He llegado

1.1K 44 7
                                    

Al fin podrías levantarte un poco tarde, tu mamá ya se había ido a trabajar y la casa estaba sola al fin, lo primero que se te pasó por la cabeza fue prepararte el desayuno pero, al recordar que aquello implicaba salir de la cama para ponerte detrás de la estufa, se esfumaron aquellas ganas.

Cuando te decidiste a salir de la cama, se te antojó un simple tazón de leche con cereal ya que, después del accidente, tu madre se había volcado sobre ti con toda su atención y cuidado, provocando así que los desayunos pareciesen dignos de un restaurant.

La mañana pasó tranquilamente hasta que recibiste una llamada telefónica por parte de tu abuela, una ancianita muy agradable a la que la edad no le había robado su picardía y buen sentido de humor.

ㅡ¡Abuela!ㅡcontestaste animadamenteㅡ, no sabes cuánto te extraño.

ㅡHija, tanto me extrañas que tu mamá me ha pedido que te avise que hay un vuelo programado para que vengas, ve al aeropuerto a las tres en punto porque el vuelo sale a las tres y cuarto, tu abuelo te va a ir a recogerㅡla abuela hablaba tan rápido que a penas y podías comprender que tenías menos de cinco horas para bañarte, arreglarte, empacar e ir al aeropuerto. Si tan sólo tu madre te hubiese avisado...

ㅡQue gran sorpresa...entonces iré a preparar mis cosas. Los veo más tardeㅡcolgaste el teléfono y saliste corriendo a bañarte, no importaba que fuese con agua fría.

Era demasiado relajante recibir un baño de agua fría a media mañana, esto te haría despertar por completo de tu aletargamiento al tiempo que te dejaría completamente fresca.

Aquel instante tan íntimo te ayudó a pensar un momento en cuánto habría cambiado la posada que atendían tus abuelos en Vermont, pues hasta donde tu mente llegaba era una acogedora casa de dos pisos en las que existían un par de recámaras libres para poder recibir a por lo menos tres personas.

El sitio en el que se ubicaba era en la falda de una de las colinas de aquel pintoresco lugar, las verdes lomas y los parques; los paseos en bicicleta por los puentes... tu infancia había sido buena al pasarla con tus padres y tus abuelos.

ㅡA veces desearía que las cosas volvieran a ser así, a veces simplemente quisiera iniciar una nueva vida y dejar todo esto atrásㅡpronunciaste en voz alta hasta que un sollozo escapó de entre tus labios de forma involuntaria.

Hacía tiempo que deseabas hacer eso, llorar hasta vaciar tus lágrimas, gritar y maldecir al destino por lo que te estaba pasando. Tal vez reclamarle a Dios no era prudente, pero cuestionarle sus motivos parecía más razonable.

Tal vez consolarte con un bote de helado y hacerte un corte de cabello, tal y como pasaba en las películas cuando la protagonista se sentía sumida en la miseria y el dolor.

Como pudiste te vestiste con lo primero que tenías a la mano y tomaste la secadora de cabello para prepararla y darte el toque final si tu cabellera no alcanzaba a secarse de forma natural.

ㅡAy no, ya se me hace tardeㅡexclamaste al ver el reloj de pared en tu habitación cuando terminaste de cerrar la cremallera de la maleta en la que habías guardado las pertenencias que pensabas necesitar con tus abuelos.

Recogiste tu cabello en una cola de caballo, te secaste las puntas del cabello y saliste a la cocina para recoger tu celular, aquel teléfono móvil que tu padre te había comprado como regalo de tu reciente cumpleaños.

Buscaste en tus contactos a tu mamá y le marcaste para avisarle que estabas por salir de la casa para tomar el vuelo del que tu abuela te había comentado.

ㅡHija, estoy en una reunión en este momento. Tengo solamente cinco minutos para hablar, que sea rápidoㅡcontestó rápidamente tu madre.

ㅡ¿Por qué no me dijiste que hoy debía ir al aeropuerto para ir a casa de los abuelos?, la abuela me lo contóㅡcomentaste con cierto hartazgo.

Una vez en la vida (Park Bo Gum y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora