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«tal vez alguien abrace mi cuerpo cansado»

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tal vez quiera que abracen mi cuerpo cansado






— ¡Namjoon! — la voz de Jungkook me había sacado de mis pensamientos abruptamente.

Mis pensamientos pesimistas y ansiosos fueron interrumpidos por la voz del menor de todos de una manera repentina. Lo miré entrar por la puerta, con su típica cara de pánico y los labios apretados ligeramente. Denotando su característica facción de preocupación. Levanté mi mirada del cojín que presionaba mi cara levemente, dándole luz verde a lo que sea que quiera decirme.

— ¡Hyung, te he buscado por todas partes! — exhaló con exageración. A este punto, su obvia exigencia me tomó por sorpresa, esperando quizás lo peor, o algo parecido

— Jungkook-, ¿que sucede? ¿todo bien? — fruncí mi ceño

— No, hyung, Jimin ha estado practicando por más de dos horas y se ha caído — me informó suspirando. Ya Sabía que había pasado, conocía a estos chicos como mi familia, y algo me decía que el pequeño Jimin no pretendía detenerse por una lesión.

Me levanté del sofá de mi estudio y le hice una seña a Jungkook para que me siguiera. Era tan obvio la situación. Jimin era una persona hiperactiva y a su vez dedicado al cien por ciento a lo que hace, por lo que, practicaba y practicaba hasta quedar cansado hasta la mierda. No había una manera exacta de hacerlo detener, tampoco había un modo de hacerle entender que cuando de esforzaba demás, se autolesionaba instantáneamente. Y yo, como líder, tenía que tragarme cada uno de mis problemas y ayudar a mis compañeros de banda, a mis amigos.

Al entrar al salón de práctica, ahí estaba Jimin acariciando su hombro con una mueca de dolor. Había tratado de hacer ese blackflip perfecto que enloquecía a los coreógrafos. Sin embargo, era más que obvio que había fallado.

— Pensé que mentias cuando dijiste que me acusarias — Jimin dijo al verme entrar con una mirada dolida. Jungkook bufó y se cruzó de hombros

— Lo siento, Chim, agradece que no le dije a Yoongi — espetó el muchacho a mi lado y él bufó con sarna.

Yoongi hubiese sido mucho peor que yo, eso estaba seguro. Quizás le hubiese dado una charla magistral para terminar con un «haz lo que te digo, pendejo» y un ligero golpe detrás de la nuca.

O quizás lo insultaría magistralmente.

— Jimin, ¿esta todo bien? — me acerqué a mi amigo y lo ayudé a levantarse, junto con Jungkook.

El gruñó y lo sentamos en uno de los sofás que estaba ahí. Ya me era costumbre darle palabras de aliento cuando Yoongi no estaba para contar sus anécdotas. O cuando Jin no estaba para darles sus consejos de vida.

— Ya hemos hablado de esto, Jimin —lo miré con comprensión, sabía cómo tratar con él, podría ser el chico más sensible de nosotros y trataría de ser el más fuerte por nuestro bien, animando y brindando sonrisas y abrazos.

Pero cuando era él el que se encerraba en su mundo, no podías tratar con el suavemente o como si estuvieses hablando con un niño, porque así funcionaba Jimin. Un chico maduro.

forever rain | bts; rmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora