Doce.

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Deje de respirar, y lo decía en serio. De repente las pasitas me sabían agrias, y mi pecho se entumeció. Sally me miraba con una gran sonrisa en su cara.

No sabía que sentir, ¿enojo porque este mismo día Ian me había dicho algo parecido?, ¿culpabilidad porque a mi me gustaba el mismo chico que mi mejor amiga?, o ¿tristeza porque era obvio que Ian no era lo que parecía?.

— Keyla, ¿estas bien? Te has puesto pálida. —la sonrisa de su cara se borró por completo.

— ¿Porqué no me lo habías dicho antes? —susurré.

— Me daba pena, pero necesitaba decírselo a alguien y quien mejor que mi mejor amiga. Oye en serio estás bien?.

— No.... Digo si. —suspire ¿debía decirle lo de Ian?

— Sólo tengo miedo de corresponderle —la miré

— ¿Porqué?

— Porque es bien sabido que Ian es un mujeriego. Y tengo miedo de que Ian me haga una de las suyas. No solo Nancy fue su novia, si no también Alessandra, Miranda y no se cuantas más.

— Espera que no Alessandra y Miranda son amigas de Nancy?

— Si. Lo son. Aunque no estoy muy segura de su amistad.

— Chicas ya está la comida. —dijo papá  desde la puerta de mi habitación.

— Gracias Dave. —sonrió Sally.

Se levantó de la cama y salió de la habitación, mi padre se quedó ahí mirándome con curiosidad.

— Hija, ¿Qué tienes?. —preguntó.

Tenía ganas de llorar, ¿Porqué estaba pasando esto? Traté de sonreír, para que no me hiciera más preguntas.

— Nada, ¿Porqué lo preguntas?

— Tal vez porque te conozco mosco. Y sé que te pasa algo, aunque trates de engañarme.  

— Mmm, ¿no tienes hambre?. Huele delicioso. —pasé por su lado y baje las escaleras.

— Keyla.

Llegué a la cocina, nunca usábamos la mesa. No entiendo porqué.

— Hoy cociné tu comida preferida hija. —dijo mamá sonriendo. Sally ya estaba sentada.
           
—Señora cocina delicioso —dijo Sally.

—Gracias, me encanta cocinar — papá llegó con los brazos cruzados y se sentó frente a mi.

Mamá habló sobre su nueva pintura, estaba llena de inspiración, decía que la casa le daba ideas nuevas cada día y que de le hacia difícil almacenarlas todas, para empezar no sabía cómo es que una casa le daba ideas nuevas pero con respecto a la pintura mamá parecía otra. Me alegraba saber que ella estaba feliz por vivir aquí y haber encontrado una nueva inspiración, no me gustaba verla decaída.

No me había dado cuenta de que la estaba picando la comida hasta que mamá me llamó la atención por no comer. Le pedí disculpas y traté de comer mientras papá me daba una mirada inquisidora.

— Bueno, tengo que irme antes de que anochesca —Sally se levantó de la pequeña mesita que teníamos en la cocina. Acompañé a Sally a la puerta.

— Hay amiga, tu mamá en serio cocina muy bien. Ahora entiendo porque te ves más saludable. — Espera ¿Que?, ¿trataba de decir que estaba engordando?, me dio un beso en la mejilla — te veo mañana en la escuela.

Le dije adiós con la mano. Tal vez mal interpreté las cosas. Entré a casa y subí directamente a mi habitación, tomé mi teléfono de mi buró y tenía dos mensajes de facebook, los abrí, para mi gran decepción eran de Ian.

Hasta mi último latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora