forever rain | bts; rm

extra

hay personas que se pierden en la oscuridad

·

hay otras que se cegan en la luz

🌙☀

Hang Moon Sun

— ¿Qué haces ahí parada como pendeja? — la voz de Mina taladro mi mirada incesante en esa ventana.

Siempre pasaba las tardes y la mayoría del día, con mi hermana haciéndole compañía en su habitación en el hospital psiquiátrico, mis padres no podían estar todo el tiempo con nosotras, principalmente porque trabajaban muy duro para comprar y respaldar los medicamentos de Mina. No podía dejarla sola sabiendo que su estado de ánimo podía cambiar cada tanto, y la podía afectar de una manera horrible.

— Me gusta la vista de la ciudad — me encogí de hombros. Mis palabras salieron un poco arrastradas haciendo denotar mi mentira.

— ¿En qué parte de la relación de hermanas entiendes que aparte de que está bien que compartamos ropa interior, te leo la mente? — me volteé a verla y tenía una ceja alzada.

Estaba acostada en la cama jugando con un cubo de Rubik, con vendas en sus muñecas y brazo a causa de un actual intento de suicidio, verla así me partía el corazón. Sus ojos estaban hundidos e inclusive sus mejillas, las que tanto de pequeña yo comparaba con una ardilla, ahora eran prácticamente inexistentes. Mina era hermosa aún con su color enfermizo, ella me parecía solamente una chica hermosa pasando por un mal momento.

— Tienes razón, estoy pensando en tirarme de esta ventana — resolple con gracia y me tiré en el sofá más cercano

— Ajá, si. Déjame las cosas suicidas, no me quites el trono, attention whore— me tiró un cojín y yo reí.

A pesar de que estábamos tratando con un tema delicado en nuestras vidas, nuestro día a día se basaba en burlarnos sin pudor alguno de ello, jugándose una pasada cómica y así, le restamos impacto al tema. Quizás era nuestra mejor manera de enfrentarlo.

Suspiré con desdén y me fui de aquella ventana para sentarme en el borde de la cama, junto a mi hermana. Ella fijó su mirada en mí como si de un libro se tratara, indagando entre mis pensamientos y mis facciones.

— Mamá... Ella dijo que encontró–, ya sabes, un tratamiento en un hospital más económico — colocó un mechón de cabello atrás de mi oreja y sonrió con nostalgia.

Mis ojos la buscaron y fruncí los labios.

— No me hagas empezar otra vez

— Solo, piénsalo más, por favor — suplicó y negué.

Mi decisión estaba tomada, todo estaba hecho y dicho. Inclusive ha había firmado en mi seguro que no quería nada de ayuda si llegaba a recaer. Sabía que mis padres estaban dolidos y Mina también. Pero de  verdad era lo que tenía que hacer.

Sufrir de leucemia desde pequeña me ha abierto los  ojos a la realidad, mi primera recaída, mi segunda recaída  y hasta mi tercera recaída  me habían gritado a la cara que mi cuerpo no era  lo suficientemente fuerte para liderar con la enfermedad.  Vivía de medicamentos en medicamentos, tan fuertes que tenían  horribles efectos secundarios y me hacían sentir dependiente de un algo. Cosa que era cierta.