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La galleta estaba sumergida en el café con leche, el cual estaba demasiado caliente. Maga vio cuando se rompió a la mitad, a centímetros de la boca de Héctor, y caía con un plop dentro de la taza. Él se quedó viendo la situación por unos segundos antes de levantar la mirada.

—¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? —bromeó.

La rubia chica, con su mano derecha sobre su cadera y la izquierda fuertemente agarrada a la esquina de la mesada que su novio acababa de ensuciar, suspiró con pesadez y decidió que era momento de decirle—. Te fui infiel.

¿Qué?

—Bueno, no te fui infiel en sí, sólo besé a otro chico... Lo cual igual es infidelidad. —ella elevó las manos, intentando buscar las palabras—. A lo que me refiero es que no me tiré a nadie.

Héctor se dio cuenta de que Maga no bromeaba, y apartó la taza lentamente—. Ok, explícame qué pasó.

—Besé a alguien más y creo que deberíamos terminar.

—¿Quieres terminar porque crees que yo te voy a terminar o quieres terminar porque quieres terminar?

—Quiero terminar porque quiero terminar.

—Ok. —él lo meditó unos segundos—. ¿Puedo saber por qué?

—Me gusta alguien más.

—El chico que besaste. —sonó más a una afirmación que a una pregunta, pero Maga asintió. Héctor suspiró y se rascó la sien—. Entiendo.



***

—Dios, me tenías demasiado preocupado. Maga me dijo lo que pasó. —Daniel acariciaba el cabello de su novia, la cual acababa de cruzar la puerta de la casa de su madre.

—¿Lo que pasó?

—Sí, lo de tu... problema estomacal crónico. No sabía que estabas pasando un mal rato en el baño, pero no por eso tenías que salir corriendo. Yo te amo en los buenos y en los malos momentos, amor.

Nicole frunció el ceño y rio—. ¿Qué hablas?

—Yo estaba con Maga cuando la llamaste, acababa de llegar porque estaba dispuesto a comenzar un equipo de búsqueda por si algo te había pasado. Ella me dijo que estabas bien y que desde pequeña sufrías de problemas estomacales, y que habías tenido un... episodio en el baño ese día.

—¿Maga te dijo que tuve una diarrea crónica en el restaurante o algo así?

—Digámoslo así. —a él le daba más vergüenza decirlo que a ella.

Nicole soltó una carcajada—. Dios mío.

Ella le había dicho a Maga exactamente lo que había pasado. Seguro su rubia amiga se había visto en la obligación de mentirle a Daniel, porque sabía que no podía decirle que su novia lo había dejado embarcado porque había corrido a tirar con otro tipo.

El problema era que Maga no era muy buena diciendo mentiras bajo presión.

—Hey, hey. No tienes que sentirte avergonzada, yo también he tenido momentos feos en mi vida. Una vez estaba en el parque y...

—Daniel —Nicole lo detuvo, tenía que hacerlo—, no sufro de ningún tipo de problema estomacal severo y no tuve ningún episodio en el baño.

No uno relacionado con su estómago, al menos.

El chico la miraba sin entender.

—Yo... pasé la noche con Gustavo.

¿Qué?

—Quiero disculparme por la infidelidad y por jugar con tus sentimientos de la forma en la que lo hice, y también por dejarte en el restaurante sin decir nada, pero no me arrepiento. Yo —respiró hondo— he estado enamorada de Gustavo desde que tengo quince años y nunca he dejado de pensar en él, y por eso hice esa estupidez de comportarme como una adolescente alborotada.



***

—¡Eres un hijo de puta, un maldito hijo de puta malnacido! Te odio. —Yoxcely tiró la última almohada que le quedaba a la mano, y pasó a lanzar zapatos—. ¿Cómo se te ocurre dejarme botada en el maldito restaurante, ah? Como si fuera una cualquiera.

—¿Te podéis calmar un segundo?

—¡No me voy a calmar una mierda! Creéis que te estáis comiendo al mundo con tus cancioncitas de mierda y pensas que podés hacer lo que te venga en gana. ¡Tuve que volver caminando a casa! ¡Yo estoy embarazada! —la morena daba un golpecito a su pecho con su dedo en las tres últimas palabras que dijo—. ¡Soy tu novia embarazada!

Ella llevaba al menos treinta minutos gritándole y lanzándole cosas, pero el colmo fue cuando uno de los zapatos le dio en la cabeza—. ¡Sí, un bebé que no es mío!

La chica se calló de súbito, con una sandalia de tipo gladiador en su mano elevada—. ¿Qué?

—Sí, ahora sí te callas, ¿verdad? Cuando te digo que sé toda tu mierda falsa.

—¿Piensas que no es tuyo? —ella posó la mano que aún tenía la sandalia sobre su barriga. Su voz temblaba.

—No, no sigáis con eso. Hablé con tu hermano. —la mirada de Yoxcely se endureció y su mano abandonó su lugar—. Sí. Sé que algún imbécil te hizo eso, pero no por eso tenías que engañarme así. Hiciste mal, y eso no voy a perdonártelo. Maldición, incluso hacías todo el show de mierda de comprar inyecciones anticonceptivas. ¿Qué mierda hacías con ellas después? Da gracias de que yo no informé nada en las redes, puede que porque aún no lo quisiera aceptar, pero habría sido una situación que estoy seguro que no te gustaría.

—¿Desde hace cuánto lo sabes?

—Por algo me fui el día del restaurante, ¿no?

—Ah, claro, muy maduro de tu parte eso. En lugar de decírmelo de frente, preferiste salir corriendo como un marico. ¿A dónde fuiste, ah? ¿A llorar con mami? ¿A quejarte con alguno de tus amiguitos de mierda? ¿A dónde? Decíme.

Gustavo miró al suelo, reservándose una respuesta hiriente por respeto tanto a la chica a la que amaba como a la chica con la que iba a formar una familia, y comenzó a caminar hacia la salida. Yéndose de la casa de Yoxcely y de su vida. 

¿Cómo lo haces? «Big Soto»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora