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—Voy a buscar algo de beber.

Gustavo asintió, viendo a Nicole desaparecer por el umbral de la cocina, apareciendo dos minutos después con dos vasos y una Coca Cola.

—Qué buen servicio, vale. —bromeó él, dándole una pequeña palmada juguetona en la pierna, mientras ella servía. Sin embargo, se arrepintió al instante; apenas había logrado que Nicole le volviera a hablar y tuvo miedo de que su acción echara todo abajo. Para su sorpresa, ella sólo lanzó un manotazo hacia atrás.

—¡Hey, ridículo!

Gustavo analizó su lenguaje corporal: ¿Estaba enojada? No parecía. ¿Algo incomoda, tal vez? No, parecía que se lo había tomado bastante bien. De hecho, por la pequeña sonrisa arrogante que tiraba de sus labios, podría pensar que había estado esperando que alguno de los dos rompiera el hielo.

—¿Qué? ¿Ahora no te puedo tocar?

—Depende. —respondió ella volteándose luego de dejar la botella en la mesa de café.

—¿Depende de qué?

—De dónde me toques. —ella se colocó frente a él, y Gustavo no pudo creer lo que estaba pasando. 

Sólo había intentado tantear el terreno con un par de comentarios bobos, pero supo que ella iba en serio cuando comenzó a descender con delicadeza, sentándose en su regazo. Los ojos de Gustavo se movían de los suyos a su boca, viendo cómo se humedecía los labios. La necesidad de sentirla contra él no podía crecer más. Ella se acercó un poco, hasta que sus narices se rozaron con delicadeza y sólo... sucedió.

Sus labios se encontraron, suaves contra el otro y ni siquiera estaban pensando. Una de las manos de Gustavo tomó la nuca de la chica, intentando intensificar el beso, mientras que con la otra tomaba con fuerza su cadera. El abrumador sentimiento de los labios de Nicole en los suyos fue olvidado cuando ella comenzó a restregarse lenta y dolorosamente contra su entrepierna. A pesar de todo, el beso siguió lento y suave, y él la tomó por la cadera con ambas manos, presionándola más contra sí mismo.

Su labio inferior fue lo último que tocó la boca de Nicole cuando finalmente se separaron. Se miraron intensamente por unos segundos antes de volver a besarse, esta vez con necesidad. Nicole tomó los rizos de Gustavo en un puño, gimiendo obscenamente en su boca cuando él la acostó de espaldas contra el sillón en un rápido movimiento. Fue desesperado, y la fricción que comenzó a crear Gustavo contra su pelvis hizo que el calor de sus cuerpos aumentase con rapidez.

Nicole gimió una vez más y Gustavo pudo jurar que nunca había escuchado algo más hermoso y excitante en su vida. Ella siguió elevando su pelvis, frotándose desesperadamente contra él.

—Por favor. —susurró, rompiendo el beso—. Por favor, por favor.

Se separaron, respirando pesadamente, y, maldición, ella se veía tan hermosa, con los labios rojos y los ojos brillantes. Agradeció a Dios que la chica estaba usando falda, ya que sólo tuvo que bajar las ligeras bragas que estaba usando. Dejó un pequeño beso en la frente de la chica, y su mano recorrió lentamente desde su cadera hasta su muslo, agarrando su pierna. Gustavo se alineó con la entrada de Nicole, hundiéndose lentamente en ella.

Salió de ella con lentitud, antes de volver a embestir con fuerza, deleitándose con el gemido de la chica. La tomó rápido y duro. Sus labios se encontraron nuevamente, besándose con fuerza. Nicole arqueó la espalda y él tomó sus manos, sosteniéndolas con fuerza sobre su cabeza, justo en el reposabrazos del sillón.

Entrelazaron sus dedos y Gustavo intentó ir más profundo. Su cabeza se apoyó contra el cuello de la chica cuando comenzó a sentir el remolino en su estómago y cerró los ojos con fuerza, intentando no colapsar sobre el pequeño cuerpo de Nicole.

¿Cómo lo haces? «Big Soto»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora