Capítulo 19

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Amaia despertó agotada como si veinte trailers hubiesen pasado por encima suya. Intentó levantarse pero, fue intento fallido, volvió a dormirse. Así dos veces más. Finalmente, se despejó cogiendo el móvil. Alucinó al ver la hora que era y le envió un mensaje a Alfred.

Tras medio minuto de silencio completo se escucharon unos pasos aproximándose a la puerta de su habitación. Abrió un Alfred sonriente con distinta ropa a la que vestía ayer y con su olor característico que impregnó las fosas nasales de la joven.

Este se acercó a la cama mientras esta se incorporaba y le preguntó si todo iba bien a lo que, la chica sonrió dando la aprobación.

Amaia palmeó a su lado indicándole que se acomodase ahí. El chico lo hizo, se recostó a su lado y esta aprovechó para tumbarse en su pecho.

'Ahora o nunca' pensó la joven mientras acompasaba su respiración con la del chico. Debía contarle toda la verdad, él lo entendería y ella hubiese preferido, en su momento, haberse enterado por él mismo y no fortuitamente por una conversación escuchada.

- Alfred - pronunció mientras dirigía su mirada hacia la del chico - tú sabes que me ha costado muchísimo volver a abrirme - comenzó a explicar mientras combatía contra su garganta, apenas le salía la voz - y que, en mi vida hubiese pensado que volvería a confiar en alguien, y menos confiar contigo - dijo mientras el dolor se reflejaba en los ojos del chico.

- Lo sé perfectamente, Amaia - admitió este - y, por eso, te lo agradezco tanto - confesó.

Esta respiró profundamente, era mucho más difícil de lo que previamente se imaginaba.

- Y también sabes que yo ahora me iría al fin del mundo contigo - intentó esbozar una sonrisa.

- Titi - la interrumpió - no te calientes la cabeza, ahora tienes que pensar en otras cosas. Vamos a desayunar que estarás muerta de hambre, anda - espetó mientras se levantaba, depositaba un suave beso en sus labios y le acercaba sus zapatillas de andar por casa.

Amaia se sentía con la palabra en la boca pero, aún así, no replicó ni intentó terminar de decir lo que había pensado. El miedo se apoderó de ella. Por una parte, se enfadó consigo misma, eso le estaba matando por dentro y debía decirlo. Por otra parte, estaba profundamente agradecida a la actitud de Alfred y que cambiase de tema.

Intentó, durante el desayuno-merienda, ya que, eran las 17 de la tarde, estar lo más normal posible y que el joven no notase que le pasaba algo. Aunque, este se supondría que no estaba normal porque hacía menos de 24 horas que había sufrido una hipotermia.

- Ya he cambiado los billetes y el hotel para Australia - comentó alegre el muchacho - nos vamos de aquí una semana. Así tienes tiempo de recuperarte al completo y lo podemos disfrutar bien.

- Alfred, estaba pensando que - dijo esta cambiando de tema - es una tontería que estés pagando un hotel pudiendo quedarte en mi casa.

Algo sonó raro para el joven, no encontraba lógico que Amaia no quisiese hablar sobre el tema del viaje cuando era ella la que estaba más ilusionada y era el sitio de sus sueños pero, por otro lado no se extrañó mucho ya que, el tema del que le había hablado era un paso adelante en su relación.

- Si te parece bien, entonces está bien, vendré aquí - dijo este con una sonrisa de oreja a oreja - pero, me sabe mal que no puedas utilizar tu sofá por la noche - insinuó en tono serio, como si fuese un tema preocupante.

- A ver - continuó la chica imitando su tono - me molestará pero vaya, me tocará aguantarme - inhaló aire - aunque, si prefieres no reventarte la espalda creo que, detrás de esa puerta - indicó señalando su dormitorio - hay una cama muy cómoda y, puede ser que la dueña te deje compartirla con ella - dijo mientras levantaba los hombres.

Trato hecho | ALMAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora