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Le gustaba ese jueguito que había inventado.

"Dijiste que borrón y cuenta nueva, ¿no? Como dos extraños." Había respondido ella a través del teléfono cuando él le había preguntado por qué no quería que la fuera a buscar.

Se suponía que ella estaría en ese club, pero llevaba treinta minutos allí y no la había visto. Ya empezaba a asustarse pensando que Nicole lo había dejado plantado, pero de repente la vio.

El bar estaba lleno y oscuro, y ella estaba parada en la esquina más lejana, pero nada de eso había evitado que la viera. Y ahora no podía apartar su mirada de ella. Gustavo notó cómo ella intentaba disimular que no lo había visto, lo que le hizo sonreír internamente.

Así que era eso: ella quería que él la cortejara.

Se terminó su ron de un sólo trago, le dio una palmada a Fernando en la espalda para dejarle saber que lo dejaría solo, tomó una copa y comenzó a acercarse a la hermosa chica del corto vestido rojo. La música de fondo era lenta, y podía sentir el bajo resonando en su pecho, confundiéndose con los latidos de su corazón.

Estaba a punto de morir de un ataque de pánico, pero intentaba por todos los medios lucir tranquilo.

—Buenas noches. ¿Interrumpo?

—Un poco. —respondió ella mirando de reojo a su amiga—. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Sólo quería saber si estabas bien; si no te dolió, pues. —dijo él, ofreciéndole la copa a la morena.

—¿No me dolió el qué? —preguntó ella rechazando la copa con su mano.

—Cuando caíste del cielo.

No podía creer que usara ese movimiento tan viejo. Nicole frunció el ceño y negó con la cabeza—. No sé de qué hablas, yo vine directo desde el infierno.

A Nicole le gustó la expresión anonadada que apareció en la cara de Gustavo, no sabiendo qué decir, pero se deleitó incluso más con la pequeña sonrisa de niño inocente y pícaro que apareció luego de unos segundos.

—Mm, entonces eso explica por qué eres tan ardiente. —dijo él, haciendo reír hasta a María Gabriela—. Gustavo Guerrero.

—Nicole Acosta. —se presentó ella estrechando la mano que él había extendido, sobresaltándose ligeramente cuando él aprovechó eso para acercarla a su cuerpo.

—¿Te gustaría bailar conmigo, Nicole Acosta?

—Estoy con mi amiga.

—¿Sí? Qué suerte, porque yo estoy con un pana* que tiene una pequeña debilidad por las chicas como ella.

—¿Chicas como yo? —preguntó Maga frunciendo el ceño.

—Hermosas. —respondió Fernando, quien venía acercándose. Él le extendió la mano a Maga y ladeó la cabeza, invitándola sin palabras a que fueran a bailar. Ella le tomó la mano y Fernando se la llevó entre el mar de gente.

—Parece que te dejaron sola, flaca.

Nicole le miró de reojo—. Sí, así parece. —convino.

Uno de ellos iba a perder por todo eso, y estaba segura de que no sería ella. Nicole lo tomó de la mano y lo llevó lentamente hacia la pista de baile, sin dejar de mirarle.

—Suerte para mí que fue así. —dijo Gustavo, para luego ponerla de espaldas y tomar sus caderas, las cuales comenzaron a moverse lentamente al compás de la música, permitiéndole recorrer sus curvas. Sus manos se detuvieron justo en el final de su vestido y volvieron a subir, pero ahora por dentro. Ella las separó y se volteó.

—No se toca.

—¿Cómo que no? Si todo esto es mío. —él tomó su cuerpo y la presionó con delicadeza contra el suyo, mientras ella seguía bailando.

—Apenas nos conocemos, y yo no recuerdo haberte dicho eso.

—Las miradas hablan, Nicole.

Él la miraba como un depredador mira a su presa, y Nicole no pudo aguantar.

—Bésame.

Había estado esperando que dijera eso desde que la vio.

Él la tomó fuertemente de la nuca y pegó sus labios contra los de ella. Era un beso lento pero necesitado, haciendo crecer el calor de manera rápida—. ¿Este vestido es fácil de quitar? —preguntó entre el beso con una pequeña sonrisa.

—¿Quieres averiguarlo?

Él rio, tomando su labio inferior entre sus dientes y presionando los costados de su cintura con sus manos. Ella terminó el beso y Gustavo la miró, notando que su respiración se había acelerado como la de él.

—Voy a buscar algo de beber. —dijo ella.

Nicole se adentró en el gentío y él buscó con la mirada un lugar en el que sentarse. Localizó un sofá a unos metros, con vista al lugar donde habían estado, para cuando Nicole volviera. Tres minutos después, mientras respondía un par de mensajes, notó que un Fernando algo desorientado se paró entre el montón de gente bailando, como si buscara algo. Gustavo frunció el ceño y alzó la mano, intentando llamar la atención de su amigo.

—Vergación, maldito ciego. —musitó después de un par de segundos al ver que no lo notaba y decidió acercarse él—. ¿Qué te pasa, pues?

—Verga, te estaba buscando. ¿Dónde estabas? —Gustavo hizo un ademán hacia el sofá, indicando que había estado sentado—. ¿Y qué se hicieron?

—¿Qué se hicieron quiénes?

—Maga y Nicole, pues.

—Nicole me dijo que iba a buscar algo de tomar.

—Maga me dijo que iba al baño, pero eso fue hace como veinte minutos.

Gustavo frunció el ceño y se dio cuenta de que en realidad había pasado mucho tiempo. Cabeceó hacia la barra y Fernando lo siguió, sin ver a Nicole por ninguna parte.

—Hermano, ¿tú no viste a una chica de cabello negro y vestido rojo? —le preguntó al guardia en la puerta—. Estaba con... No sé, con una rubia.

Gustavo miró a Fernando buscando ayuda, porque la verdad no recordaba otro rasgo significativo de la amiga de Nicole.

—Una rubia ojos claros con un vestido verde, algo largo. —agregó Fernando.

—Ah, sí. Sí, salieron hace rato. —respondió el chico, señalando la salida con un movimiento de cabeza.

—No me digas esa vaina*.

Ambos chicos salieron al frío de la noche y Gustavo no vio a su linda morena por ninguna parte.

Probablemente estaría sentada en la parte trasera de un taxi, directo a su casa.

Una sonrisa de incredulidad se dibujó en su rostro, mientras se pasaba las manos fuertemente por la cara.

—Nos dejaron botados, marico.

—Nos dejaron botados, marico. —repitió Gustavo asintiendo con lentitud—. Maldición.



Pana: Amigo/a.

Vaina: Se refiere a un objeto o situación. En este caso, él está diciendo, en tono de incredulidad: "No me digas eso", siendo "vaina" el sujeto de la oración.

¿Cómo lo haces? «Big Soto»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora