba superado ante la situación, millones de pensamientos rondaban su mente. Su trabajo, Amaia y Aroa, que estaba a su lado, que había estado cuando más lo había necesitado. Pero por lo que verdaderamente se iba a guiar era de su instinto, aunque muchas veces le fallara, es algo por lo que nunca se arrepiente de haber confiado.
Levantó la cabeza y abrió los ojos que tenía empañados en lágrimas para visualizar una Aroa, enfrente, con la vista cansada, agotada de tanto llorar y con una mirada perdida pero con un poco de esperanza. Pensando que aún le quedaba una posibilidad de vida en medio de este naufragio donde el mar es Alfred.
- Vete, por favor - suplicó con un hilo de voz - Te quiero mucho, pero no puedo más, Aroa.
Y volvió a agachar la cabeza
- No puedes decirme que me quieres y pensar que marcharé así, sin más - dijo ella desconcertada.
- No pretendo que lo hagas por mí, quiero que lo hagas por ti. Márchate por tu bien. Ahora mismo no puedo darte lo que necesitas y no creo que merezcas a una persona que esta completamente enamorada de otra.
Si las hiperventilaciones de Aroa no hubiesen sonado más fuertes, casi, que las palabras de Alfred, juraría que hubiera retumbado por toda la habitación el sonido de su corazón mientras se rompía escuchando esas palabras.
Sin más insistencias, Aroa se levantó sabiendo que no tenía más que hacer ahí, ese ya no era su lugar. Decidió hacer lo que tocaba y marchó de esa casa con la expectativa de no volver más.
Y ahí quedó un Alfred totalmente descompuesto mientras suspiraba aliviado por la decisión que acababa de tomar, había dejado escapar a la persona que consiguió hacer su vida un poco más fácil mientras él no confiaba ni en sí mismo.
Mientras tanto, Amaia continuaba en Los Ángeles terminando de grabar su disco. Verdaderamente era lo que quería, estaba saliendo tal y como esperaba. Todo a pedir de boca, y cuando digo todo, es todo.
Al terminar el día de grabación cogió el teléfono y vio todos los mensajes que tenía. Su hermano diciéndole que pronto revisaría la nueva grabación, su madre preguntándole cuándo iría a verlos y Alfred diciéndole que, tras pocas horas separados, ya la echaba de menos.
Amaia suspiró, esto se le estaba haciendo más difícil de lo que pensaba y le respondió un "yo también te echo muchísimo de menos"
"Pues poco te queda para estar así " respondió el chico llenando de dudas a la pamplonica - estoy embarcando de nuevo rumbo a LA, no te querrás librar de mí tan fácilmente - una sonrisa de oreja a oreja se esbozó en la cara de la joven.
Alfred había decidido no perder la oportunidad y volver a ver a Amaia antes de continuar con los remates finales de su disco.
Durante el vuelo, Alfred estuvo alejado de todo el mundo puesto que solo durmió y escuchó música. Muchas horas de viaje en tan poco tiempo, estaba agotado, ni siquiera le había dado tiempo a tener "yet lag". Aunque, lo mejor vendría al aterrizar, y no por volver a ver a Amaia sino, por enterarse de todo lo que había ocurrido durante sus largas horas de vuelo.
Bajó del avión y fue a por algo de comer, mientras esperaba en la cola una niña se le acercó.
- ¿Alfred? - pronunció una niña pequeña.
Alfred se quitó las gafas, se puso en cuclillas para estar a su altura y esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
- El mismo, ¿tú eres? - respondió mientras le tendía la mano a la niña de cinco años mientras lo observaba detenidamente con sus ojos castaños.
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Trato hecho | ALMAIA
FanfictionAmaia y Alfred son dos jóvenes músicos que llevan cinco años sin verse. ¿Qué pasó para que todo se fuese al garete? Un contrato. Ahora, vuelven ambos con más caña que nunca, para dar guerra. Amaia está triunfando en Los Ángeles, bajo un pseudónimo...