23: "¿Qué se siente, Harry?"

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Pasado
Harry




Harry despierta en una señal de alto en Manhattan, escucha los pitidos de los autos y las luces de la ciudad lo ciegan momentáneamente.

Hogar dulce hogar.

Harry está feliz de estar en casa.

(...)

A la hora de cena, Harry y Louis están cruzando el umbral de su apartamento en Brooklyn, encendiendo las luces de navidad y empapándose del olor a ellos mismos que han plasmado en las paredes.

—Prepararé algo de cenar ¿Quieres algo? —Pregunta Harry entrando a la cocina.

—Sí, lo que tu hagas estará bien. Me daré una ducha.

Harry está de acuerdo. Volver a la rutina.

Lo cual significa volver a la escuela y al trabajo. Su vida se resume a lo mismo: despertar temprano, café, escuela, trabajo, café, llegar a casa, cena, café y estudiar. Mirar películas con café. Dormir y despertar, y beber café. En realidad, Marzo avanza rápido y se extingue tan pronto como le dan la bienvenida.

La primavera llega a final de mes y en el último sábado, Louis decide que deben reorganizar el departamento porque de pronto aborrece la decoración y necesitan hacer algo al respecto.

Ese sábado barren y limpian las alacenas de la cocina. Friegan los suelos y sacuden las alfombras. Louis decide guárdalas y solo conserva un par. Quitan unos viejos cuadros y colocan unos nuevos. Louis tiene muchas cosas que ya no usa, y decide enviarlas al orfanato de la madre de Niall para donar.

Al final, solo queda la habitación de los dos. Cambian la cama de lugar y acomodan la ropa de ambos de tal forma que hay una perfecta división entre pantalones, camisetas y hoodies, lo cual, está bien. Ahora no necesitan los abrigos ni las pesadas bufandas. Louis está ansioso de llevar su caballete a la terraza para continuar pintando ahí.

Sin embargo, al mover los abrigos dentro del mini armario junto al baño, Harry golpea algo con su cabeza y aunque duele, está más preocupado por la maleta que ha tirado, ya que una y mil cosas caen por el suelo. (Prefiere enfocarse más en eso, que en el potencial derrame cerebral que puede sufrir en cualquier momento.)

—Lo siento, —se disculpa de inmediato mientras se agacha para recoger todas las cosas regadas, cuando Louis asoma la cabeza para ver qué fue lo qué el alfa ha tirado, sus ojos se abren como platos.

—Deja eso, yo lo recojo.

Harry alza la mirada y sus ojos verdes enfocan al omega inmediatamente. Está apunto de acceder, cuando percibe la esencia en el aire: nerviosismo. Así que mira abajo.

Hay un sinfín de polaroids en el suelo y aunque Louis está recogiendo todas por puños, Harry logra tomar una antes que el omega.

—Harry-

Y el aludido observa.

Un hombre de mediana edad, ojos cafés y con un bigote bajo la nariz. Usa una camiseta a cuadros y solo sonríe hacia la cámara. Esta contra un auto rojo y viejo, el volante está del otro lado..., Inglaterra.

El alfa no dice nada mientras contempla la foto, Louis solo mira la imagen como si de pronto el mundo se hubiera congelado.

El departamento está en silencio, la atmósfera es tensa. A lo lejos se escucha el tráfico, la música reproduciéndose desde el tocadiscos.

Harry lo observa tragar saliva. La pregunta está implícita.

—Robert Young. —comienza. —Beta. Llegó a mi vida cuánto tenía siete.

New York (l.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora