Un Dia con Max Ryan

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Era sábado en la noche. Un día antes, Reid había tenido su segunda radioterapia. La misma herida de quince días antes se había vuelto a poner roja, a pesar de ello, esta vez no había tenía fiebre y no había tenido muchas náuseas. Estaba dormido en la habitación de Morgan, mientras el moreno preparaba café. Habían pasado un par de horas desde que el joven se había recostado, y sabía que pronto su amante pediría un taza. En ese momento, un mensaje a su celular lo sacó de su atención. "Gideon llamó. Nos espera en la oficina. JJ". 'Diablos, ahora?'. Fue a la habitación, el joven ya estaba despierto. Estaba sentado en la cama, poniéndose sus lentes para leer el mensaje en su celular.

-Parece que tenemos un caso, dice el genio mientras se levanta fatigado.

-Así es, a dónde crees que vas?

-A cambiarme, hay que ir a la oficina...

-No, escucha. No te has sentido bien.

-Solo estoy algo cansado, casi no he tenido náuseas y no tengo fiebre...

-Pero Reid...

-Escucha, no iré al campo, pero es urgente, sino JJ no nos llamaría. Deja de discutir... Ese olor es café?

-Si, supuse que en cualquier momento despertarías. Estás seguro de sentirte bien?

-Ya hablamos de esto, Derek. No voy a fallar con mis obligaciones, seguiré con mi vida lo más normal que pueda, báñate tu primero, necesito tomar café...

Una hora antes...

Gideon estaba en DC escuchando una charla de un viejo amigo, Max Ryan. Criminólogo, anterior agente federal, presentaba su libro.

-Después de dos años de asesinatos, con la vida de 7 mujeres en sus manos, se hizo un nombre propio. Envió un comunicado a la prensa de Filadelfia por escrito identificándose como El asesino de Kingston. Estas calrtas, venían acompañadas de una sopa de letras. Eran parte de juego. Se burló de la policía, y alimentó la fascinación de la prensa. Escondía detalles específicos de las escenas del crimen entre las letras. Y después, hace 18 años, dejó de matar. Algunas teorías fueron que estaba en la cárcel, acusado de otro cargo. Otra teoría era, que se había mudado. Y que seguía matando en otra ciudad o en otro país. Pero la sección del FBI, que rastrea asesinatos y asesinos por todo el mundo no encontró nada. Otra teoría fue, que había muerto, la cual sería la única explicación de el porqué un sicópata compulsivo dejaría de matar. Su última víctima, Amy Jennings, tenía 23 años. Su hijo estaba en la habitación contigua cuando la mataron. Aunque él...crea que ha terminado, tiene una deuda pendiente.

Después de terminado la charla, Ryan firmaba los libros cuando Gideon se acercó.

-Te desenvuelves muy bien Max. Porqué no vuelves a la unidad para dar una charla?

-Estoy jubilado, recuerdas?

-Pues vaya jubilación...323 páginas sobre él que se te escapó.

-No se me escapó... Estás olvidando el prólogo de ocho páginas.

-Qué hay de Florida? Te has cansado de jugar al golf?

-Florida es muy húmeda. Me gustan los cambios de estación. Ahora estoy en Filadelfia.

-Estás allí por las estaciones?

-Piensas que soy un obsesivo? Eso crees?

-Quieres comer donde el asesino come... Dormir donde él duerme...

-Tal vez sea adicto a los bistec. Y me obsesiona que las Águilas ganen esta temporada... Acaso crees que persigo a un fantasma?

-Creo que a veces nos equivocamos. No lo has pensado.

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