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—¿En otra parte?

—Sí... O sea, aparte de aquí, claro. —respondió él, riendo.

Esa sonrisa de niño bueno.

—Ahm... No que yo recuerde, la verdad. Lo siento.

Ella comenzó a caminar, pero él la siguió—. ¿Segura? ¿No será que estudiamos juntos o algo?

Ella se detuvo en seco de espaldas a él y cerró con fuerza los ojos, aguantando las ganas de llorar. Ella estaba segura de que sí la recordaba y toda esa conversación solo era él tanteando el terreno, tal vez algo confundido porque ella no mostraba signos de reconocimiento.

Se volteó con delicadeza y lo miró con el ceño fruncido—. ¿Que estudiamos juntos? Yo creo que recordaría haber estudiado contigo. —ella sonrió de lado y arqueó una ceja.

—Sí, pero... Sí, tal vez me equivoqué. —Nicole vio su mano extendiéndose hacia ella—. Gustavo.

—Nicole. —se presentó ella estrechando su mano.

Vio la pequeña expresión de asombro que se formó en el rostro del chico.

—¿Tú estás segura que no estudiamos juntos? ¿Tu apellido no es... Acosta? —ahora Gustavo lucía seriamente confundido. Estaba seguro que estaba frente a la persona que él pensaba, pero ella parecía haber sufrido algún episodio de amnesia selectiva. Su expresión lucía casi dolida.

Ella estuvo a punto de volver a fingir que no lo conocía, pero ya no aguantó. Llevaba años conteniendo todo ese dolor, y finalmente podía soltarlo.

—Sí, Gustavo, te recuerdo. —dijo ella lentamente—. Pero también recuerdo toda la mierda que pasó, ¿o crees que sólo iba a recordar los buenos momentos?

—Nicole...

Ya no eran dos desconocidos en una cafetería, ahora eran dos personas que se habían hecho daño mutuamente en el pasado y se habían encontrado después de mucho tiempo, aún dolidos.

Nicole, intentando evitar una escena, comenzó a caminar al mostrador para escabullirse, pero él fue más rápido en detenerla, tomándola del brazo.

—¿Por eso has estado viniendo todos estos días? ¿Buscando la forma de hablarme? —ella tenía que preguntarlo, lo tenía pensado desde la tercera vez que lo había visto entrar por la puerta. Una y dos veces podrían ser coincidencia, pero él ya llevaba varios días viniendo.

A menos que le gustara mucho el café de allí.

—Nicole, ¿tú crees que a mí no me dolió toda esta mierda? He pasado todo este tiempo intentando averiguar por qué coño te fuiste y me dejaste como si yo no significara una mierda.

Eso había sido el colmo. Estaba bien que él viniera a fingir que no había hecho nada malo, pero ¿decir que ella era la que lo había herido?

—Quiero que te vayas antes de que te saque yo misma, tú y todos tus amigos. —tuvo el valor de soltarse y comenzar a caminar de nuevo.

Tenía que esconderse, tenía que hacerlo antes de comenzar a llorar como una estúpida frente a él.

—¿Podés dejarme explicar al menos, por favor?

—No tienes nada que explicarme, yo estoy muy consciente de lo que pasó. —fue lo último que dijo la chica, seguido de un corto "Atiende tú, por favor" dirigido a Valeria, antes de desaparecer tras la puerta del baño de servicio.

Una vez sola, abrazada a sí misma en el piso, dejó correr sus lágrimas. Había pasado cinco años sin verlo, cinco años enamorada, cinco años sufriendo.

Y es que ¿cómo lo olvidaba, si parecía que él estaba en todas partes? En boca de todos en la universidad y por la calle, en las fotos en Instagram, en la lista de reproducción de Maga...



***

—Hola, mi amor bello. ¿Qué tal el día? —fue lo primero que escuchó Nicole al cruzar la puerta de la casa. Maga seguro la había escuchado entrar—. Hice pasta Alfredo. Así es que se llama, ¿no? —su voz se iba haciendo menos distante mientras la pelinegra caminaba hacia la cocina, a donde asumía que su rubia amiga estaba—. No sé, busqué la receta en Internet. Pero no estoy muy segura de que haya quedado muy buena, porque... Hey, hey, ¿por qué estás llorando?

No había podido evitarlo. Ya había dejado de llorar en todo el camino a pie hasta la casa, pero en cuanto cruzó el umbral de la puerta hacia la cocina y vio a su mejor amiga...

Necesitaba ser abrazada.

—Mi amor. —Maga estaba verdaderamente preocupada—. ¿Te duele algo, bebé? ¿Qué pasó?

Nicole negó con la cabeza y se dejó abrazar.

—Vení, sentáte. —dijo alcanzando uno de los taburetes—. ¿Qué te hicieron? ¿A quién mato?

—Gustavo

—¿Quién es Gustavo? —la morena no respondió, por lo que ella frunció el ceño y se arrodilló frente a ella—. Explicáme qué pasó, Nicole.

¿Cómo lo haces? «Big Soto»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora