5.

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Ni madres que iba a ir.

Estaría bien pendejo si lo hiciera.

—Nel wey —le grité.

Iba a aplicar la Ninja, pero el wey ese soltó un pinche balazo a mi dirección como advertencia.

—¡No mames, cabrón!

Pude ver como ese pendejo alzó su dedo medio.

Me acerqué a regañadientes porque, no mames, ese wey puede matarme de igual manera si voy o no.

Cuando estuve como a dos metros de distancia, ese culero me jaló del brazo para aventarme dentro del pinche edificio.

Él estaba cubriendo la entrada, con su metralla en cada mano. Vi al rededor, había un chingo de gente en el suelo desangrándose o muerta.

Alguien al lado de mi se arrastraba hacia adelante, ese wey lo notó y le metió unas patadas en la cara hasta hacerlo retroceder mucho más de donde había salido.

Y casi me cago del susto, pensé que no había jeta más culera, pero era una pinche máscara. Igual con el mismo pinche símbolo. Pues no mames, ¿cuál es el puto afán de ese símbolo culero? A parte, yo lo había inventado.

Me quejé del dolor, pero pendejamente había llamado la atención del pinche loco ese.

Me miró el wey, lo sabía, sentí su pinche mirada sobre mí. Avanzó hacia acá, y por un momento temí morir.

—A ver, cabrón, ya. Ya, bájale.

Salió un doctor de quien-sabe-dónde a intentar controlar a este wey, y éste al verlo inmediatamente le apuntó con sus armas.

—¡Cállese!

Pinche doctor hardcore, ni se inmutó.

—A mí no me calles, soy tu pinche doctor.

Orále.

Que pendejadas.

Cambié de opinión, prefiero que me cargue la verga.

—Ya pinche Pin-

El pinche psicólogo ni terminó de hablar cuando el otro wey le metió unos balazos. Cayó muerto de inmediato.

—¡A ver, idiotas! ¡Les voy a dar chance de correr para salvar sus asquerosas vidas de esclavo! —vi como alguien se levantó, haciendo un chingo de escándalo en el proceso, para correr. Ese wey le disparó. —¡AHHHHHH! ¡CAMBIÉ DE OPINIÓN!

Sacó un galón con gasolina de la nada y lo tiró al suelo.

Había caído cerca de mí.

—¡Putas salas de espera! ¡Las odio!

Se acercó y lo pateó para que el líquido se esparciera bien. Sacó otro, y aún sosteniéndolo, fue echándoselo a la demás gente en el suelo.

—¡Me cagan todos!

Disparó en el suelo y de una pinche chispa se prendió todo a la verga.

El wey ya se había ido.

Sentí como se estaba calentando el azulejo del piso. Me levanté mareado, había fuego en todos putos lados.

Intentaba ver y, ¡a huevo! No había fuego en la pared de mi derecha, por ahí podría salir.

Tambaleándome caminé hacia allá, casi no podía respirar por el denso humo y empezaron a dolerme las pinches piernas por el fuego que me alcanzó a quemar.

Me ardían los ojos peor que cuando no duermo por ir a la puta Maquila.

Cuando salí, vi borrosamente al pinche wey este, bailando bien feliz el cabrón, incluso tarareaba algo bien putas raro.

Se podía oír a la gente gritar en el edificio en llamas. Por inercia, me alejé. Aún sentía a mis pulmones sin el suficiente aire.

—¿Tú qué haces afuera, puto? ¡Métete!

Ya me había visto. Valí verga.

Volteé a verlo, no tenía que ser un experto en el lenguaje corporal como para saber que estaba emputado.

Ah, sí, lo que sea.

Puto estrés.

—¿Y por qué chingados? Ni de pinche pedo me vuelvo a meter.

—¡Obedece, esclavo estúpido!

No sé ni cómo, pero se acercó lo suficiente a mi y me soltó un putazo el cabrón. Me hizo retroceder hasta la entrada.

—¡MÚSCULOS! ¡AHHHHHHH!

Gritó bien culero, y la pose que hizo sólo lo hacía verse más pendejo.

A lo lejos se empezaron a escuchar sirenas de policía. El wey volteó a verme y después se echó a correr moviendo las manos como si estuviera convulsionándo de una manera muy errática.

—¡Pinches putos! ¡Todos! ¡Maman!

Me pinches volví a levantar, ya quería irme a valer madres.

Caminé nomás un poco, una punzada en un pulmón hizo que me detuviera. Y empecé a toser.

Vale verga.

[ ... ]

Ya, al fin.

Después de chingo de tiempo recibiendo atención médica y declarando los hechos a la pinche patrulla, pude ir a casa.

Qué día tan culero.

Sólo quería ir al pinche doctor y casi me muero por pendejo.

Bueno, no tanto por pendejo, más bien, por la culpa de otro pendejo.

Sí, así suena más vergas.

Me aplasté en el sillón y prendí la pinche tele, quería ver las Tortugas Ninja.

Y como todo un don vergas, me calenté pizza fría del refri para atascarme.

Que bien se siente tener algo de puta paz en la vida.

A huevo que sí.

...como maman...

Oh, pero que pinche sorpresa. Neta, hasta casi ni la vi venir, nenes.

Abrí el hosico muy pronto, escuché un derrape cabrón en la calle, y segundos después, algo se estrelló cerca de mi casa.

Escuché como alguien abría una puerta con rapidez.

—¡No mames puto! ¿Qué te-

Callaron al vecino a balazos.

Como señora chismosa, me asomé a la ventana para ver que pedo.

El puto wey ese había estrellado un carro en la casa de enfrente y también había matado al pinche vecino.

Ps que bueno, porque la neta, ese vecino me cagaba.

El wey volteó a ver hacia acá.
Que puto wey raro, tenía seis dedos.

—¿Qué me ves? —gritó.

Se había metido a la casa ajena, no sé porqué madres.

No vaya a ser que se quiera quedar ahí a vivir.

Aproveché que no estaba alrededor y cerré bien todas las entradas y atraqué las posibles entradas que tenía en mi casa.

Y como la vida es un riesgo, me fuí a mi cuarto a dormir, porque no mamen, estaba bien putas cansado.

A ver si no amanezco violado a la verga.

A Causa Del Estrés.【Negas×Pinchimono】 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora