Catching Feelings [Jeon JungKook][+18]

Capítulo 17

Jungkook:

Acababa de ponerme la chaqueta por encima de la camisa para completar mi vestuario. Los chicos me dirigían la palabra casi por obligación, y creo que si soy sincero me lo merecía. Ni siquiera tenía la menor idea de por qué todo de repente se había puesto de cabeza, pero bueno no hay nada que pudiese hacer, por lo menos no a estas alturas.

Decidí salir de la habitación para encontrarme con Jenna como antes  habíamos planificado, y de camino a su dormitorio pude escuchar una voz muy conocida. Me detuve en seco al ver que se trataba de Melody, quien hablaba sonriente con alguien por su teléfono. Después me pude percatar de que se trataba de su madre.

Cuando finalmente la plática culminó salí de mi escondite, y ella iba tan distraída sumergida en su móvil que ni siquiera se percató que era yo quien se aproximaba, y como  si se tratase de una novela mi hombro y el suyo chocaron.

No sé por qué de repente quería que notase mi presencia.

Supongo que ser egocéntrico como mi padre ya era algo hereditario.

La sonrisa y todo rastro de timidez se eliminaron de su rostro al levantar su mirada y percatarse de mi presencia. Su expresión se transformó en una seria y tajante, que incluso pude ver lo fastidiada que estaba y el poco agrado que le causaba verme.

Realmente no sé qué es lo que esperaba yo después de todo lo que me atreví a decirle. Nadie es tan masoquista o tan valiente como para lanzarse a un desastroso incendio sin ninguna protección, y obviamente ella no iba a ser la excepción.
Hace tiempo que no me detenía a observarla, y debo admitir que esa noche se veía bastante diferente. El vestuario oscuro le sentaba súper bien, y lucía esbelta en aquellos zapatos de tacones. Pero había algo en ella, ese brillo peculiar que siempre existía en sus orbes ahora se había esfumado siendo reemplazado por una sombra que le daba un nuevo aspecto a la proyección de su mirada.

Desconocía la razón por la cual yo me estaba deteniendo a estudiar cada parte, cada expresión o su forma de proyectarse. Pero incluso siendo de esa forma severa me atrevería a decir que lucía hermosa.

De repente no sé ni qué me sucedió, creo que actué por impulso, por instinto. Ni yo mismo tenía una explicación clara que pudiese justificar el hecho de que me haya lanzado a besar sus labios. Ni siquiera medí lo descabellado de mis actos, hasta que vi como bruscamente me apartaba de ella, como si tuviese alguna enfermedad de la cual la podía contagiar, y entonces, no vi venir aquel doloroso golpe que plantó en mi mejilla. Me quedé un poco impactado, pero me lo merecía, merecía cada uno de los golpes que ella me daría. Incluso sus amenazas y su forma cruda de mirarme escrutándome con sus ojos oscuros.

Con un enorme estado de confusión  caminé hacia el dormitorio de Jenna, quien todavía se estaba arreglando por  lo que me quedé esperando a que terminara de hacerlo sentado encima de su cama.  Muchos pensamientos comenzaron a nublar mi mente, convirtiéndola en una capa blanquecina como si se tratase de una neblina en el medio de un solitario bosque en el horario de la noche. Solamente pensé en ella sin entender por qué.

La hermosa y melódica voz de Jenna me extrajo de golpe de mis pensamientos, posicionándose delante de mí con una amplia sonrisa adornando su hermoso rostro. mientras, mis ojos se encargaban de recorrer su cuerpo cubierto por un hermoso vestido de color blanco con algunos brillantes adornándolo. Se veía tan linda, tan pura que me limité a sonreír atontado con mis ojos posados en la suya. Ahora la diferencia de estatura entre nosotros ya no era tanta debido a los zapatos de tacones altos que ella estaba usando.

—¿Qué pasa?, ¿me veo linda verdad?—preguntó al ver como mis ojos la exploraban como si se tratase de un excursionista visitando por primera vez un enorme bosque. No quería perderme ningún detalle de ella, salvo por un problema y es que la imagen de Melody de repente vino a mi mente confundiéndome grandemente. Mi ceño se frunció a un punto en el que a ella le preocupó porque no tardó nada en llamar mi atención—¿Estás bien mi vida?—preguntó ella tomando mi pálido rostro entre sus pequeñas y delicadas manos. Las besé  tras salir de ese estado de confusión, y entonces mirándola directamente a sus ojos color miel  decidí hablar: