Capítulo 6: Verdad parcial.

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No quería enfrentar la realidad, no estaba listo y tal vez jamás lo estaría. Pero no podía simplemente extender indefinidamente el momento en el que tendría que enfrentar a sus hijos... pero al menos podía esperar un poco más

Fon había estado a su lado tras la dura noticia que recibió, Tsuna incluso se quedó dormido aun entre sollozos sintiéndose protegido entre aquellos brazos que lo rodeaban y las caricias sutiles en su espalda. Tal vez después se disculparía por su patética forma de actuar, pero en ese momento lo que más necesitaba era alguien que lo consolara tal y como el azabache hizo.

El ex arcobaleno de la tormenta se había ocupado de él, incluso lo había recostado en una de las camillas a disposición en la enfermería y había velado sus sueños hasta que Enma regresó. Tsuna no había dormido más de tres horas debido a las pesadillas que pudieron más que el cansancio, despertó agitado para encontrarse con dos pares de ojos que tenían muchas interrogantes pero que respetaron el silencio que se formó. Un silencio tan doloroso como cualquier herida física.

No hubo palabras después de eso, sólo abrazos, sonrisas melancólicas, apoyo silente y... nada más.

Tsuna necesitaba tiempo, compañía y agua. Ni siquiera quería comer, lo devolvía todo cuando llegaba a su estómago, apenas si consumía un par de galletas desabridas para que las medicinas permanecieran en su cuerpo y no dañaran su estómago. Así fueron los dos siguientes días en donde no salió del subsuelo. El cuerpo de Tsuna recién estaba asimilando el shock y según los médicos esos síntomas desaparecerían en unos días.

La mente a veces era el mayor enemigo de una persona y para eso no había una cura exacta, pero siempre habría alguien que podría menguar el problema.



—Mi niño —fueron las palabras de una llorosa Nana que ingresó a la tercera mañana después del calvario.

—Mamá —fue el susurro del castaño antes de aferrarse a la cintura de su madre como si aún fuera un niño pequeño en busca de protección—. Mamá —sus sollozos se hicieron presentes al igual que las caricias cálidas de una madre comprensiva

—Todo estará bien —mentía, ella estaba consciente de eso, pero no sabía qué más hacer o decir porque los sollozos ahogados de su hijo mostraban cuán devastado estaba. Como madre desearía borrar ese dolor, pero no podía

—Les fallé —apenas y podía respirar a causa de sus lágrimas y gimoteos, pero reunió el suficiente aire como para decir aquello que lo estaba atormentando

—No lo hiciste —Nana besó los cabellos de su hijo y soltó sus propias lágrimas—. Todos saben que siempre has hecho todo lo posible por cuidarlos

—Pe... pero —sus labios temblaban, el escozor en sus ojos no se detenía

—A veces las cosas no se pueden controlar, los desastres llegan de improvisto y sin aviso

—Pero... —Tsuna quiso decirle que él causó todo eso, pero su madre no se merecía saber que su único hijo tenía sobre sus hombros centenas de vidas ya extintas

—Me contaron que... —la castaña sorbió su nariz antes de acariciar la espalda de su querido Tsu-kun—... que ella defendió... defendió a sus hijos... en el ataque

—Lo sé —gimoteó apretando sus párpados

—Entonces siéntete orgulloso por la valentía de Dayane

—Ángelo —susurró con la voz rota y su cuerpo temblando. Le dolía demasiado saber que su pequeño rubiecito abandonó la tierra sin que él siquiera pudiera arrullarlo entre sus brazos para que durmiera eternamente

Mi rojo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora