La verdad no me molestó en lo absoluto que quedara esa obra. También era una de mis opciones. Elena comenzó a parlotear sobre la pobre Antigona, y solo me hacía sonreír. Sus argumentos eran muy divertidos. Al salir del salón Elena dijo que tenia que preparar su audición. El aviso de que las clases habían terminado hizo que Elena me arrastrara hasta la salida con su imponente energía. No me había dado cuenta de que el chico de esta mañana me estaba hablando hasta que Elena me codeo las costillas.
- Disculpa, hola soy Ian. ¿sabes? . No le digas a nadie pero yo voté por tu propuesta. Creo que fue la mejor.- ahí estaba su sonrisa de oreja a oreja.
- Gracias - Murmuré, tratando de devolverle la misma sonrisa, pero no pude.
- Veo que ya conoces a Elena. - dijo mirando a la chica que estaba a mi otro costado.
- ¡Oye!, estoy aquí. - dijo Elena - y ella es mi nueva amiga Keyla.
- Me gusta ese nombre. Entiendo que eres nueva, así que pensé en invitarlas a una fiesta el viernes.
- Claro, como le hablamos a los neandertales de tus amigos. Oh y no digamos de tu novia. - ¿novia?, eso captó mi atención.
- Ella ya no es mi novia.
- Pero va a estar ahí. Así que no gracias, Key acaba de llegar y no le voy a provocar un mal rato.
- ¿Y tu que dices? - dijo mirándome e ignorando completamente a Elena, a lo que ella le sacó la lengua.
- Amm, yo.... lo siento no puedo. Tenemos que desempacar.
- Tal vez en otra ocasión. - dijo aún con su sonrisa. ¿Porque sonreía tanto?. Escuchamos que alguien dijo su nombre a lo lejos.
- Bueno, tengo que irme. Nos vemos luego Key y Elena.
- Ah - suspiro con pesadez - es todo un Don Juan. Y también es un buen tipo, pero no sabe elegir chicas.
- Hablas de su novia - dije aún mirando la dirección en la que se fue.
- Sip, esa chica necesita un buen golpe.
Afuera del Instituto el coche de mi padre esperaba a unos metros de ahí.
- Ahí esta mi papá - dije y Elena asintió. Caminamos hasta el coche y al abrir la puerta noté que estaba manchado de pintura de diferentes colores. Su ropa, sus manos, su rostro y hasta su cabello.
- ¿Pero que...? - me detuve, era inútil preguntar.
- Estábamos pintando la casa y se nos fue el tiempo. Pero aún te dejamos un poco de diversión. - dijo mi padre y me guiño el ojo.
- Papá ella es Elena, Elena él es mi papá.
- Hola señor un placer conocerlo.
- Me puedes decir Dave. Me alegra que sean amigas.
Al llegar a casa pude notar que por fuera ya estaba pintada de otro color, se veía mas alegre. Tanto que me hizo sonreír, mi mamá si que sabía de estas cosas. Entré a casa y ya olía a comida. Mi papá entró detrás de mi.
- Y, ¿que te parece? - preguntó.
- Es magnífico.
- Todo el día estuvimos pintando. Solo nos falta la parte de arriba y la sala. Así que tendré que comprar más pintura.
- Les ayudare a pintar.
- Ya casi está la comida - dijo mamá desde la cocina.
- Que bien. ¡comida!. - mi papá se frotó el estómago. Y eso me hizo reír.
Subí las escaleras para dejar mi mochila. Sin duda mi cuarto también necesitaba una buena pintada. Sonreí al notar algunos cambios en mi habitación como bocetos de dibujos en la pared. Mi mamá ya tenía planeado pintar aquí. Me senté en mi cama aún me faltaba desempacar muchas cosas.
Lo bueno era que no me habían dejado mucha tarea en la escuela. Al poco rato baje y me fui directamente a la cocina.- Ya esta la comida Key, puedes sentarte. - dijo mamá. Sonreí, pero al ver su expresión la sonrisa se fue borrando, se veía cansada. Y aunque siempre sonreía aún se le notaba el cansancio.
Vi a papá de reojo pero el solo negó con la cabeza. Eso significaba que no hiciera algún comentario al respecto.
- Vi tus bocetos en mi habitación. - dije y la cara se le iluminó un poco.
- Ah si, me inspire un poco y aunque ahora no les veas sentido cuando tengan color. Se verá muy bien.
Comimos casi en silencio, la verdad es que mamá se veía demasiado cansada como para hablar y papá se veía un poco desesperado apenas y sonreía. Yo trataba de hablar sobre algo pero casi no había conversación.
Estas situaciones se iban frecuentando desde que mamá enfermó y las odiaba. No me gustaba que mi mamá se apagara de repente. Odiaba que se viera tan cansada, como si en cualquier momento fuera a caer desmayada de cansancio. Odiaba que ella estuviera enferma. Y también me sentía tan inútil de no poder hacer nada para evitarlo. Por ello sería doctora en algún futuro no muy lejano. Quería ayudar a personas como mi mamá o como mi primo, el cual estaba enfermo del corazón. Era doloroso solo verlos sufrir y no poder hacer nada. Me imaginaba como se sentía Papá en esos momentos.
Después de unos minutos mi papá llevó a mi mamá a dormir. Ella ni siquiera tenía energía para discutir. Yo me quedé a lavar los trastes y cuando acabé subí a mi habitación para terminar los deberes de la escuela. De repente la cara de un chico se me vino a la cabeza. Su cabello negro y esa sonrisa la cual se veía tan sincera como si no le costase sonreír. El brillo en sus ojos y lo hiperactivo que era. Sin darme cuenta ya estaba dibujando su rostro en una hoja de mi cuaderno con la pluma que tenía en mi mano. Al terminar miré el dibujo, definitivamente ese chico me gustaba. Suspire sabiendo que tal vez él nunca se fijaría en mi de esa forma, además aún estaba el tema de su supuesta novia y apenas había cruzado algunas palabras con él. Era ridículo. Me levanté de la cama, y fui hasta la ventana, la imagen de mi mamá me llegó a la mente, me preocupaba. Instintivamente toqué la cadena de plata que me había regalado en mi cumpleaños. Subí la ventana y esta vez se abrió por completo. La brisa fresca dio con mi cara, se sentía bien. Este iba a ser un largo camino.