Los días en Corea habían sido extrañamente tranquilos y buenos. Sobre todo porque los principales problemas de la empresa habían sido resueltos, por supuesto que aún debía seguir trabajando duro, pero me sentía feliz de haber logrado tanto en tan poco.
Gracias a Dios, las personas heridas se estaban recuperando bien y lamentablemente por las personas fallecidas, sus familias habían sido indemnizadas y yo misma me había encargado de acercarme a las familias y entregarle mi apoyo. Pese a que la culpa no fue nuestra, se habían perdido vidas por la mediocridad y su mal trabajo realizado por la empresa de gas, hombres inocentes han tenido que pagar. Por supuesto que no dejé pasar el hecho y tomé acciones legales importantes respecto al mal trabajo que realizaron en la instalación.
Por otra parte, extrañaba a morir a mi hijo y esta larga espera se estaba haciendo eterna. Estas dos semanas que habían pasado casi me hacían dejar tirado todo y volver cuanto antes con mi pequeño. A veces lloraba y pensaba en lo mala madre que me estaba convirtiendo por dejar a mi hijo solo.
No será para siempre—pienso. Honestamente, sentía que me gustaba mucho mi trabajo pero Leo... no quería dejarlo solo y mucho menos quería perderme su infancia por trabajar tanto. El trabajo se estaba llevando casi todo mi tiempo y aunque estaba en Corea, no había podido salir mucho. Había visto a mis amigas tan sólo un par de veces, aunque sin duda, haber visto a mis chicas ha sido lejos lo mejor que me ha pasado aquí en Corea. Pensé que nunca más podría reunirme con ellas aquí y ha sido como un sueño hecho realidad. También me alegré tanto de ver a mis pequeños sobrinos. Eun Ji, hija de Taeyeon y Jung Min estaba impresionantemente grande y preciosa, y también por fin había podido conocer al hijito de Sunny y Sung Min. Man Se era un bebé regordete de 8 meses de edad y no podía ser más adorable. Verlo en fotos no era suficiente para apreciar lo lindo y parecido que era a su madre. Y luego estaba Yun Ji, tan hermosa y linda como siempre, mi pecho llenaba de orgullo al ver a Yong Hwa y Seohyun ser tan buenos padres.
Ah, Seúl. Todo parecía estar casi igual desde la última vez que estuve aquí y estar en casa me hacía querer quedarme. La gente, el entretenimiento, la comida, todo. Sin embargo, eso no era posible permanecer más tiempo aquí, mi hijo me necesitaba también y yo lo necesitaba a él.
—Buenos días, vicepresidenta.—me dice Sophie cuando llego a trabajar por la mañana.
—Buenos días, Sophie. ¿Qué tal tu día?
Ella me sonríe amablemente.—Estoy perfecta.
—¿Has logrado conocer un poco más de la ciudad?
—Sí. Me gusta mucho la gente de aquí. —me dice mientras me sigue hasta mi despacho.—Aquí están los informes impresos que envió su hermana y también ha llegado una invitación de del señor Jeong.
Yo asiento.—¿De qué es la invitación?
—Una cena con más empresarios para esta noche en el Restaurante favorito del señor Jeong.
Sonrío conmovida.—me alegra que él se preocupe por presentarme a los de nuestro mundo.
—Creo que le agradó, vicepresidenta. Conseguiré un vestido para usted esta noche.
—Quisiera ir contigo.—suelto, sorprendiéndola.—Has estado comprando mi ropa tú sola y ni siquiera estoy segura de que compres ropa para ti también.
—Yo tengo lo justo y necesario, vicepresidenta.
—Llámame Yoona, por favor Sophie.—le digo con falso cansancio y le doy una sonrisa despreocupada.—dejemos el 'vicepresidenta' para cuestiones formales.
Ella menea la cabeza y se ríe.—Lo sé, es difícil tutiarl...te jefa.
—Te acostumbrarás. Vamos de compras después de la reunión.
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Escrito en el Agua
Fiksi PenggemarEl tiempo no pasa en vano y Yoona lo sabe perfectamente. Decisiones importantes que tomó, marcaron su vida para siempre en un antes y un después. Y ahora, que ya han pasado 4 años, olvidarse de todo ha sido muy difícil, pero por fin su vida es otra...