Capítulo veinticuatro (24/32)

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   Sara salió de su casa a la casa De la Sor, ella hacía el aseo ahí. Con sus 17 años  era un trabajo ideal, le daba prestigio y algo que hacer. Un día limpiando la cocina fue la vez que conoció a Alejandro, un joven de 20 años parte de la familia De la Sor; él se le acercó; se hicieron amigos, se veían cada día, su historia fue puras risas, y sin quererlo, coqueteos.  Las semanas al volverse meses no solo cambiaron las estaciones sino también el cariño que se tenían se transformó en más que una amistad. Un día de verano se conocieron; en otoño se acercaron, se acostumbraron a la presencia del otro; un día de invierno se dieron su primer beso, en el invierno, meses fríos que tanto odiaba Sara por el gran frío, ahora en sus recuerdos habían pasado quizás sus momentos más alegres. En el mismo invierno hubo un día que por él  frío realmente fuerte no pudo salir de la casa hacia la suya, así que se quedó a dormir allí. Allí y en ese momento fue cuando hicieron… a Matt. Finalmente en primavera ocurrió algo horrible para Sara.

   ― Alejandro ―dijo Sara

Él la miró igual de cariñoso como siempre

   ― Dime, Sarita

   ― Alejo… estoy embarazada

   ― ¿¡QUÉ!? ―Gritó muy nervioso, horriblemente nervioso

Este corto dialogo siguió el desesperado intento de que ella ni hablara con nadie sobre su embarazo. Esto no se debía saber por ningún motivo. Antes de terminar la primavera Sara obedecía lo que el Padre le dijo

   ― El aborto es lo indicado, la Sor me lo dijo anoche, ya lo sabía

   ― ¿Cómo es eso?, los abortos son sin querer no por gusto

   ― Hay en la ciudad personas que abortan

Sara miró su vientre, aún no crecía.

   ― ¿Perder a mi hijo?

   ― La Sor dice que es lo indicado, ―fue a un mueble y sacó dinero―usa esto y no vuelvas hasta no tener al bebé.

Cuando Mariela, su madre, le preguntó si estaba embarazada se fue a la Capital Regional, ahí se encontró con su hermano Patricio y vivió con él un tiempo, con él y su pareja. Hasta que un día él notó el embarazo, bueno, lo notó Maura que también estaba embarazada. Sara le contó a su hermano lo que quería hacer, lo que vino a hacer en realidad. Su hermano le ofreció que viviera con ellos hasta tener trabajo y poder mantenerse a ella y a su hijo. Sara aceptó. Sara tuvo un embarazo sano, estaba ya empezando a querer a su hijo; pero el embarazo de Maura era algo más complicado un día le llegaron las esperadas últimas contracciones y se fueron Maura y Patricio rápido al hospital. El bebé nació, fue de milagro, nació el pequeño Martino Simón. En uno de los controles de Martino Simón, nació Matt, cuando no había nadie más en casa, Matt nació como todos los luceros, en su casa. Maura y Patricio llegaron cuando ya había nacido, nacido en la cama de Sara.

   ― ¿Cómo se llama? ―preguntó Maura cuando todos se habían calmado

   ― No lo sé, tengo penado uno pero no.

   Todo marchaba bien hasta que Martino Simón, a los meses de fallecido, falleció. Maura estaba sin consuelo, una noche vio Sara a Maura tomando a su hijo no tenía nombre pero le decían “La Guagua”, y tomó una decisión, se fue de la casa solo dejando una nota.

   “Mi hijo será más, como suyo, que como mío, cuídenlo.”

Maura estaba feliz (?) con la noticia, parecía no recordar que ese no era su hijo, Patricio solo por el bien de Maura no le fue a devolver el bebé, además, igual lo quería y le encontró razón a Sara. Quizás los tres estaban haciendo lo correcto o quizás estaban presos en la misma locura. El pequeño bebé que solo Sara sabía el nombre ahora era Martino Simón, o como le decían Matt para diferenciar de quién hablaban.

El bosque prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora