Capítulo 15

100 18 4
                                    



La estructura de varios metros de altura mantenía en su resguardo a una cantidad notable de trabajadores además del esqueleto de una nave. El sistema de evaluación se encontraba cercano a la coraza de lo que, en algún momento, se convertiría en su obra numero diez. Mientras que, del otro lado del lugar, un hombre canoso de largas barbas, contextura prominente y una espalda llena de laceraciones supervisaba que el esqueleto de la estructura estuviera dentro de los rangos que había establecido.

Él había puesto todo de sí para que la nave fuese lo esperado. Él y su hijo habían mantenido una estricta lealtad y confidencialidad por largos años que no pondrían en duda en ningún instante. Observó por el rabillo del ojo a la rubia de ojos verdes frente a la nave. Un cigarro bailaba en sus labios así como una sonrisa característica en ella. Sarasay Mirova sería siempre la razón por la cual él seguiría los pasos de los Mirova, en la muerte o en la vida. Aquella mujer se convirtió en su maldición. No paraba de decirlo, pero no por eso dejaba de estar a gusto con ella a su lado. Después de tanto tiempo y un hijo de por medio, era indudable que estaría junto a los Mirova sin importar qué.

Al escuchar siete años atrás la petición de Velikoj se había sorprendido, pero lo entendía. No imaginó a Smog en un navío que no fuera El Marqués ni mucho menos ir más allá de la atmósfera de Zaga, sin embargo ir por Marian lo requería. Sin un navío que pudiera alcanzar las velocidades de El Marqués, poco podía hacer, así que en ese preciso instante había empezado la carrera contra el reloj. Entre buscar las piezas necesarias, los contratos y uno que otro inconveniente, habían perdido mucho tiempo, ahora estaban seguros poder terminarlo. La siguiente etapa empezaría en cuestión de horas.

Sarasay canturreaba una canción anímicamente mientras disponía todo de sí en una serie de circuitos que formaban parte del tablero principal. Conocía en detalle los gustos y preferencias de su hermano mejor que nadie, por lo que había decidido ser ella misma quien trabajase sobre ello. Pudo haber dejado tal trabajo a Maxiliam, pero era un placer que también se guardaba con recelo.

Apagó la colilla de cigarro contra la mesa a su lado y observó con cuidado el dispositivo frente a ella, justo cuando el intercomunicador sonó. Observó en la pequeña pantalla el rostro tan familiar y abstracto en el dispositivo y presionó sobre él. Inmediatamente la imagen corporal de su hermano se hizo presente sacándole el aire a más de uno.

—¿No es muy temprano para pedir informes? —preguntó divertida.

—¿Lo tienes?

Sarasay se encogió de hombros con una sonrisa irónica.

—¿Sary?

—El esqueleto está listo, el casco va en popa. Parte del tablero está a medias, sin embargo las turbinas son una preciosidad, estoy segura que te van a encantar. A parte de eso me he hecho de varios dispositivos para ayudarte a desvanecerte por el espacio —espetó guiñándole el ojo—. Maxiliam trabaja en el armamento ahora mismo. —suspiró—. En sí, todo va viento en popa.

—Creí que Jonas se encargaría del armamento —rememoró Smog.

—Tuvimos problemas con él —murmuró con tristeza—. Ha sido una gran pérdida, no había querido comentar nada. Sé que has estado muy metido en situaciones con La Avanza, lo menos que quería era exponerte.

—Está bien —suspiró—. Debo presionarte un poco, sin embargo...

El hombre caminó hasta estar frente a frente con la nave. Cruzándose de brazos observa a aquel gigante que con cada día se muestra imponente.

—He debido pedir informes —señaló la mujer estando a su lado—. ¿Qué te trajo hasta aquí, hermanito?

—Emeral se encontró con Seren.

Elaysa: La ciudad de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora