Capítulo dieciocho (18/32)

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   Alexis fue corriendo a su casa, su madre la vio.

   ― Sisi, hijita, ¿qué le pasó?

   ― Mamá, hice llorar a Martino

Julieta al escuchar eso se molesta, era notorio

   ― ¡Alexis!, ¿qué hiciste?

Alexis se asustó

   «― ¿Alexis?» ―pensó ella

   ― ¿Por qué lo hiciste llorar?

   ― Fue sin querer

   ― Más te vale cabra’e mierda

   «― ¿Por qué se enoja tanto?» ―pensó― No fue mi intensión

   ― Más te vale, ¡más te vale!, quédate en tu pieza y no me hables hasta que yo lo haga

   Cuando Julieta se fue Alexis quedó sorprendida.

   «― ¿Qué le pasa a mi mamá?»

   Julieta se fue a su pieza a relajarse, esto era horrible para ella, no estaba mal por retar a su única hijita sino porque Matt lloraba.

   Mientras en la casa de Sara, Matt y Julio se abrazaban para consolarse mutuamente de pronto sintieron unos

brazos que los calmaron al instante, se miraron y ninguno lloraba, al  mirar su entorno no había nadie, Matt alcanzó a ver un trozo del vestido que usaba la Sor pero justo cuando ella desaparecía por el mismo lugar de antes

   ― ¡Sor Daniela! ― dijo Julio

   Matt se sorprendió con su exclamación

   ― ¿Cómo lo sabes?

   ― Se dice que cuando ella te consuela dejas de llorar con solo un toque suyo

   ― Pues sí fue ella, la reconocí

   ― La reconociste

   ― ¿Recuerdas que te dije que la vi?

   ― Ah verdad

   ― Pues no la he dejado de ver y la última vez que la vi desapareció por el mismo lugar que la vi recién ―miro el lugar descrito

   Julio no lo podía creer, se sentía muy especial. En el colegio que iba, que tenía un nombre muy predecible, le habían enseñado que si la Sor te tocaba eres digno de ella.

   ― ¿Adónde se va la Sor?, ¿dónde vive?

   ― En la casa de los De la Sor

   «― ¡Ah!, ¡acá todo es De la Sor!»

   ― Debemos ir para allá; si ella te toca eres especial y los De la Sor te recompensarán

   ― ¿Ir?

   ― Sí, allá estará ella si eres especial

   ― Bueno, vamos pero háblame sobre ellos

   Mientras iban Julio le resumía a Matt sus clases de historia

   ― Ya, mira, los De la Sor son una familia especial porque ella los eligió para guiar al pueblo tras su muerte;  ella como es un muerto puede ver, oír y saber todo, lo cual se lo dice al Señor de la Sor, actualmente, don Silvio de la Sor y su sucesor es el padre Alejandro de la Sor o El Hijo Único; por ser el Hijo Único debe tener su propio Hijo Único, no importa que sea cura.   

   Recuerda ellos lo saben todo, la Sor se los dice, no puedes ocultarle nada, es inútil, ellos saben todo, ellos pueden tomar de decisiones sobre cualquiera, su palabra es ley.

   ― ¿Desde cuándo?

   ― Desde que murió la Sor, ella estaba encargada de administrar Luz Viva antiguamente

   ― Ah… ¿Y no te parece raro?

   ― Eh… no, ¿por qué me parecería raro?

   ― Mmmno… por nada

  Llegaron momentos después a una casa grande, innecesariamente grande pensando que solo vivía una familia de tres personas.

   Julio golpeó la puerta, la cual se abrió por el golpe.

   ― ¿¡Alo!?, ¿alguien?

Una mujer de poca edad, aparentemente rodeando los 20

   ― ¿Sí?, qué necesitan ―ella se veía y actuaba muy amablemente

   ― Queremos hablar con el Señor

   ― ¿Para qué lo necesitan?

   ― Tuvimos un contacto con la Sor

   ― ¿De qué tipo?

   ― Físico

   Matt oía desconcertado

   ― Ya, lamento dejarlo afuera pero no puedo dejar pasar a nadie sin permiso de los dueños

   ― Gracias, señorita ―mientras se iba a buscar a alguien

   ― ¿Es necesario hacer esto?

   ― Sí, es necesario ―se tomó tras la espalda la muñeca con la mano contraria y se paró expectante.

    Después de un rato llegó un hombre que bien podría ser su abuelo por la edad-

   ― Pasen, síganme ―Los llevó a una pieza aparentemente hecha para recibir gente

   ― ¿Qué pasó?, ¿por qué están aquí?

   ― Como ya debe saber ―dijo Julio― la Sor nos visitó y nos tocó cuando llorábamos

   ― ¿Sí?, ¿la habían visto cuántas veces antes?

   ― Él la vio varias veces antes

   ― ¿Cuántas? ―dijo mirando a Matt

   ― Unas… cuatro, más o menos

   ― Desde cuándo

   ― Desde que llegué

   ― Interesante, ya vengo ―el hombre se paró y se fue del cuarto

   ― ¿Y sor Daniela?

   ― No sé, Matt; tú solo haz caso

   «― ¿A un extraño que me llevó a una pieza cerrada donde nadie sabe que estoy?, qué fácil decirlo»

   Parecía eterna la espera, ya ninguno estaba hablando, estaban echados en las sillas. Había pasado tanto tiempo esperando que estaban quietos mirando un punto fijo, quietísimos ¡Al fin!, alguien venía, abrieron la puerta, era el padre Alejandro y el Señor de la Sor.

El bosque prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora