El sol iluminó el rostro de un Alfred totalmente dormido, o casi. Se revolvió entre las sábanas protestando por despertarse. Sus fosas nasales inhalaron el olor de aquella habitación, la de Amaia.
Parecía curioso pero olía como siempre, como ella, como hace cinco años, como si nada hubiera pasado.
Giró su cuerpo y allí la contempló, también alcanzaba el sol su cara pero, Amaia no se despertaba así porque sí. Acarició su rostro como si de las hojas de una flor se tratase.
Poco a poco fue despertando, abrió primero un ojo y, al ver al joven, sonrió cual niña de cinco años.
Después de un despertar protagonizado por besos y caricias, los dos fueron a desayunar, unas tostadas y un buen café a las 12 de la mañana. Tras los terremotos que vivieron anoche, estaba más que merecido.
- Amaia - comenzó a decir Alfred llamando la atención de la chica - he estado pensando y, podríamos irnos unos días de viaje, así solos, sin nada de trabajo en lo que pensar ni horarios, ¿qué te parece? - preguntó el catalán.
Amaia bajó la taza de su boca y sonrió de manera tierna al joven.
- Me parece muy buena idea, Alfred pero, estamos ambos en la cumbre de lo que es nuestro trabajo, ¿no sería un poco precipitado? - cuestionó la chica volviendo a sorber de su café.
- Es genial mira, ahora es el momento, si sacamos nuestros respectivos trabajos estaremos de promo hasta las cejas y no podrá ser ni medio día. entonces, ¿lo apruebas? - sus ojos esperanzadores intentaron derretir el muro de miedo que tenía Amaia en su interior.
- Está bien, lo apruebo - confesó esta sonriente.
Alfred se alegró muchísimo, estaba claro que ambos necesitaban unos días para terminar de aclarar cosas y poder tener tiempo para ellos mismos, solos, sin agendas ni nada.
Al terminar de desayunar, el chico llamó a Tinet para avisarle de que haría un viaje y la chica hizo lo mismo con su respectivo jefe.
Se pusieron a mirar destinos, precios y días hasta llegar a la conclusión de que ambos querían Australia. Era el sueño de Alfred, viajar a Australia.
Cuando lo reservaron todo, estaban más que preparados, en menos de una semana estarían ambos en Australia, únicamente durante tres días allí ya que, perderían un total de cinco, casi. Cuando Alfred se fue a la ducha y Amaia terminaba de arreglar su habitación, su móvil sonó, le había llegado un Whatsapp.
"Así que un viaje de amor, ¿no?"
La joven quedó sin palabras, no sabía qué contestar, su cabeza quedó completamente en blanco.
"Sí, así es"
Respondió con total seguridad.
"Creo que se te está yendo de las manos, no era lo que habíamos hablado"
La chica exasperó con impotencia, no quería continuar. Silenció su móvil y terminó de arreglarse.
Cuando Alfred se vistió, con la ropa de la noche anterior, fueron a su hotel para que se pudiese cambiar y poner algo más informal para ir a comer ya que, pasarían toda la tarde separados.
La comida transcurrió con total normalidad, a pesar de haber tenido que estar en un reservado, por la prensa. Amaia tuvo todo el rato en su cabeza el mismo tema pero, actuaba tan bien que, no se le notó ni una pizca de preocupación. Al terminar de comer, Amaia tenía que ir corriendo al estudio para dar las últimas pinceladas a su trabajo y quedó con Alfred para cenar ese mismo día.
El trabajo se le hizo más duro de lo esperado, la cabeza no la tenía en el proyecto y las cosas no salían a la primera. Estaba claro que la chica necesitaba un descanso. Cuando llegó la noche encendió el móvil, había estado incomunicada durante toda la tarde pero, aún así, tenía tan solo cinco mensajes. De los cuales, tres no le preocupaban en absoluto ya que, era Alfred comentándole lo que habría de cenar y la hora exacta de su quedada. Los que sí que le inquietaban eran los otros dos que decían:
"Estoy yendo a Los Ángeles"
"Mañana hablamos"
Lo tendría que hacer, tendría que empezar a dar la cara a todo, ya era hora de dejar de esconderse, no podría continuar así para siempre.
Llegó a la habitación de Alfred y este la recibió guapísimo, iba con un polo blanco, pantalones negros y zapatillas blancas. Le había preparado una mini cena con un mantel encima de la cama, platos repletos de sushi y dos botellitas de agua. Esta entró a la habitación, cogió su botellita y rió. Miró al chico que tenía cara de no haber roto un plato en su vida y suspiró acercándose a él para depositar un suave beso en sus labios que no fue a más. Se sentaron en su sitio y comenzaron a cenar. Amaia apenas habló, solo se limitó a escuchar las ganas que tenía Alfred de su viaje y, sobre todo, de las mil cosas que harían. A ella se le notaba fuera de la conversación totalmente, de hecho, su cabeza en esos momentos no estaba allí.
Durmieron por separado, Alfred en el hotel y Amaia en su casa. Este se extrañó pero ella no aparentaba buena cara y alegó diciendo que no se encontraba nada bien.
Al día siguiente la chica despertó sobresaltada por la alarma. "Es hora de enfrentarte a los problemas, Amaia" pensó. Desayunó, se vistió y fue al edificio adonde le esperaba el mayor de sus problemas.
Bajó del autobús, las puertas se abrieron y subió al ascensor, caminó pocos pasos y llamó a la puerta. Un "adelante" proveniente del interior le indicaba que pasase. Abrió la puerta, se adentró en el despacho, la cerró y le vio a los ojos. Nunca había tenido tanto miedo y, a la vez, nunca había estado tan segura de la decisión que había tomado. Ya era hora de tirar de la manta. Ya era hora de ser Amaia.
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Hola, siento mucho lo corto que es el capítulo, no lo merecéis.
Pero necesito mantener la incógnita un poco más jajajaj
Tranquilxs, dentro de poco vuelvo a actualizar.
Por dios, ¿qué pensáis de todo esto? El viaje, los mensajes, la quedada, es todo demasiado extraño para Amaix.
Decidme en comentarios TODAS vuestras teorías, volveré más pronto de lo que pensáis jejeje
¡Un beso!
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Trato hecho | ALMAIA
FanfictionAmaia y Alfred son dos jóvenes músicos que llevan cinco años sin verse. ¿Qué pasó para que todo se fuese al garete? Un contrato. Ahora, vuelven ambos con más caña que nunca, para dar guerra. Amaia está triunfando en Los Ángeles, bajo un pseudónimo...