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«ahora todo vuelve a si lugar, mi sombra reflejada en el cielo, parado en la oscuridad»

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porque ahí es donde merezco estar, solo, patético y miserable






— Qué sorpresa encontrarte de nuevo — la voz un tanto apagada, pero chillona de la chica me saco de mis pensamientos denotando su sarcasmo a kilómetros.

Estaba matándome por dentro el hecho de que no había llovido en siete días, ¡y tenía tanto qué drenar, Dios! Mis emociones se habían acumulado como una nube, y ahora era el momento de llorar todo. Quizás estaba siendo muy exagerado, pero a este punto no me importaba, quería que mi dolor fuese sentido. Que fuese reclamado, que mis lágrimas pesadas y calientes que bajaban por mis mejillas valieran totalmente la pena.

Sin embargo sabía que no podía hacerlo frente a esta extraña, que apenas y había recordado su existencia, por muy ególatra y mal educado suene. La chica apareció de la nada, justo cuando mis lágrimas merecían ser sentidas. Apenas su presencia se posó a un lado de mi -con respectiva distancia- fue mi señal para parar mis lloriqueos, inclusive cuando Ra bastante obvio que era lo que hacía.


Quizás esta chica simplemente se hace la vista gorda e ignora mi realidad. Pero no me podría arriesgar a soltar información vital, que podría ser de un interés para ella en un mal sentido. Hasta ahora no había visto lo riesgoso que era la situación en que ella estaba. Por lo que lo más sensato para mí era alejarme, sin embargo, mis fuerzas de voluntad eran nulas en ese aspecto. Porque estaba cansado de todo, ya no me importaban muchas cosas, simplemente estaba cansado.


— Oye, te ves bien —su voz volvió a relucir con sarcasmo, creyendo yo, para sacar alguna buena conversación de esto.

Mi mirada seguía divagando en el río, en el daño colateral que ahora era muy intenso. Como lo dije antes, las lluvia habían parado por al menos una semana, por lo que las nubes estaban muy cargadas de sus propios problemas. Su presencia a mi lado era incomoda, lo sabía porque suspiró profundamente, quizás rendida de que al parecer no iba a contestarle o escucharla como ella quería. Ella rebuscó en sus bolsillos algo, quizás un álbum para que lo firme. O quién sabe, un teléfono para tomarme una foto, lo cual me asusto.


Pero lo repito, estaba muy cansado como para preocuparme tan siquiera de mí mismo. De su mano saco un pañuelo de seda, justo como el que me regaló ese día. Y al igual que ese día ondeo el trozo de tela para que lo tomara. Mi vista reposó en este y suspiré, sabía que no me dejaría tranquilo hasta que lo tomara. El pañuelo se empezaba a llenar de gotas de la lluvia, mojandolo levemente.

— Se que es algo tonto secarse cuando volverás a mojarte, teniendo en cuenta que nunca traes paraguas — la chica se mofo por lo bajo, para luego tomar una bocanada y suspirar: —, pero el peso de las gotas de lluvia es más ligero que esas lágrimas cargadas de sentimientos - ondeo por última vez el paño

Más que tomar esa tela para secarme, era para que aquella chica no insistiera más. Sin embargo, decir que su gesto no me pareció amable, sería una mentira.

forever rain | bts; rmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora