Prólogo.

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Playlist: 1#: ♪♩"Hello, Adele" ♪♩


Harry.



Cerró la puerta del apartamento con un suspiro cansado; había sido un día pesado en el trabajo.

El nuevo libro estaba en sus últimas revisiones. El diseño de la portada, el material con el que sería hecho, las citas con la editorial, las charlas con los traductores de idiomas, las rondas de prensa, los mensajes del agente de publicidad, las entrevistas..., el viaje para su nueva obra solo estaba comenzando, el libro se publicaría en unos meses y ya estaban a punto de iniciar con la ronda de promoción.

Y lo único que quería, era tirarse en la cama y dormir durante un mes entero.

Estaba exhausto, tal vez debería haber pospuesto el lanzamiento del libro, un par de meses más y él habría estado como nuevo. Tal vez, porque últimamente todo se sentía como si le costara el mayor esfuerzo de su vida ponerse de pie. Y no, no en la forma literal, en realidad se sentía como si estuviera en un abismo, cayendo de a poco. Nada parecía suficientemente bueno, incluso cuando él asentía enérgicamente cada que le preguntaban si se encontraba bien. Estaba seguro de que todo volvería a la normalidad en los próximos días, aunque no le iba admitir a nadie que esa sensación ha estado asaltándolo desde hace casi tres meses, pero si, él va a estar bien. (Miente, porque no lo sabe.) Quiere culpar al celo, tal vez sean efectos de que se acerca, pero lo cierto es que nunca antes se había sentido así.

Evan fue él que sugirió adelantar el lanzamiento del nuevo libro. Dijo que ocuparse con algo que lo hiciera feliz, lo mantendría con la mente ocupada. Y si, publicar el nuevo libro lo haría terriblemente feliz, claro... si hipotéticamente estuviera con las ganas de hacerlo. Pero no había nada que pudiera hacer, las cosas estaban hechas y las citas habían sido agendadas, solo esperaba que pudiera con ello.

Abrió un paquete de jugo de naranja del congelador, se sirvió en un vaso y se encaminó hasta la sala. Pudo apreciar el increíble panorama de la ciudad de Nueva York con un cielo a medio atardecer, era una genuina obra de arte, resplandeciendo desde sus elegantes ventanales de pared completa. Se sentó en el sillón más cercano y sacó el teléfono de sus apretados jeans negros para desbloquearlo, pasando olímpicamente de los contactos relacionados con el trabajo y buscando mensajes de su familia para poder calmar su ansiedad.

El nombre de Zayn resplandecía con un número dos encerrado dentro de un círculo rojo junto al nombre del omega, tenía semanas sin saber de él, el pobre apenas y tenía tiempo para sí mismo, un par de mensajes suyos era demasiado personal como para pasarlos por alto, iba a contestar cuando una ventanilla apareció de relleno en la pantalla.

Buzón de voz
Tiene (3) mensajes nuevos.

Alzó las cejas mientras sostenía su vaso con jugo de naranja cerca de sus labios y lo acercaba para beber un poco. Tocó la opción "escuchar" y dejó que se reprodujeran los mensajes mientras dejaba su teléfono a un lado de él, reposando en el sofá, sosteniendo flojamente el vaso en su mano izquierda.

El primer mensaje se reprodujo: era mamá. Sonaba feliz y en calma, como siempre. Le relató su día entero en el Gran Cañón; su viaje por carretera junto a su padre había sido la mejor decisión que habían tomado en años. Sonrió.

El segundo mensaje de voz se teñía de una voz grave y rasposa, pero animada, demasiado de cómo la recordaba. Pero nunca iba a olvidar la voz de Liam.

"¡Harry! ¿Cómo estás? ¡He escuchado que tu nuevo libro sale pronto! Estamos demasiado orgullosos de ti, Zayn estuvo hablándoles a todos sobre ti en la cena de ayer. ¡Te ha mandado un par de mensajes! Míralos cuando tengas un poco de tiempo."

New York (l.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora