Capítulo 29.

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Louis

¿Cómo me sentía? Destruido. Eso era una buena descripción. Lo único que me mantenía vivo eran mis amigos y mis hermanas, nada más.

¿Alguna vez han sentido que todo lo que hacen no tiene valor? ¿Qué no importa lo que hagas, no cambias nada? Así me sentía ahora.

Recuerdo que hace unos meses atrás, cuando trabajaba todo el día y vendía mi cuerpo para sacar adelante a mi familia, tenía un incentivo demasiado poderoso: la esperanza. La esperanza de que si seguía trabajando duro la vida me recompensaría, de que todo iría bien y sería “feliz por siempre”. A pesar de todas las cosas sucias y oscuras que hacía, era muy inocente. Creía que a la gente buena, tarde o temprano, le pasaban cosas buenas. Pero ahora me daba cuenta de que nada era así. A las personas les pasaban cosas, tan simple como eso.

Trabajé muy duro y quise encargarme de todo, hacer feliz a todo el mundo y arreglar todo lo malo. Tal vez logré hacer un poco, pero no era lo suficiente. La muerte de mi madre me lo comprobó.

No podía describir como se sentía que el ser que te dio la vida, que te protegió y te amó más que a ella misma se haya ido.

La mayoría de las personas de mi edad realmente no valoran a sus madres, y si éstas se fueran, realmente estarían destruidos como yo. Pero yo siempre valoré a la mía, ¿por qué se tuvo que ir?

Yo creía ser un buen chico, una buena persona… Pero a lo largo de mi vida estuve aprendiendo algo que ahora tenía aún más claro: las cosas buenas no le pasan a las buenas personas.

En la semana siguiente al fallecimiento de mi madre, cada vez que veía a mis hermanas casi no hablábamos sólo nos hacíamos compañía. Los tres sabíamos que nos recordábamos mucho a mamá entre nosotros, por lo cual nos evitábamos. Si algo teníamos en común los Tomlinson, era que nos gustaba llorar frente a otros.

Realmente esperaba que algún día Charlotte, Felicite y yo seamos unidos otra vez.

Por otro lado, estaban Zayn, Liam, Niall y Harry; ellos a veces me hacían olvidar lo que sucedía y me hacían sentir medio lleno. Me hacían reír y sentía algo en mi estómago, era agradable en el momento de la risa, pero cuando terminaba me sentía demasiado liviano. Como si la risa se llevara algo de mí. Me sentía culpable.

Y Harry… Él causaba cosas en mí que nadie más había logrado nunca. Era demasiado afortunado de tenerlo a mi lado y ese pensamiento me devolvía las ganas de seguir viviendo. Tal vez era sólo mi amigo, pero uno de sus largos abrazos y besos en la frente era lo que necesitaba. Yo lo necesitaba a él.

Recuerdo cuando el débil era él y yo era el fuerte, el que necesitaba ayuda era él y no yo… Yo quería ser el que lo sacara de la oscuridad. Yo quería hacerlo sentir bien.

Ahora los papeles se invertían y él cuidaba de mí.

Hasta lo había oído llorar por detrás de una puerta sobre que tenía que esforzarse más conmigo. En serio espero que él nunca se entere de que lo estaba espiando. Pero al entender que él estaba luchando internamente por mí, me hizo sentir cosas en mi pecho.

La cuestión era que no sabía si eran buenas o malas.

xxx

Estábamos en el elegante cementerio de Doncaster. Mis hermanas, mis amigos y yo habíamos hecho ese viaje para enterrar los restos de mamá. Claro que nosotros no llevamos su cuerpo en la camioneta de Niall, un coche fúnebre se cargó de transportarlo.

Al momento de decidir qué hacer con mamá, mis hermanas y yo quisimos  convertirlo en cenizas y esparcirlas por sus lugares favoritos, pero tristemente nos dimos cuenta de que no sabíamos cuáles eran sus lugares favoritos. Una vez nos dijo que le encantaría conocer América del Sur, pero los tres sabíamos que no sería correcto arrojar sus cenizas en distintos lugares indeterminados.

Pero en medio de al decisión, Felicite recordó que mamá le había dicho que quería quedarse en su pueblo natal

Por lo que decidimos dejarla descansar junto a sus dos angelitos, Phoebe y Daisy, en Doncaster.

Tal vez no podríamos visitarla muy seguido, pero eso en cierto modo nos ayudaría a tratar de seguir adelante. Si veníamos a su tumba todos los días, la lógica nos indicaba que nunca superaríamos su muerte. Aunque también sabíamos que en realidad nunca lo haríamos.

Así que mientras mis hermanas me abrazaban y yo las rodeaba con mis brazos, vimos descender a un hoyo en la tierra el cajón que contenía a nuestra madre.

Tal vez mi madre merecía que más personas vinieran a su funeral en vez de siete personas tan jóvenes, pero se sentía correcto. Muy correcto, y en el fondo sé que a ella le hubiera gustado esto.

Así que en silencio observé las tres tumbas que descansaban una al lado de la otra. Phoebe, Daisy y Johannah. Así tenía que ser. Las tres juntas, como mamá lo había deseado durante tanto tiempo.

La lucha se había acabado, yo la había perdido.

Cuando todos nos subimos a la camioneta, mis hermanas se acurrucaron entre ellas, luego de decirme “Te amo”, ambas se quedaron dormidas. Harry me acurrucó entre sus brazos, y mientras él acariciaba mi cabello, yo pensé en la cantidad de pastillas que iba a tomar cuando llegara a casa.

¿Podrás Rehabilitarme? | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora