Capítulo 33

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En menos de dos segundos la frase de Marian se había desvanecido en el aire

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En menos de dos segundos la frase de Marian se había desvanecido en el aire. Los hombres dudaban, como era de esperarse, de la chica. Debajo de ella siempre estaría la imagen de Trent y, si lo que decía Trova era verdad, bien podían obviar todo intento de Teber de dejar las cosas en paz. Emira intercambió cuanto argumento pudo, pero ninguno resultó efectivo. Incluso para el mismo muchacho que fue en su ayuda no había lógica tras ellos y lo inevitable ocurrió.

Han sabía que los intentos de la mujer por detenerlos se habían perdido desde el mismo instante que uno de ellos dudó. El resto simplemente les seguiría. Era así como corrió hacia Ora poniéndola a salvo y la primera impresión de Marian fue quitarle el arma de las manos a Trova y disparar. Desconocá si le había disparado a alguno; vio a Han enfrentarse a ellos. Apuntó y volvió a disparar a uno de los sibilantes que cayó a los pies de Lion. El otro recibió un fuerte puñetazo entre que el mismo Han caía de rodillas. Emira corrió hacia el hombre y, con cuchillo en mano que le otorgó Trova, cercenó la vida del sujeto. Lion respiró por breves segundos cuando vio al tercero intentar levantarse. Teber le lanzó el cuchillo y este, tomándolo con agilidad lo empuño desde su mandíbula desgarrando cada parte de su cabeza.

Teber se giró hacia Trova acuclillándose a él. Lo tomó por los hombros, sabía que estaba nervioso, que tenía dudas e incluso ella los tenía. No había acordado nada con Lion y lo defendía de los sibilantes.

—¿Quién más viene contigo? —preguntó. El chico negó.

—El resto se quedó en el darack, no podía traer a nadie más —murmuró—. ¿Qué es lo que sucede? Gonk dijo que debía llevarte de vuelta a la nave ¿Por qué lo defendiste? —preguntó enojado.

Emira contempló al hombre sentado al borde la silla, buscaba aire luego de tanta actividad física.

—Siento que él sabe cosas que debo saber. —bufó—. Es difícil de explicar.

Trova miró al suelo y luego a ella meditándolo.

—¿Estas herida?

Emira sonrió.

—Yo no, pero ella si —amagó en una mueca.

Veía a la chica oculta y luego a Han quien posaba sus ojos sobre ella.

—La Central está más cerca —sopesó Trova—. Y El Marqués también.

Lion caminó hacia ambos cuando escuchó tal aseveración.

—De ninguna manera iré a El Marqués. No después de ver la poca autoridad que tienes —espetó.

—Tu amiga necesita ayuda y El Marqués es la opción más viable —refutó el muchacho con ahínco.

Emira tan solo podía ver al par discutir y perder tiempo en nimiedades. Entendía por completo a Han, después de todo tenía razón. Su autoridad era tan poco que se evaporaba en el aire. Ella a diferencia de Trent, carecía de ella.

Elaysa: La ciudad de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora