Capítulo 2: Heridas y rutas.

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La felicidad es relativa. Las mentiras son relativas. Los deseos son relativos. Las buenas intenciones son relativas.

Todo en ese bastardo mundo es relativo.

Tsuna estuvo consciente de que el presentar a Dayane como su prometida le acarrearía problemas, mas, los enfrentó con la frente en alto porque no estaba haciéndole daño a nadie, a ninguno de sus amigos, y eso era lo que deseaba: apartar el daño a cualquier miembro de su familia. Pero encaminó ese daño hacia una persona ajena a su mundo, a quien se convertiría en su cómplice. Se sentía un bicho rastrero, pero lo aceptó.



-No apoyo ese matrimonio -contras directas

-Esa mujer no es de mi confianza

-Acaba con esta niñería, dame-Tsuna -y otras más dañinas

-Todos sabemos para qué lado pateas, Tsunayoshi-kun



Dolía. Estaba claro.

Tsuna ignoraba esas palabras salidas de los labios de sus más cercanos, eso dio a entender cada mañana mientras seguían esos comentarios sin tregua en su contra y en la de su prometida. Fueron muchos días en donde probó su paciencia, pero estaba harto, cansado.

Quería paz y calma. Quería sentirse amado y dejar de lado cada desprecio sufrido desde la infancia. Quería sentir que era necesario para alguien. Quería... ¡quería ser feliz! Quería eso que le privaron desde que tomó el rol más pesado en Vongola. Quería olvidar la amargura y aferrarse a algo tan insignificante como la sonrisa sincera y sin mancha de Dayane. Así de simple



-Estás yendo demasiado lejos, Tsunayoshi-kun

-¿Y ustedes? -fue una mañana como tantas cuando los miró y al fin se dignó a responder a las ofensas hacia su persona y hacia quien eligió para un noviazgo formal

-Nadie aquí está de acuerdo con ese futuro matrimonio. Nadie -era cierto, todas las miradas lo confirmaban. La intuición de Tsuna le decía que no mentían

-Lo repetiré -el castaño bebió un poco de agua antes de seguir-, ¿y ustedes? -su sonrisa se había perdido desde hace mucho, al menos su sonrisa sincera porque desde hace años que sólo curvaba los labios e imitaba, casi a la perfección, su feliz expresión de antaño

-¿A qué te refieres dame-Tsuna? -incluso él se había vuelto un residente estable en la mansión desde la noche en que Dayane llegó a la vida de Vongola. Quien diría que Reborn haría algo así

-¿Qué tan lejos han llegado ustedes? -los miró con seriedad-, ¿me pueden responder?

-Juudaime -Hayato fue el primero en bajar la cabeza, apretar los labios y quedarse en silencio. Habían pasado muchas cosas, cada uno de los presentes lo sabía

-¡Esa mujer no entrará en esta casa! -incluso Hibari estaba en contra

-Y no eras tú quien me dijo que buscara a alguien que en realidad me amara -se cansó de mantener la máscara y los secretos. Iba a restregarles todo en la cara porque ya estaba harto de ese comportamiento infantil-, alguien que no buscara sólo un juego -silencio-. Alguien que no fueras tú, Kyoya



Muchos se quedaron con la boca abierta ante la afirmación de Tsuna. Lo más rápidos concluyeron al menos dos teorías, los más lentos miraron el dolor en ojos de su cielo y después mataron con la mirada a la nube que se mantenía con el ceño fruncido y una mirada gélida. Fue una puñalada para cada uno. Fue una herida más que ellos añadían a sus registros.

Mi rojo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora