Catorce.

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Estábamos todos sentados en la pequeña mesita, nuestros padres habían pedido bebidas y estaban platicando muy cómodamente, yo apenas y entendía algo de la conversación. Daniel me miraba con intriga y yo trataba de ignorarlo. ¿Porque justo ahora me lo tenía que encontrar?. Desde ese día de la fiesta, casi no lo había visto y además no tuve una buena impresión de él.

Miré a Daniel por un momento y a eso hizo que el ensanchara su sonrisa, voltee a otro lado sonrojandome.

— Key ¿por qué no vas con Daniel a traer nuevas bebidas? —mire a papá sorprendida, ¿él me estaba diciendo que fuera con un chico?. Daniel escucho la propuesta de papá y se levantó de inmediato.

— Por supuesto que yo la acompaño señor Robinson.

Frunci el ceño, ¿Qué pasaba aquí?. Me levanté de la silla sin entender del todo y caminé hacía donde vendían bebidas.

— No imaginé encontrarte aquí —dijo Daniel detrás mio.

— Creeme que yo tampoco.

— Desde el día de la fiesta no había tenido la oportunidad de hablar contigo.

No recordaba haber mantenido una conversación con él pero no dije nada.

Llegamos al puesto y nos formamos en la fila, un grupo de chicas estaba adelante de nosotros y miraban a Daniel cómo si fuera un postre, él también las miraba con una sonrisa de engreído, por un momento me sentí incómoda.

— ¿Y que vas a querer? —pregunté a Daniel, pero la pregunta la formulé mal.

— Pues, un beso no estaría mal.

— Que gracioso, hablo de bebidas.

— Uh, no lo se.

Gruñi con demasiada frustración.

— Ok, entonces para ti nada.

— Mejor yo pido las bebidas —dijo él poniéndose frente a mi.

— Yo me formé primero

— Pero yo soy más alto que tu —dijo como respuesta.

— ¡¿Y eso que tiene que ver?!.

— Pues, no quiero ofender pero no creo que alcances la barra para pedir las bebidas.

— ¿Disculpa? —¿se estaba burlando de mi estatura?, a pesar de mi aparente enojo, parecía divertido con mi expresión.

— Tranquila Keyla, sólo era una sugerencia.

— Yo puedo sola, gracias. —pase por su lado ya que éramos los siguientes, pedí las bebidas y cuando me las dieron miré a Daniel el cual estaba muy entretenido con las chicas de antes. — Daniel, serías tan amable de ayudarme a cargar las bebidas.

— Pensé que no querías mi ayuda. Estoy un poco acupado ahora.

— Bien lo hare yo sola.

No sabía como es que iba a cargar seis bebidas con pajilla yo sola pero lo lograría. Daniel apreció a un lado mio llevándose cuatro bebidas y dejándome dos. Quería matarlo, mi paciencia era  escasa estando él enfrente. Llegamos a la mesa en silencio, Daniel tenía una sonrisa burlona en su fea cara, al parecer le divertía hacerme enojar. Me senté de nuevo a un lado de mi papá quien no dijo nada al ver mi expresión. Después de unos minutos mas de charla, los adultos decidieron jugar boliche.

— ¿Y, sabes jugar? —preguntó Daniel a un lado mío.

— No.

— Yo tampoco.

Hasta mi último latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora