La cabeza de Amaia sobre el pecho de Alfred y la mano de este en el cabello de la chica. Ambos, cubiertos por una fina colcha de la cama del jefe de Amaia, respiraban a la vez mientras sincronizaban el compás de sus corazones.
No querían que terminase el momento, no podrían aguantar volver a la realidad. Y menos Amaia, que no sabía qué hacer en esos momentos si, continuar con todo esto o, parar las cosas a tiempo.
Aún que, a tiempo de volver atrás no estaba, y de eso era muy consciente. Solo quedaba esperar a que el momento decidiese y eso, lo sabía perfectamente.
- Deberíamos volver a la fiesta, nos estarán hechando de menos, ¿no crees? - pronunció con un susurro la pamplonica mientras miraba al joven apoyando su mano en su pecho.
El chico, sin dejar de acariciarle el pelo conectó inmediatamente con sus ojos
- Ojalá parar el tiempo de verdad, no quiero irme de aquí - dijo con la voz totalmente ronca mientras cogía a Amaia y la tumbaba para quedar encima de ella.
Apoyó todo su peso en los codos para no depositarlo sobre ella. Mientras su mano continuaba acariciando su pelo fue depositando suaves besos por toda la cara de la joven.
Haciendo que el ambiente volviera a caldearse.
- Alfred - dijo en un tono de advertir la chica.
El catalán solo gruño en señal de desacuerdo, sabía por dónde iba a ir esa advertencia y no quería parar. Pero la chica, sabiendo sus intenciones, cogió su rostro parándolo y acercó la oreja a su boca.
- ¿Y si vamos a mi casa? - dijo para después soltar un gemido. Alfred ya había atacado con sus dedos su centro y la pilló desprevenida.
Volvieron a conectar miradas mientras el joven empezaba con los vaivenes manuales dentro de Amaia. Una sonrisa triunfadora apareció en su rostro al ver la cara de placer que reflejaba la chica.
Ya habían empezado el paseo interestelar pero, algo le decía a Amaia que debían parar y marcharse a su casa.
Con un tercer dedo dentro de la joven y mil sensaciones recorriendo su cuerpo, el teléfono de Alfred comenzó a sonar.
- ¡joder! - exclamó el chico mientras interrumpían su trabajo y, tras dar un dulce beso en la boca de la chica, que había quedado insatisfecha, agarró la llamada.
- Se puede saber ¡¿dónde estáis?! - dijo Tinet con un tono enfadado - la prensa se ha colado, no sabemos quién, pero hay mil fotos en Twitter del baile y otros mil comentarios sobre vuestra desaparición.
Ambos se miraron atemorizados, o actuaban rápido o tendrían consecuencias mediáticas.
Se vistieron como pudieron pero, claro estaba que no iban a volver a la vez y menos a la fiesta.
Así que, Amaia decidió que era hora de volverse a casa y Alfred, para disimular, se quedó en la fiesta.
Tras un fogoso beso, no el último, se separaron y cada uno volvió a su camino. Amaia se fue con un taxi al piso. En el trayecto se quitó los zapatos, la estaban matando y eso que no había pasado toda la noche con ellos. También se quitó la bufanda, el abrigo y no el vestido por respeto al conductor. Tenía calor, mucho calor. Más bien estaba muy caliente así que decidió intentar terminar con el trabajo a medio hacer que había dejado Alfred.
'Si supieses cómo estoy ahora mismo, no estarías aguantando el tipo en la fiesta, te lo aseguro'
Dijo la chica mediante un mensaje.
'Joder Amaia, no empieces que yo también tengo un serio problema. Y notable, ahora mismo'
Intentó especificar el joven.
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Trato hecho | ALMAIA
FanfictionAmaia y Alfred son dos jóvenes músicos que llevan cinco años sin verse. ¿Qué pasó para que todo se fuese al garete? Un contrato. Ahora, vuelven ambos con más caña que nunca, para dar guerra. Amaia está triunfando en Los Ángeles, bajo un pseudónimo...