Capítulo 20: Marcas.

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Nunca imaginó que cada paso que diera fuera como una cuchilla caliente rajando su piel. Podía deberse a la desesperación del momento o simplemente a su mente jugando con la incertidumbre dada por la ignorancia sobre el estado de sus hijos..., pero nada pudo quitarle el malestar general en su cuerpo.

—Odio esto.

Cuando llegó al lugar donde Takeshi defendía en conjunto con un grupo de diez hombres, se sorprendió. El número de atacantes era considerable, los superaban, y peor que eso fue notar la experiencia de los individuos en combate puesto que Takeshi estaba teniendo problemas para derrotar a las tres personas con las que peleaba. Los ataques eran esquivados con maestría, como si ellos estuviesen bien informados de las habilidades de combate de su lluvia.

No era un simple ataque al azar.

Su intuición le decía que el objetivo de su atacante estaba bien definido.

No lo pensó dos veces cuando se colocó junto a su lluvia para empezar a derrotar a sus oponentes. No los mataría, necesitaba a algunos con vida si es que quería información sobre el atentado, aunque tampoco quería dañar a alguien si es que no fuese extremadamente necesario. Sin embargo, cuando un disparo le rozó la mejilla, entendió que el enemigo no pensaba en lo mismo que él.

Lo querían muerto.

—Tsuna —Takeshi lo miró por un segundo antes de colocarse en guardia—, ¿cuál es la orden?

—Necesito interrogarlos —sus labios se apretaron.

—Tsuna —soltó un jadeo lastimero porque no quería presionarlo y aun así tenía que hacerlo.

—Lo sé.

El pecho del castaño se estrujó a sabiendas de lo que era correcto en ese momento..., lo correcto en ese mundo caótico y sin paz total.

Respiró profundo antes de prepararse mentalmente para lo que venía. Miró sus guantes antes de encender sus llamas y respirar profundo. Escuchó a lo lejos la orden dada por Takeshi para que todos los Vongola retrocedieran a la vez que el enemigo intentaba acercarse lo más posible. También vio a dos hombres capturados, amordazados y claramente tachados como los que servirían para recabar información.

A veces odiaba tener el suficiente poder para voltear la batalla en su favor.

—¡Todos al suelo!

—Lo siento.

—¡Tsuna! —la voz de su guardián lo hizo decidirse.

X-Burner.

De nuevo consumió un número de vidas que en ese momento no quiso contar. De nuevo añadió peso sobre sus hombros y se sintió el malo de la historia. De nuevo jadeó preso del miedo y de la culpa porque ya no quería hacer eso. De nuevo se dijo a sí mismo que hacía eso por su familia, para cuidarla, para seguir con la paz establecida. De nuevo justificó su acto barbárico con cosas que a veces parecían mundanas.

—Iré a los otros frentes —aún bajo la influencia de su modo hyper mantuvo la serenidad y no dejó que su mente divagara en cosas innecesarias—. No dejen que más individuos ingresen al perímetro de este lado.

—¡Sí, décimo!

—Y recaben toda la información posible de los prisioneros —miró a los mencionados quienes temblaron en pánico por su gélida sonrisa—. Quiero nombres y su objetivo específico.

—¡Como ordene!

Pero a pesar de que, por un momento glorioso, sintió una ventaja en esa batalla..., pronto vio en el cielo más misiles dirigidos hacia su posición. Tenía que destruirlos si es que quería conservar la integridad de su hogar, pero más que eso... debían saber el nombre de los idiotas que osaron atacarlo para devolverles la cortesía.



Mi rojo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora