Acompañamos a mamá a la cita con el médico, cuando la mandaron a llamar tuvo que entrar sola. Mi padre estaba a un lado mio, y estaba muy callado al igual que yo. Los dos amabamos a mamá y esto nos ponía muy tristes.
- Iré por algo de comer a la cafetería, ¿Quieres algo? - preguntó papá levantándose de su silla. Negué con la cabeza, la verdad es que tenía ganas de vomitar. - ¿Segura?, tal vez estemos aquí por otro rato más.
- Si, segura. Gracias papá.
Me quedé ahí sentada, con mis ganas de vomitar.
- ¿Keyla? - levanté la vista un poco sorprendida.
- ¿Qué haces aquí? - dije.
- Vine a visitar a una amiga. ¿Y tu?
- Mi madre tiene cita con el médico, es de rutina. - Ian se sentó a un lado mio, donde estaba mi papá anteriormente.
- ¿Vienes sola?
- No, mi papá fue por algo de comer
- Esta bien. Me quedaré aquí hasta que salga tu mamá de ese consultorio.
- No tienes porqué hacerlo, pensé que ibas a visitar a tu amiga.
- Sip, ya venía de regreso. Así que me quedaré aquí el tiempo que sea necesario. - sonreí, era imposible discutir con él.
- Deberías sonreír más, tu sonrisa es hermosa - lo miré atónita, ¿acababa de escuchar bien?.
Alguien carraspeo.
- Ian, ¿Qué haces aquí? - mi padre nos veía con los brazos en garras.
- ¿Cómo esta señor Robinson? Pasaba por casualidad, y quise acompañar a Keyla.
- Si claro, por casualidad. - murmuró papá sentándose al otro lado de mi. Puse los ojos en blanco.
Minutos después mamá salió acompañada de un doctor y una enfermera que la ayudaba a caminar. Papá se levanto de inmediato para ayudar a la enfermera.
- ¿Cómo está mi mamá? - pregunté.
- Al parecer todo va bien. Mientras siga tomando sus medicamentos y viniendo a sus citas en algunos dos años estará completamente bien. - dijo el doctor.
- Gracias Doctor. - dijo mi padre sosteniendo a mi mamá por los hombros.
- No hay problema. Ahora se sentirá exhausta y tal vez tenga mareos pero es normal por los medicamentos. Mañana se sentirá mejor. Cualquier cosa que necesiten estaré en mi consultorio.
- Hola Ian, me da mucho gusto verte. - dijo mamá sonriendole cálidamente.
- A mi igual Grace - dijo Ian levantándose de la silla.
- Bueno, vamos a casa - dijo papá.
- Dave espera. Creo que Keyla debería ir con Ian. - mi padre la miró con desaprobación.
- No se. ¿Se irán caminando? - Dijo papá sin ceder.
- Emm... traigo un auto señor - dijo Ian.
- Y desde cuando los jóvenes pueden manejar.
- Dave, vamos a casa.
Mi padre se fue con mamá en brazos refunfuñando.
- Genial, creo que tu mamá me ama. - dijo Ian a mi lado.
- Ella es cálida con todos.
- Sólo tengo que ganarme a tu papá y listo. - Suspiró - ¿vamos?
- ¿A dónde? - dije siguiéndolo.
- Te enseñaré mi lugar favorito.
Subimos a su auto, un coche gris.
- Tranquila no muerdo, al menos no en la primera cita. - Mordí mi labio. ¿Esto era una cita?. Soltó una carcajada. - Keyla te has puesto roja.
- amm.... irás a la reunión en la playa? - traté de cambiar la conversación.
- Si. Pensé que ya habíamos pasado la fase de nervios. - dijo mirando al frente.
No contesté, estaba muy nerviosa para hablar. Encendí la radio para llenar el ambiente de ruido y así no tener que hablar.
Ian me miraba por el rabillo del ojo ¿estaba muy lejos el lugar especial?. Las casas desaparecieron un poco se veían aún más árboles, la tarde era cálida, bajé un poco la ventana del auto para que el aire fresco entrara Ian hizo lo mismo. Cambié la estación de radio dos veces lo que provocó la risa de Ian.
- Key, tranquila. Ya llegamos. - detuvo el auto. - vienes?. Bajó del auto. Abrí la puerta y también salí, sonreí había pocos árboles y gracias a eso se podía ver todo el pequeño pueblo desde aquí.
- ¿Te gusta? - dijo Ian también mirando al horizonte.
- Es hermoso. ¿Cómo descubriste éste lugar?.
- Cuando era pequeño me gustaba explorar, siempre recibía regaños por mis padres ya que algunas veces llegaba a casa lleno de lodo o herido. Pero valió la pena. Encontré este fabuloso lugar.
- Pobre de tus padres.
- Lo sé. Pero aún así me aman.
- Ahora resulta que todos te aman.
- No todos, aún me falta una persona. - sentí su mirada en mi.
Me ruborice enseguida, ¿enserio era tan fácil endulzarme?- Bueno, lo mejor de todo es sentarse bajo el viejo roble. - dijo.
Fuimos al roble gigante que estaba separado de los demás, y nos sentamos.
- ¿Tu mamá está bien?
Suspire. - Si, solo que aveces tiene algunas recaídas, y se cansa mucho. Por ello aún tiene que venir al médico, cada mes.
- Ya oíste al doctor, ella estará bien. - nos miramos mutuamente, se sentía bien escucharlo decir eso. Me di cuenta de lo que estaba pasando minutos después y retiré mi mirada abruptamente.
Recordé el día de la cafetería, cuando lo llamó Alessandra.
- Keyla... - murmuró. Su voz se hizo más pesada o al menos eso me pareció a mi. Volví a mirarlo, me sorprendí un poco ya que de un momento a otro estaba más cerca de lo normal, su respiración chocaba con la mía.
Esto era como la vez que fue a mi casa. Se acercó más a mi lentamente, no me moví, no quería hacerlo. Dejé de pensar cuando sus labios tocaron los míos con delicadeza. Automáticamente cerré los ojos, sentí su mano en mi nuca, ¿qué estaba haciendo? No lo sé, pero ahora no me importaba. No había tenido muchas experiencias con los sentimientos y los besos, pero de alguna forma este era el mejor beso que me habían dado en mi vida.