El bosque prohibido

Capítulo veintinueve (29/32)

   ― Como mi predecesor, el Señor de Luz Viva, el señor Silvio de la Sor me presentó a mí y como a él lo presentó su predecesor ―apuntando a su padre―, yo debo presentar a mi sucesor.

   Matt salió de dónde estaba

   ― ¡He aquí mi sucesor, Martino de la Sor!

   Cayó en cuenta que había salido antes, al menos llegó al lugar correcto.

La gente comenzó a hablar entre sí

   ― Es verdad, no lo conocen, pero es mi hijo, lo mandé de bebé a otra ciudad con su único tío para que aprendiera el liderazgo y a querer las cosas como solo alguien que sufre puede desearlas.

   Todo fue silencio.

   ― Oremos por el nuevo De la Sor y  futuro Señor de Luz Viva. ― Matt se arrodilló y bajó la cabeza, ahí el Señor se la Sor le puso la cruz De la Sor en su cuello.

Después de que oraron usando palabras que Matt no entendió. Luego de la misa comenzaron a salir por familias y Matt miraba a cada familia, el padre de la familia le había una referencia y Matt un saludo con la cabeza, fue un largo rato de reverencias, hasta que al fin terminó y no quedaba nadie más que Matt.

   La gente se comenzó conglomerar en las cercanías de la iglesia, hablando sobre el nuevo Segundo Hijo Único de la Sor, algunos estaban de acuerdo con él y otros no estaban contentos de que un afuerino fuera el Segundo. Matt podía oír cosas a su favor y en su contra, miraba a la gente y la oía. La gente no parecía notar que afuera de la iglesia también era cerca de que hacían un gran eco en toda ella.

   El Señor Silvio de la Sor salió y dijo muy fuerte:

   ― No contradigan al Cielo ―Dios―, porque él sabe lo que hace… o podrían desatar su furia.

Silencio.

   ― Ojalá que sigan el camino correcto  no enfurezcan al Señor de los Cielos.

   Ya era oficial, él era parte de la familia más importante de Luz Viva…

   ― ¿Puedo ir donde Julio?

   ― Si quieres que duerma acá. Tienes total libertad dentro del juramento.

   ― Gracias ―se paró.

   Ya eran las siete de la tarde cuando Matt llegó donde Julio, antes de tocar la puerta oyó a Francisco y a Mariana hablando de lo desubicada que había sido Sara con el Padre Alejandro y de que Julio le convenía estar cerca del próximo Señor de la Sor, que eso le aseguraba el futuro, eso significaba que ya nunca más lo iban a tratar como alguien más, ahora era alguien importante, respetable y que convenía  tenerlo cerca, por lo cual iban a  ser muy amables y atentos. No quería seguir oyendo, golpeó la puerta y Julio abrió.

   ― ¿Quieres ir a dormir a mi casa?

   ― No sé, Matt, deja preguntar

   ― Mamá, ¿puedo quedarme a dormir a la casa de Matt? ― gritó desde la puerta

   ― Sí, anda no más, y mándale saludos de mi parte.

   ― Abuelo, ¿dónde puede dormir hoy Julio?

   ― No hay más lugar que tu cama, total, los dos son hombres

   ― Es verdad ―y se fueron antes de que el Señor se la Sor pensara otro lugar.

   ― ¿Crees que algún día podamos besarnos en público sin problemas?

   ― Trataré de volver al pueblo menos conservador, pero por ahora me conformo con la Unbeso

   ― ¿Unbeso?

   ― Bueno ― y lo besó, no fue hasta después del beso que Julio entendió.

Tenían la puerta cerrada con pestillo y se iban a acostar, Matt se sacó los zapatos y se acostó en la cama.

   ― Acuéstate a mi lado ―dijo Matt

   ― ¿Piensas dormir con polera?, ¿no sudarás?

   ― Tienes razón ― se sacó la polera

   ― ¿Piensas dormir con los pantalones?, ¿no te apretarán?

   ―  Es cierto ―se los quitó

   ― Julio, dicen que los calcetines al dormir hacen mal

   ― Si tú lo dices ―se los quitó. Un pequeño movimiento casi innotorio delató que Julio quería que Matt siguiera

   ― Julio mío, ―el movimiento sutil se volvió una disimulable erección― entre menos ropa se use al dormir, mejor se duerme.

   ― Todo sea por una buena noche de  sueño ― ríe cortamente

   Matt lo quedó contemplando un momento

   ― ¿Y tú?, ¿vas a dormir así? ―dijo Julio con intensión de hacer lo mismo que Matt

   ― ¿Dormir? ―le miró el sexo a Julio―, por lo que veo, lo que quieres no es exactamente que me acueste a dormir conmigo

Julio se puso un poco rojo,  se acercó a Matt y […] se recostaron a dormir ambos, uno abrazando al otro, piel contra piel.

   ― Te amo, Julio ―le susurró al oído mientras se abrazaban

   ― Y yo te amo a ti, Matt ―le respondió entrelazando sus dedos a los de Matt.

   Fue lo último que se dijeron antes de quedarse ambos dormidos en ese lugar solo de ellos.