Capítulo 26: Cenizas nacientes.

275 36 28
                                    

Hacía calor, sus hijos se quejaron de eso durante días debido al verano entrante y Tsuna prometió darles una solución. Fue simple. Debieron trasladarse a una de las alas de la mansión para declarar oficialmente abierta la piscina bajo techo de Vongola. Así que ahí estaban, jugando con el agua y los flotadores, con sus hijos siendo vigilados por Iemitsu quien se autodenominó entrenador y les iba a enseñar a nadar. Nada mejor que escuchar las risas y las brazadas de dos niños que se merecían lo mejor del mundo.

Fon estaba ahí, a su lado, siendo testigo silente de aquel suceso. Era un tiempo en media mañana así que la mayoría estaba haciendo sus labores y sólo ellos se escaparon del trabajo. Era mejor así, sin peleas ni bullicio, siendo parte de un ambiente relajado y... sí, Skull le dijo ciertas cosas antes de que entraran al área de la piscina. El gamberro podía ser una molestia sin precedentes si se lo proponía.

Por culpa del antiguo arcobaleno de la nube ahora Tsunayoshi Sawada no podía estar tranquilo sin que sus ojos intentaran mirar a Fon.

—¿Por qué no entras al agua? —la voz del azabache lo hizo saltar un poco.

—No hace falta —intentó sonar despreocupado.

Él y Fon estaban en la orilla de la piscina, con sus pies en el agua, sintiendo el refrescante roce que les mojaba hasta un poco más abajo de las rodillas. Hacía calor y estaban en una piscina, por eso era normal que Fon optara por usar un traje de baño que cubría hasta un poco más arriba de sus rodillas; pantaloncillos pegados al cuerpo —cabe recalcar—, de esos que usan los nadadores profesionales y que la mayoría en la mansión usaban, es más, tenían una especie de sección donde se podía escoger qué bañador querían y apropiarse de él para uso personal. Tsuna siempre se sintió cómodo usando uno de esos..., pero en ese momento preferiría que Fon usara su qipao incluso en esa ocasión porque las palabras de Skull no dejaban de atormentarlo.

«Deberías mirarlo un poco, aprovechando la oportunidad»

Joder, iba a golpear a Skull cuando lo viera de nuevo. Por eso no se atrevía a mirar sino al frente, a sus hijos quienes parecían muy a gusto en el agua, sin hacer contacto visual con su acompañante y centrándose en su propia existencia para mantenerse firme. No es que deseara ver algo como el tatuaje que un par de veces notó en el brazo izquierdo de Fon y averiguar hasta donde llegaba. ¡Por dios, no tenía que pensar en eso!

—¿Por qué no te quitas la playera?

—Pues...

Soltó una risita incómoda al mismo tiempo que miraba aquella prenda que cubría su parte superior, de mangas cortas y de color gris. Sí, para cualquiera sería raro que alguien usara una playera en una piscina y en pleno verano, más cuando se hallaban bajo techo y el sol no podía hacerle daño. Sí... muchos preguntaron lo mismo, pero después de todos esos años sólo dejaron de hacerlo a sabiendas de lo duro que fue vivir en medio de la mafia. No era un tema muy placentero de hablar, pero era algo para distraer su mente.

—Porque hay cicatrices de mi vida que mi familia no debería ver.

Tsuna no mentía; en su piel destacaban hendiduras de las que no estaba orgulloso, líneas que surcaban la piel de su espalda, costados, incluso tenía una cercana a corazón y otras menos notables por doquier. A eso debería sumarle el corte que adornaba su frente, pero no tenía que dar muchas explicaciones de ese surco pues era la cicatriz que sus guardianes verían como resultado de sus fallos. Era un castigo visible para todos.

Pero no podía dejar que su madre o sus hijos vieran sus otras marcas; no sería agradable ni cómodo cuando las preguntas inevitables se dieran. Era mejor excusarse con que le gustaba usar playeras, que hacía mucho sol o simplemente que se sentía a gusto usándolas.

Mi rojo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora