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– ¡Papi, papi! –llamaba Alena a Axl mientras se probaba uno de los lentes de sol que tenía– ¿Cómo me quedan? –preguntó la inocente niña. Él sonrió.

– Hermosa –respondió. La niña sonrió abiertamente y se tiró a los brazos de su padre.

– Te amo –pronunció escondiendo su pequeño rostro en el pecho de su padre.

– Yo más, Al. Muchísimo más –la estrechó más contra su pecho.

En ese momento se escuchó la puerta de la casa abrirse, Alena, salió disparada hacia la puerta. Willow sonrió ampliamente al ver a su pequeña correr feliz a sus brazos.

– Hola, linda –la saludó mientras la alzaba en brazos–. ¿Cómo estás?

–Bien –respondió riendo–, ¿cómo está Marcus? –preguntó con preocupación. Su madre suspiró.

– Mejor –respondió sonriendo–. ¿Y Axl?

–En la sala –informo mientras bajaba de los brazos de su madre y la tomaba de la mano para llevarla donde se encontraba su padre–. Jugábamos a ser estrellas de rock –le explicó. Willow rió. Axl no solía jugar a eso, ya de por sí lo era.

– Hola, Rose –saludó sentándose a su lado. Alena los había sentado bien juntos.

– Hola...–respondió él mientras sonreía – ¿Cómo se encuentra Marcus? –miró a la niña quien estaba agarrando varios anteojos de sol y se los probaba.

– Mejor –susurró–. En un par de semanas, si sigue mejorando, estará de vuelta en casa –le informó. Él asintió.

– ¿Te quedas a cenar, papi? –cuestionó la niña al ver que su padre se levantaba seguida de su madre.

– No creo que...–comenzó Axl, pero Willow lo interrumpió.

– Anda, quédate –le pidió– No estaría nada mal un poco de compañía masculina– se excusó.

–Está bien –aceptó Axl con una sonrisa–, pero me quedaré hasta que te duermas –le explicó a Alena, mientras se agachaba y besaba la mejilla de su hija.

Willow nunca se había fijado en lo tierno que podía llegar a ser Axl cuando se trataba de niños. Se quedo observándolo con ternura pero corrió la vista y camino a la cocina a preparar la cena.

Mientras veía que había en las alacenas escuchaba las risas puras de su hija y de Axl. Sonrió. Hace mucho que no reía tanto Alena.

–Linda sonrisa, Willow –la sobresalto Axl, se giró y lo vio apoyado en el marco de la puerta, se veía tan...apetecible.

– Gracias –agradeció ella mientras se alejaba de la cercanía de Axl.

– ¿Por qué? –cuestionó él sin entender.

– Por hacer feliz a Alena –confesó. Axl sonrió.

–Debería agradecerte yo a ti, por darme una hija tan hermosa –tomó el rostro de Willow entre sus manos y la acerco, pero ella se alejó antes de que rozaran labios.

– Esto está mal, Axl –susurró con las lágrimas a punto de salir de sus ojos.

– ¿Está mal? –preguntó él como si no le entendiera.

– Si, mal –repitió–. Estoy cansada, tenemos una maravillosa hija, tú tienes a los chicos...yo...no puedo –finalizó, mientras se daba vuelta.

– ¿Te ayudo en algo? –su voz sonaba apagaba.

– No, gracias.

– Ok –respondió, para salir de la cocina.

Willow volvió a suspirar. Se alejó de la alacena y se sentó en la silla, observó al frente y vio un cuadro de ella con Alena y Marcus. Las lágrimas caían sin permiso de sus ojos.

¿Por qué todo era tan difícil? ¿Por qué tenía que sufrir? ¡Basta! Willow concéntrate pensó, mientras se secaba las lágrimas y buscó algo para preparar.

Luego de un rato todo estaba listo. Llamó a Axl y a Alena a cenar. La niña llegó a sentarse corriendo, mientras Axl caminaba a la silla donde solía sentarse Marcus.

Cenaron riendo de las pequeñas anécdotas que Alena le pedía que le contara su padre.

– ¿Cómo conociste a mamá, papi? –preguntó la niña con una sonrisa enorme en su rostro. Axl observo a la niña, y luego a Willow. Ésta última se paró de la mesa y comenzó a recoger los patos. Axl suspiró y miró a su hija, quien esperaba respuesta a su pregunta.

– Hora de que vayas a dormir, Al. –le informó Axl, mientras la tomaba en brazos.

– Pero...–Axl la frenó con la mirada– Esta bien –aceptó Alena. Willow se acercó y beso la cabeza de la niña.

– Buenas noches, cariño –la niña bostezo y sonrió.

–Buenas noches, mami –respondió apoyándose en el pecho de Axl.

Unos minutos más tarde, Axl baja por las escaleras, buscando a la madre de sus hijos. Sonrió ante el pensamiento.

La encontró recostada en el sillón del living, con los ojos cerrados.

–Willow –la llamó. Ella abrió los ojos y lo observó – Me voy –le avisó, Willow se paró para dirigirse a la puerta.

– Gracias por todo, Rose –dijo mientras paraba en la puerta. Axl simplemente la observó.

Vio el amor escondido en los ojos color miel de la mujer que amo, ama y amaría por el resto de su vida. No lo soportó más y se abalanzó a ella, acorralándola contra la puerta, besándola ferozmente. Ella no parecía ceder, pero luego sus labios se movieron ante la sorpresa de Axl.

It's So Easy | Axl Rose. #1 | CORREGIDA ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora