Capítulo 24

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Mónica gritó exasperada mientras se preparaba para revisar el armario de su madre por quinta vez, encontraba las mismas prendas de ropa siempre y no encontraba algo con lo que ella se sintiera cómoda.

Cuando estaba revisando el armario por tercera vez Zac le había preguntado si quería que él hiciera de cenar, ella le dijo que sí y después de tanto tiempo aún no bajaba a comer con Zac.

─ Mamá ¿Qué acaso no te ponías otra cosa? ─gruñó la pelirroja mientras miraba los pijamas, si es que se les podía llamar así, de su madre.

─ Mon, amor ¿Estás bien? ─preguntó Zac mientras entraba a la habitación y se acercaba a la pelirroja─ Te escuché gritar ─murmuró mientras se posaba a la par de la pelirroja─ ¡Wow! El rey Charles debió ser un afortunado ─exclamó mientras veía la ropa; gracias a esto recibió un golpe en el hombro─ ¡Ay!

─ Estás hablando de mi mamá ─le advirtió la princesa mientras lo señalaba─. Mi madre era más bajita que yo, si esto a ella le llegaba arriba de las rodillas a mi a penas me va a cubrir los muslos.

─ Póntelo ─dijo Zac mientras sonreía. Debido a esto se ganó un zapato en su estómago─, solo digo que te verías bonita, muy bonita.

─ ¡Vete al infierno! ─le gritó Mónica mientras intentaba golpearlo y sus mejillas se tornaban de un color carmesí─ ¡Lárgate de aquí! ¡No quiero tu opinión!

─ Está bien, lo siento, solo que apúrate porque la comida ya está en la habitación ─avisó Zac mientras se acercaba a la puerta─. Y, si te pusieras eso, yo sería el segundo hombre más afortunado.

─ Lárgate ─exclamó Mónica mientras le lanzaba otro zapato. Cuando Zac salió de la habitación la pelirroja solo suspiró─. Mami ¿En que me has metido? ─susurró mientras miraba el pijama con una mirada un tanto incómodo.

Mientras Mónica intentaba resolver su enigma, Zac se dirigió a la habitación, una vez dentro se rascó la nuca y se quitó la camisa de algodón que se había puesto, no pensó que el clima fuera a estar tan cálido. Se acercó a la mesita de noche y arregló la rosa que estaba en medio de la comida. Luego de esto, y al darse cuenta que la decisión de la pelirroja iba a tomar tiempo, se recostó en la cama y tomó el libro que se encontraba tirado sobre esta.

Desde que la pelirroja había desaparecido hace un año, él se había empeñado en averiguar acerca del Reino de los Mortales para algún día empezar a buscarla en ese lugar, nunca había imaginado que Mónica iba a estar en Crissan.

─ Zac ─escuchó un susurró por lo cuál levantó la vista del libro para encontrarse con una princesa sonrojada y con un pijama que, tal y como ella lo había dicho, apenas le tapaba los muslos. La pelirroja al darse cuenta de que el castaño tenía toda su atención puesta en ella corrió hasta la cama y escondió el rostro en el cuello del castaño, luego de unos segundos ella sintió como era que la cubrían con una manta─ ¿Me tapaste? ─preguntó la pelirroja mientras miraba a los ojos a su chico enmascarado.

─ Te incomoda estar así, lo mejor que puedo hacer es cubrirte con una manta, mis camisas te quedarían igual.

─ Gracias ─susurró la princesa antes de besar al castaño, quien inmediatamente empezó a acariciar su espalda.

─ ¿Qué te parece si comemos, corazón? ─preguntó Zac.

─ Me parece perfecto ─susurró mientras se sentaba en la cama─ ¿Qué preparaste?

─ Bueno, debido a que no soy chef y como ya no vivimos aquí, entonces tuve que ir a cortar algunas frutas del jardín y hacer una ensalada─ dijo el castaño mientras se rascaba la nuca─. Y esta rosa es para ti, le quité las espinas porque me dolió cuando la quité y no quería que te hiciera daño a ti─ luego de esto él soltó una risa nerviosa.

─ Gracias por la rosa. Por cierto, que rica está la comida ─murmuró Mónica mientras seguía comiendo.

Ambos jóvenes comieron en paz y armonía, los besos y los chistes no pudieron faltar en ese momento tan mágico, hablaron de muchas cosas, desde las cosas más ridículas que les habían pasado en su vida hasta las más graciosas.

Y para ambos eso ya era perfecto.

─ Entonces, cuando yo me estaba preparando para atrapar al novio de mi hermana mi padre llegó por detrás y me dio el susto de mi vida, ¿Quién anda con una espada en el bosque? Lo peor de todo es que debido a mi grito mi padre se espantó y gritó el nombre de mi hermana pensando que ella era la que había gritado, pensé que mi hermana salía con un soldado o algo así y era algo malo porque ella se iba a comprometer con el príncipe de agua, nunca imaginé que Samuel fuera su novio, las vueltas que da la vida ─suspiró Zac mientras reía, pero no se dio cuenta que Mónica se había puesto seria a mitad del relato.

─ Zac, yo nunca conocí a mis padres, digo nunca viví nada como lo que tu viviste, tuve padres adoptivos, pero no era lo mismo, crecí sin saber que tenía una hermana...─ hizo una pausa mientras jugaba con sus dedos, nerviosa─ lo que digo es...Si tu familia aún viviera ¿Crees que yo les agradaría? ¿Les gustaría que tú y yo tuviéramos esto?

─ Linda ─susurró Zac mientras acariciaba su abdomen; para ese entonces Zac estaba abrazando a Mónica por la espalda; la respiración de la pelirroja se entrecortó─. Me daría miedo, porque definitivamente mi hermana y tú, juntas serías un huracán ¡Dios! Nunca pensé que fuera a decir esto, pero me alegro que no se hayan conocido, su vida se basaría en fastidiarme ─exclamó Zac haciendo que Mónica riera─, mi madre te trataría como una hija más, hablaría contigo y creo que hubiera querido ser una segunda madre para ti, eso y que, seguramente, buscaría cualquier situación para avergonzarme frente a ti. En cuanto a mi padre, él siempre fue un hombre de pocas palabras, pero estoy seguro que te amaría igual que a nosotros e intentaría protegerte. A Erick ya lo conociste y, bueno, es un bruto, no hay que hacerle caso.

─ ¿En serio crees eso? ─ preguntó la pelirroja mientras se volteaba para mirarlo a los ojos.

─ Seguro ─afirmó Zac mientras miraba como era que la pelirroja bostezaba─, ahora a dormir porque mi princesa no se puede desvelar, ordenes del doctor.

─ Solo un rato más ─murmuró Mónica mientras empezaba a trazar círculos en el pecho desnudo de Zac.

─ Anda, a dormir ─ordenó el castaño de la manera más suave que pudo, mientras levantaba la blusa de la pelirroja y empezaba a acariciar su espalda con una mano, mientras que con la otra empezaba a acariciar su cabello.

─ No hagas eso ─se quejó la princesa.

─ ¿Te molesta?

─ Me da sueño, no me quiero dormir y estas caricias solo hacen que piense en quedarme dormida.

─ Duerme, debes descansar.

─ Sí, tú también deberías, por cierto, hagas lo que hagas, no pares de hacer lo que estás haciendo─ compartió Mónica mientras se acurrucaba en los brazos de su amado y aspiraba su aroma─. No intentes nada raro mientras duermo, te amo ─dijo antes de cerrar los ojos.

─ Intentaré no hacer nada raro, yo también te amo ─susurró Zac en su oído, luego apago la luz y se acomodó junto a Mónica mientras la seguía acariciando─. Mi niña gruñona ─susurró antes de bostezar.

Reino de Cristal |Completa ✅|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora