Capítulo 16

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-Pasa -lo invitó a entrar después de tres golpes en la puerta y mirarle el rostro desencajado. El flaco se deshizo de la chamarra mojada, la colgó en el perchero donde solía poner su ropa de abrigo cada que estaba en ese sitio y la siguió hasta que ésta, con un ademán, lo incitó a sentarse delante de ella, en el sofá níveo de piel. -Me dejaste preocupada luego del mensaje -habló primero-, ¿qué eso que te tiene tan mal? -Javier tragó saliva y bajó la mirada.

-Tengo una hija -masculló, y pese a que Jude no entendió bien de primer momento la frase, su cerebro reordenó las palabras e instintivamente abrió los ojos y echó el cuerpo hacia atrás. Su pálido ex amante se mordió el labio inferior y agachó la mirada. Ella quiso hablar, pero su lengua no le respondió. -Al menos di algo -suplicó Javier luego de más de un minuto de atroz silencio.

-Eh... Es que...

-¡Ya sé, ya sé! ¡Dije que jamás tendría hijos, que jamás me casaría, formaría una familia o incluso pensaría en tener una relación estable! -Judith lo observó asintiendo-. ¡Pero pasó -se hundió en sus hombros-, sucedió sin que yo me diera cuenta! Y ahora no sé qué hacer.

-¡¿Cómo que no sabes?! ¡Hacerte cargo, obviamente! -el hombre la vio severo- ¿Quién es la madre? ¿Cómo sabes que es tu hija? ¿Te hiciste alguna prueba o sólo confiaste estúpidamente en la palabra de la chica?

-¡Oh claro que hice una prueba! -se talló la cara- Y eso es lo peor: que es cierto, que tengo la certeza, y con ello también mucho miedo-. Judith fue a su mini bar, abrió una botella de merlot, sirvió una copa y se la tomó de un sólo trago. -¿No me piensas compartir? -se acercó Javier por detrás de ella, le acarició la cintura y un poco más arriba, aprovechando la desnudez de su torso debido al crop top negro que vestía esa noche.

-Uno: no te me vuelvas a acercar así, ya te lo había advertido. Tengo novio -dijo mientras se soltó de su abrazo y caminó de regreso a la sala. -Dos: eres padre ahora, no pienso alcoholizarte teniendo tremenda responsabilidad a tu cargo -le quitó la copa vacía de las manos y la dejó encima del mueble más próximo que tuvo a la mano-. Y tres: no te daré ni diré nada más hasta que me digas quién es la madre de esa niña -amenazó. Javier suspiró fuerte y bajó los ojos, lamentando lo que a continuación confesaría.

-Carla -musitó-. Carla es la madre -Judith dejó de beber al escuchar ese nombre. Y es que "ese nombre", inclusive a la propietaria de éste la conocía bien. Pronto vino a su memoria el recuerdo de cuando miró a Javier encamado con otra mujer que no era ella mientras ambos mantenían una relación, una en la que José aún ni siquiera figuraba. "Te juro que fue la última vez que nos vimos, ya no tenemos nada", le había prometido con tal de no perderla.

-¡¿Carla?! -exclamó enfadada, con las manos hirviéndole de coraje, imaginando que de tenerla al alcance le habría, al menos, roto la nariz de un derechazo. -O sea que la seguiste frecuentando después de esa noche que los vi juntos -concluyó débil-. ¡¡Eres una maldita mierda mentirosa, Javier!! -reclamó dolida, pero recordó que ella también se había visto con José incluso antes de que los tres llegaran al acuerdo del tipo de relación que llevaban. Además, ¿por qué le importaba tanto? Ahora estaba con Dan, nada de eso cobraba relevancia ya. -Lo siento... Ehmm... ¿Por qué me cuentas todo esto? No es muy agradable, sabes. Preferiría no seguir escuchándote.

-Porque eres la única persona en quien realmente confío.

Jude sonrió a medias, dudó un par de segundos si esa plática los llevaría a algo bueno, sin embargo su parte noble la invitó a sentarse para escucharlo, incluso aunque faltara casi una hora para ver a Dan, después de todo, Javier era su amigo, no iba a negarle una buena charla o un consejo, a pesar de las mentiras.

...

Once días después del festejo de su mejor amigo, Dan ahora se preparaba para hacer del cumpleaños de Judith el día más especial de su vida, al menos hasta ese momento. Había pensado en una fiesta con todos sus amigos reunidos, pero esos "amigos" también implicaban a José y Javier, y por ello concluyó que definitivamente esa no era la mejor opción, no ahora... Quizá nunca. Entonces ideó que podía cocinarle una exquisita cena, su comida favorita, tal vez un buen vino y después podrían salir al cine, a bailar, a dar un paseo en el auto o simplemente quedarse en el departamento. La estampa cliché del novio perfecto, ¿pero qué importaba? Sólo quería consentirla, hacer que se sintiera amada.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora