4.

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—Creí que estabas muerto.

Sentí que su agarre pasó de mi espalda hacia arriba, intensificándose en mi hombro, justo el hombro que tenía marcado.

El cabrón quería darme la vuelta para que viera su pinche jeta, pero ni madres, yo estaba más preocupado por irme a la verga.

—Voltéate pinche puto —pinche voz raspoza que se cargaba el vato.

Pendejo, ¿quién vergas se cree para darme órdenes?

¡Y no mames! No puedo aplicar la Ninja, puta suerte culera.

Seguí medio forcejeando con este wey y sentí su otra mano acercándose.

Algo viajó de mi cabeza a mis piernas, me moví bruscamente para que me soltara y corrí fuera de ahí.

Pinches instintos de autoconservación, no son tan inútiles después de todo.

Me detuve para mirar atrás, no había ni madres. Ese wey no me estaba siguiendo. Dudo que siquiera me quiera para algo conciso, a lo mejor andaba drogado y quiere dinero, o a lo mejor soy yo el pinche pacheco por tanto puto analgésico.

Sentí mi pendejo corazón palpitar bien perras rápido. Pero me valió verga y seguí caminando. Hasta que el pinche dolor volvió y tuve que ir más lento.

Después de un buen, logré treparme a un camión, ya quería llegar a casa a tumbarme en la cama y dormir. Sí nenes, si me muero que sea a gusto.

—¡Mami, mami, no me salió ningún tazo!

—Ay mijo, ya no esté shingando. Esa promoción se acabó hace dos meses.

Mmta madre. Pinche gente castrosa y ruidosa. Que se maten.

—¡Pero yo quiero tazos mamá!

—En la casa ya tienes muchos.

Me levanté y me fuí a los asientos traseros del camión, donde no había gente pendeja.

Tenía cara de "chinga tu madre", así que quien chingados me viera le bajaba de verga a su pinche actitud pendeja de felicidad y confianza.

Llegué a mi casa chingos después, bien preparado para cambiarme, tragar algo, y quedarme getón. Un plan excelente, lleno de placer y satisfacción de esclavo a lo pendejo.

Me comí un plato de Burger Flakes, porque que hueva cocinar algo ahorita.

Ps ya, puse la puta alarma a las 2:30 am,  me cambié de ropa para dormir y me aventé a mi cama. A descansar como un oso obeso en invierno...

[ ... ]

¿Qué mamada suena así?

Estiré la mano para dar con el objeto en cuestión.

¡Ah, no mames! ¡Ya es bien tarde!

Ni me pinches cambié, salí así a la calle, no pasaba ningún puto transporte y mi cuerpo se quejaba del rápido esfuerzo.

Apuesto a que me veía bien pendejo afuera, cagándome de frío y esperando el pinche camión.

Me subí al primero que pasó, para mi suerte el cabrón estaba echando carreras con otro wey de atrás, así que iba a llegar vuelto-la-madre al pinche IMSS.

Bueno, si el pendejo éste no choca en el camino.

Fue gracioso ver a la gente hacerle parada y que este wey ni reduciera la velocidad. Lo tenían bien merecido por pendejos.

Pero ya no fue tan gracioso cuando toqué el timbre como ocho pinches veces para ya bajarme y nomás el cabrón no se detenía.

—¡Ya culero, yo bajo aquí!

—¡No esté mamando, no esté mamando joven!

Seguí tocando el pinchi timbre, puto chófer reptilíano mamón.

—¡Bueno ya cabrón, ya! ¡Bájate a la verga!

Finalmente detuvo el pinche camión, pero ya me había pasado como diez cuadras.

Ni bien bajé y el culero arrancó, tuve que saltar. Pues ya ni pedo, a caminar de pinchis regreso.

Cojeando wey, me fuí cojeando. Que pinche delicado salí, no mames.

Intentaba apurarme, porque el inútil sistema no daba para más. N'ombre, lo único bueno es que era gratis.

Llegué pasando por chingos de gente, y luego recordé la ficha que tenía que entregar.

Lo bueno es que sí la traía, no pregunten dónde.

La saqué y se la dí a la recepcionista.

— Bien joven, ahora espere al doctor.

Me senté en una de esas bancas culeras al lado del consultorio. Soy un hombre paciente...

¡Ah, pero que sorpresa!

Ni cuenta me dí, pero era obvio: me dormí, me despertó el doctor hablándome con una voz culera.

Entré con él a su consultorio. Él sacó varios papeles donde supongo decían lo que me pasó. Le vi los ojos, estaban rojos como si este wey se periqueara.

Empezó a examinarme, de una manera muy burda.

Alzó mi brazo, me dí cuenta que me comenzaba a salir urticaria.

El doctor volvió a su escritorio.

—Bien cabrón, deja de tomar tanto pinche analgésico. Tienes leves signos de intoxicación. Pero vas por buen camino. Ya no tomes nada y deja que tu inútil cuerpo se haga cargo.

—¿Qué mamada?

—Sí cabrón, piensa en grande, cómo los Licuados Alets, Alets, Al-éxito —sacó el anuncio de los papeles de su mesa.

Después de unos minutos, le exigí mi receta al pinche doctor.

—Mátese —le grité antes de irme.

Salí empujando a un chingo de gente que nomás estaba ahí estorbando, unos rodeando la recepción y otros cómo pendejos hablando de no sé qué mamada.

Dónde más había gente era en la entrada, observando la parte superior del edificio.

Y claro, como todo buen esclavo chismoso volteé a ver que madres causaba tanto revuelo.

Puta verga wey.

Había un pinche graffiti bien grande, ya saben, de la misma mamada; "(|:|)".

Pues me valió verga y seguí caminando. Quitando a la pinche gente de mi camino.

Apenas iba a cruzar la calle y escuché un grito bien pinche raspozo que salió del hospital, ese no era el pedo.

El pedo fue que justo después hubo un tiroteo mata-cristianos.

Llamaría a una ambulancia pero ahí está el hospital. La gente salió corriendo pendejamente hacia todos lados mientras se escuchaba un: "¡mátense!".

Que mamadas.

Intenté caminar más rápido pero

—¡Ven para acá, esclavo estúpido! —me gritaron.

Ya valí verga.

Lo peor es que sé qué es ese wey.

A Causa Del Estrés.【Negas×Pinchimono】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora