Capítulo 13 "Cayendo en picada"

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Podría decir que perdí la cuenta de cuántas veces soñé con que Kim Hyun Joong descubría la verdad sobre nuestro hijo. El hijo que yo le oculté. Siempre despertaba sudorosa, agitada y muchas veces, llorando. Y ahora, el secreto que le oculté y que me prometí nunca revelar, parece haberse desvanecido apenas Kim Hyun Joong tocó el timbre de mi casa y mi pequeño hijo le abrió la puerta.

Debí haber abierto yo esa puerta. —pienso.

Miro a Leo observar a Kim Hyun Joong como si estuviera de pronto hipnotizado por él. Mis ojos viajan a mi ex novio y a él parece que se le van a salir los ojos. Luce tan sorprendido como nunca lo he visto antes.

Ahjumma camina hacia mí y pone sus manos sobre mi antebrazo, haciendo de que de alguna manera yo despertara de mí ensueño y prácticamente corriese hacia Leo y lo cogiera en mis brazos.

—Es hora de dormir, cariño.—Le digo ocultado su cabecita en mi hombro. —Ahjumma te llevará a dormir. Le entrego a Leo a ahjumma y ella se lleva a mi hijo a su habitación.

Me miro la pulsera de mi muñeca con nerviosismo. No soy capaz de mirar a Kim Hyun Joong. Ahora que Leo se ha ido, no hace las cosas más fáciles.

Miro a Kim Hyun Joong. Él parece tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera ha vuelvo a pestañear. La puerta está abierta aún y mierda, no sé qué hacer. Siento como si estuviera cayendo en picada.

¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?

Él cierra la puerta de repente, asustándome.

—¿Q-Qué haces aquí? —titubeo. Cuando nuestras miradas se encuentran trago duro.

Su mirada se ha vuelto gélida. Hace tanto que no recibía una mirada de él así, casi olvido como me hacía sentir cuando me miraba de esa forma.—¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿No tienes una explicación que darme o... no sé. Algo que no sea esa mierda?

—Habla más bajo.

Él sonríe con sarcasmo. —¿Qué crees que estoy sintiendo ahora mismo, Im Yoon Ah? ¿Crees que me importa hablar bajo?

—Estas en mi casa y mi... —me muerdo la lengua cuando casi pronuncio hijo delante de él.

—Nuestro hijo querrás decir. —dice con las mandíbulas apretadas.

—Cállate. No hablemos aquí. Ven, sígueme.—le digo mientras camino hacia mi despacho. Él me sigue, pero se detiene en las fotografías de mi pequeño cuando era un bebé.

—¿Cuántos años tiene?—me pregunta mientras sostiene una fotografía de Leo y yo en su primera comida.

Dudo en si mentir sobre su edad. Mierda, podía mentir sobre la edad, quien en su padre, quien es su madre, pero, ¿cómo ocultaba el parecido que estos dos tenían?

—3 años.

—Estas enferma, Yoona. ¿Qué clase de persona te volviste? ¿Qué creíste? ¿Que yo nunca lo iba a saber? —me habla furioso. Las venas que se marcan en sus puños y en su cuello, me hacen temer. Creo que está a punto de aventar todo. Él toma un gran respiro, mira hacia un lado y cierra los ojos.

Bien. Todo lo que me diga me lo merezco. Espero sus insultos, pero estos nunca llegan. Lo miro nuevamente y él gira su rostro para mirarme.

Mi corazón se marchitó en mi pecho cuando veo deslizarse la primera lágrima por su rostro.

—Como pudiste.—el dolor en su voz y sus ojos reflejando una inmensa desilusión fueron una imagen que nunca más podré olvidar. —Cómo tú fuiste capaz de hacerme esto.

Escrito en el AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora