Capítulo veinticinco (25/32)

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   Sara sabía que debía decirles la verdad, pero la verdad era muy fuerte y muy delicada, prefirió suavizarla lo más que fuera posible y no mencionar la palabra “amor”

   ―  Él me embarazó y me dio dinero para que matara al bebé, pero se lo di a Patricio

   ― ¡Te embarazó!, ¿¡cómo!?

   ― ¡Julieta, no hagas preguntas tontas!, has es estado embarazada tres veces

   ― ¿Matt es hijo del Padre? ― dijo muy extrañado

   ― Sí

   ― ¿Y Matt sabe algo?

   ― Solo que es hijo mío

Conversaban afuera del baño cuando Julieta vio la toalla ensangrentada

   ― ¿Y esa sangre?

   ― ¿Cuá...? ¡¡¡AH!!! ―se tapó para no verla

   ― Sara, es solo un poco de sangre, pero de dónde salió

   ― YA, sí, pero bótala

   ― Sara, ¿el Padre se enojó mucho contigo?

   ― Me amenazó con echarme

   ― ¿Y qué pasó?

   ― Martino lo convenció de que no

   ― Si no querías que se diera cuenta de que su hijo estaba vivo, ¿por qué lo invitaste?

   ― ¿Yo? ―dijo extrañada― creí que tú lo habías invitado

Gustavo estaba muy confundido.

   Ya era tarde, Julio se fue solo a su  casa. Sofía y Alejo ya estaban dormidos, al mismo tiempo Alexis y Matt comenzaban a dormirse también. En la otra casa trataban de convencer a Sara de que no tenía que odiar a Matt y que él era su sobrino, no el hijo que solo tuvo y que Patricio es el papá, que no tenía por qué no quererlo, aunque la verdad solo era para hacerla sentir mejor.

   Julieta se fue con Sara a buscar a los niños, todos dormían  y hacían mucho frío como para llevárselos; así que los dejó durmiendo ahí.

   Al día siguiente Matt despertó acostado junto a su prima, vestido igual que el día anterior, lo cual cubría una manta, no recordaba cómo había terminado acostado al lado de su prima. Su prima seguía dormida cuando despertó y fue por Alejo y Sofía. Sofía no despertó, así que se la llevó a la casa dormida. En la casa Gustavo abrió, cosa que nunca pasaba.

   ― ¿Y tu tía?

   ― No sé, desperté y nos vinos para acá

   ― Qué raro― se movió para que pasara― deja a Sofía en su pieza.

Así hizo.

   ― ¡Matt! ―lo llamó Gustavo

   ― Dígame

   ― ¿Tu tía te invitó a  Luz Viva o yo?

   ― Fue ella, nos llamó a la casa y nos invitó a todos

   ― Ah, ¿por qué no vino nadie más?

   ― Nadie más quiso venir

   ― Qué raro, ¿vas a salir?

   ― Creo que sí, ¿por qué?

   ― Decía. Matt, quiero hablar contigo, si quieres después sales

   ― Sé que supiste cosas que no era necesario saber

Sonrió, le dolió recordar la idea

   ― Sí. ―dijo suavemente

   ― Quiero que no le hables a tu tía sobre eso.

   ― Tranquilo, tío: no pensaba hacerlo

   ― ¿Qué hablaste con el Señor de la Sor?

   ― Me dijo que si no me quedaba los iba a echar a todos ustedes ―dijo indeciso y nervioso

   ― ¿A quién quiere echar?

   ― A todos los que sean familiares míos y a los vecinos incluido usted.

Gustavo puso unos grandes ojos muy sorprendidos y nerviosos.

   ― ¿Qué le dijiste?

   ― Aún no respondo, pero creo que debo aceptar

   ―Ya, Matt, era eso ―dijo con los ojos algo cristalinos― váyase no más, gracias

Matt salió y Gustavo salió a buscar a su esposa.

   Matt tocó la puerta de los Ceballos y Julio le abrió la puerta, lo tiró de la polera, cerró la puerta y lo besó repentinamente.

Matt le sonrió luego del beso

   ― Gracias, Julio, te amo

   ― ¿Gracias?, ¿por qué?, gracias a ti, yo te amo

Matt volvió a sonreír y abrazó a Julio

   ― ¿Tus papás?

   ― Están es la casa de los De la Sor

   ― ¿Por qué?

   ― Los llamó le señor

   ― Me están presionando, no quiero ir aún, ¡sé que tengo que ir hoy!

   ― ¿De qué hablas?

   ― No importa

   ― Matt, dime, confía en mí

   ― Que si no me quedo a dirigir Luz Viva los echarán a ustedes y a mis tías

   ― ¿¡Qué!?, no me quiero ir

   ― Creo que yo tampoco me voy a poder ir

   Julio emocionado ― ¡En serio!

   ― En serio ― sonriendo levemente

   ― Ya tenía miedo de que no estuvieras para el día del crecimiento

   ― ¿Qué es eso?

   ― El día que uno cumple años, se junta uno con la gente que más quiere, eso es el día del crecimiento, ¿nunca has tenido uno?

   ― Eso para mí es un cumpleaños

   ― Bueno, debe ser lo mismo

   ― ¿Cuándo es?

   ― Es el 25 de febrero

   ― ¿A cuánto estamos?

   ― ¿Hoy?... em… ―vio un calendario cercano a él― ¡A 18 de febrero!, Uau

   ― ¿No te habías dado cuenta?

   Julio rio ―mentira, si llevo contando desde que empezó enero

   ― ¿Qué quieres de regalo?

   ― ¿Regalo por qué?

   ― Por tu cumpleaños

   ― No, nada, ¿cómo se te ocurre?

   ― Yo solo decía

Cuando llegaron los padres de Julio miraron a Matt

   ― Matt, los De la Sor lo llaman

El bosque prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora