14.

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No, que hueva.

Me quité los zapatos y me puse ropa más cómoda, listo para echarme como oso.

Al chile mejor agarré una cobija, si, porque no mamen, no iba a destender mi cama ahorita que está bien chida y simétrica. Me hice taco con la cobija, bien envuelto aunque después me sude todo por el pinche calor, y me eché a dormir.

Mi celular vibró varias veces, pero si tenía sed desde hace un vergo y no había ido por agua ¿cómo por qué le daría más atención al pinche teléfono? Además estaba del otro lado de la mesa de noche.

Saqué los pies de la cobija y nomamen que rico.

Cerré los ojos, plácido. Relajado. Muy tranquilo.

Y no podía dormir bien, pero tampoco andaba en mis cinco sentidos, y hasta me daba hueva abrir los ojos, solo sentía mis músculos más relajados.

Odio mi vida.

El vato abrió bien culero la puerta, escuché todo el desmadre que hizo, ¿tenía copia de la llave de entrada o como chingados abrió?

Escuché sus pinches pasos pesados hasta la puerta de mi cuarto, luego como se rompía mi chapa porque el wey le soltó una patada para abrirla.

—¡Mamada levántate! ¡Apúrate que urge!

—¡No mames pendejo, mi chapa! Putamadre ¿Qué te dije de romper mis cosas?

Le valió verga y se acercó, me agarró del pie y me jaló fuera de mi cama, destendiéndola de paso. Me quitó la cobija de encima y la mandó a la verga y lejos de mí.

—Te estoy diciendo que te apures y te quedas ahí como imbécil.

Agarró algo del suelo mientras me subía a su hombro, ni pude patalear ya que sentí su otro brazo encima de mis patas.

Salió casi corriendo, pero eso sí, cerró bien la puerta principal.

Mínimo.

Ya afuera corrió hacia un carro todo culero y me aventó a los asientos traseros.

—Toma wey, póntelos -me echó en la cara un par de mis tenis, pero como buen pendejo agarró los incorrectos.

—¡Mames, los dos son izquierdos!

—Me vale verga.

Cerró la puerta y se subió para conducir, en chinga arrancó y yo me quedé tieso contra el asiento.

—¿Seguro que él sabe que pedo? -una morra habló.

No había visto que estaba en el asiento del copiloto hasta ese momento, su cabello rosado brilló gracias a la luz que entraba en el parabrisas.

—Simón, este wey es el de las marcas esas, de ahuevo tiene que saber algo.

Aceleró, ví como la morra también quedaba pegada a su asiento gracias a la fuerza de la velocidad.

Quería gritarle al pendejo que me dejara, pues yo ni sabía a dónde chingados iba a ir o qué pedo.

Que situaciones tan pendejas. Neta.

Un momento estás tranquilo echando hueva, y para el otro te llevan a la fuerza a no-sabes-dónde por no-sabes-qué. Nomás estoy esperando el plot twist que me haga quedar como tarado.

Frenó bruscamente y la chica lo pendejeo, el wey se bajó del carro, abrió la puerta donde estaba yo y empezó a jalarme de los brazos.

—Pinche gordo ¡bájate ya, mamón!

Me jaló hasta que me sacó y prácticamente me arrastró hacia la fachada de una casa, muy culera por cierto.

La morra tocó la puerta, como en clave o algo, se veía nerviosa y le temblaba uno de sus pies.

A Causa Del Estrés.【Negas×Pinchimono】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora