Jenny, ¿vas a volver a casa?

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«How can they say
"Jenny, could you come back home?"
'Cause everybody knows you don't
ever wanna come back»

Jenny

-¿De verdad es necesario que hagas eso?

Su padre la ignoraba, afanado como estaba en atarse correctamente la corbata. Llevaba un traje gris que le resultaba extraño, y se había peinado tanto el pelo que casi parecía pintado sobre su cabeza. Estaba raro, muy raro.

-Jen, ya te lo he dicho –su padre ni siquiera la miró mientras hablaba. Estaba demasiado nervioso, como indicaban sus manos temblorosas en torno a la aún desatada corbata- . Es un puesto importante, muy importante. Este ascenso nos va a cambiar la vida, ya lo verás.

-Si tú lo dices...

Su padre seguía afanado en el nudo de la corbata, que parecía no tener intención de dejarse atar. Jenny resopló, y finalmente decidió atárselo ella. Él se lo agradeció con una sonrisa nerviosa, y volvió a atusarse el pelo.

-Aun así, no me gusta –podía sentir sus ojos, castaños y cálidos, mirándola con cariño desde arriba- . Podría ser cualquier otro, ¿por qué tú?

-BL/Ind confía en mí, Jen. Es un gran honor. Voy a ser muy importante, ya verás. Todo nos va a ir bien.

Jenny quiso gritarle, llorar, pegarle, pedirle que se quedara. No iba a ser importante, no iba a ser ascendido. Sólo era una cobaya de laboratorio, un experimento que aún no sabían si funcionaría. ¿Por qué no se daba cuenta?

-Pero no serás tú...

-Van a hacerme más fuerte, Jen. Algún precio tenía que tener.

Ella no quería que fuese más fuerte. Sólo quería que fuese su padre.

-¿Y el precio tiene que ser tu corazón?

Él no dijo nada. Sonrió, un poco forzado, y le revolvió el cabello como solía hacer cuando era pequeña. Pero ella ya no era una niña, ya tenía catorce años, y ya no podía hacerle callar con una mirada cariñosa y una sonrisa. Ella quería a su padre, tal como era entonces, de carne y hueso y sangre, y no con la piel de acero y una máquina en el cerebro.

-Todo saldrá bien, Jen –su padre le dio un beso en la frente, el último que le daría en mucho tiempo- . Te lo prometo.

Y se marchó sin mirar atrás, dejándola sola con el horrible y pesado pensamiento de que nunca volvería a ver a su padre, no como era en aquel momento.

Y cuando su padre ya no fuera su padre, sino una máquina, ¿quién iba a cuidar de ella?

***

Los minutos pasaban lentamente en aquella angustiosa espera. Jenny ni siquiera sabía qué hacer para no gastarlos sentada sobre el sofá aguardando a que volviera. Pero los minutos se convirtieron en horas, y las horas en días, y los días en semanas, y Jenny aún no sabía nada de su padre.

Si no fuera por la subvención de BL/Ind, no sabía si habría sido capaz de esperar tanto tiempo. Por suerte, o quizá a cambio del sacrificio de su padre, cada mañana encontraba en la puerta de casa una pequeña caja llena de latas de comida, agua, pastillas manipuladoras de emociones, y unos pocos carbons por si necesitaba algo más.

Pero la angustia no se iba. Jenny tomaba al día dos pastillas de esas para evitar sentir nada, y la preocupación se desvanecía durante unas horas. Entonces podía dormir, ir al instituto, hacer los deberes, seguir con su vida. Pero entonces el efecto de las pastillas se pasaba, y el miedo y la angustia volvían a ahogarla y a roerle las entrañas.

Danger Days: Tales from the ZonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora