Capítulo 4

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—Primero tienes que calmarte, ¡mírate cómo estás! —Katy se llevó una mano al pecho, la otra al vientre. —Respira, eso es —Jude la abrazó. La ojiazul limpió sus lágrimas con ayuda de un pañuelo, esperó a que se le bajara la hinchazón de los ojos y entonces sí, ambas subieron al cuarto piso del edificio, a los estudios.

A Katy le urgía una explicación, necesitaba saber por qué Charlie se estaba comportando de ese modo, por qué su reacción desinteresada respecto a su bebé, una criatura que habían estado esperando durante años. Imaginó el peor de los escenarios: él ya no la amaba, sólo había vuelto para decirle que quería divorciarse, que tenía a otra mujer o simplemente se había hartado de ella y ahora también de su hijo. Pero no, Charlie no es así, repetía para sí misma, a su esposo le sucedía algo más.

Entró por la puerta de cristal y todo se redujo a nada cuando miró a Kyle, quien levantó la mirada desde el cuarto de grabación y se cruzó con la de ella, con la mujer de su hermano. Ahora su mujer. Las piernas le temblaron, se le cayó el micrófono que acomodaban sus manos y el aire se volvió más pesado. Ella no sabía si sonreír, exigir una explicación o simplemente lanzársele a los brazos y llevárselo al departamento para hacerle el amor una y cuantas veces le fuera posible. Jude la detuvo al ver que ésta se tambaleó. A Kyle le reaccionaron las piernas y salió corriendo del cuarto. Dan fue en busca del botiquín de primeros auxilios por algo de alcohol y algodón.

—Déjame verla —le dijo a Jude, quien ya la había llevado al sofá cercano a la puerta.

—Charles —mencionó Katy y llevó sus manos a las mejillas de él. A Kyle se le electrificó hasta el cabello más diminuto del cuerpo. Aspiró profundo, percatándose del delicioso aroma que expedía la mujer frente a él. Observó detenidamente cada detalle: su brillante, largo y ligeramente ondulado cabello lúgubre; su fina tez de porcelana; su delicada y delgada nariz, apenas un poco respingada, en medio de dos pómulos levemente pronunciados; sus rosados labios medianos y sus ojos azul océano redondeados, casi rasgados, y enmarcados por un abanico de largas y rizadas pestañas. Sonrió.

Katy recordó haber visto esa mirada antes, era casi la misma que le había regalado la primera vez que se vieron, casi la misma porque aunque se trataba del mismo hombre, ahora se sentía ligeramente diferente, como si sus ojos fueran otros ojos, como si la piel de Charlie fuera otra piel. ¡Qué tontería!, dedujo. Separó lentamente sus labios y los acercó a los de su esposo. Sabía diferente, sintió. Era como besar otra boca, pero con el pleno conocimiento de que se trataba de la misma. Quizá el mareo le había confundido hasta los recuerdos. Kyle, en cambio, estaba conociendo por primera vez ese tipo de amor, y deseó que Katy no se detuviera jamás. Luego recordó a su hermano y se separó de ella abruptamente.

Dan acababa de llegar con alcohol y algodón en mano. Jude se los quitó, los colocó en la mesita delante del sillón donde estaba su amiga, y tomó a Daniel del brazo para salir inmediatamente, dando varios traspiés, luego de ver el modo en que Charlie había alejado a Katy.

Pasaron varios segundos antes de que alguno de los dos hiciera por hablar.

—Mira, no tienes que hacerte cargo del bebé si no quieres, puedo... puedo criarlo yo sola —moqueó—. Pero al menos dime qué está pasando entre nosotros... Por favor. —Kyle seguía callado, no tenía idea de cómo dirigirse a ella, si decirle "mi amor", si llamarla por su nombre, o con un apodo especial. No sabía cómo le haría para enfrentar una farsa durante al menos nueve meses, sobre todo si una mujer como la de su hermano era lo que él siempre había soñado, y por lo tanto, la razón por la que Charlie no volvió a verle ni dirigirle la palabra durante tantos años. —No puedo creerlo —comenzó a exasperarse Katy al verlo tan callado y cabizbajo. —Me voy —se levantó del sillón y justo cuando tomó la perilla de la puerta, Kyle la tomó del brazo, la acercó a su pecho, subió su otra mano por la cintura de Katy y la besó. Ella se aferró a él y éste la levantó del piso; después de todo, tal vez Kyle y Charlie compartían genéticamente ciertos ademanes que a Katy le encantaban. Caminó con ella prendida a su torso, se sentó en el sillón y continuaron besándose durante varios minutos hasta que Kyle se detuvo.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora