No hay vuelta atrás

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Mientras te alejabas caminando sentiste cómo tu tobillo punzaba a cada paso que dabas, tu talón ardía con el roce del zapato y comenzaste a cojear.

Seguiste avanzando intentando reprimir las lágrimas que poco a poco se acumulaban en tus ojos, no querías llorar por algo tan absurdo como haber sido engañada por un chico.

Al llegar a una calle empinada ya no pudiste más y te quitaste los zapatos para andar descalza, estabas aliviada de poder deshacerte de ese calzado.

Continuaste andando pero tú talón ya había comenzado a sangrar un poco, a esas alturas comenzabas a pensar en la posibilidad de llamarle a tu abuelo para que llevara la camioneta hasta allá para recogerte.

No querías quedarte ahí sentada porque sabías que era el único camino para llegar a la casa de tus abuelos, lo que significaba que Park Bo Gum pasaría tarde o temprano por ahí.

Cuando llegaste a una tienda ingresaste para comprar un par de banditas para colocarlas en tu talón y así evitar que el suelo tocara por más tiempo tu herida.

Al ingresar con los zapatos en la mano la dueña de la tienda se quedó observándote detenidamente, no era nada común ver a chicas andando así en plena noche.

ㅡSeñorita, ¿se encuentra bien?ㅡte interrogó la señora de la tienda.

ㅡ Sí, los zapatos me han lastimado, necesito un par de banditasㅡordenaste y ella te las dio.

ㅡSi quiere puedo cambiarle esos zapatos que tanto la lastiman por algo más cómodo. Tengo unas sandalias por aquí que me encargaron y no se las llevaron.

Sabías que unas sandalias no valían lo que esos zapatos que te habían regalado, pero aquel calzado tampoco valía que tus pies se estropearan; de todas formas sería un buen modo de deshacerte de algo que compró Bo Gum y que tal vez esa mujer también tuviera.

Llegaste a la casa de tus abuelos arrastrando los pies y te dejaste caer sobre el sillón para descansar por un momento.

ㅡ¿Qué tienes mi niña?, ¿por qué el inquilino no viene contigo?ㅡte preguntó tu abuela acompañándote en el cómodo sofá.

ㅡ Él se quedó platicando con una amiga que encontró en la cafetería, los he dejado a solas porque ambos hablan coreano y supuse que él querría hablar su idioma con alguien de allá.

ㅡ¿Y esos zapatos?, ¿en serio saliste con eso?

ㅡNoㅡreisteㅡme he cambiado porque me lastimaron los tacones. Iré a mi habitación a cambiarme y me dormiré, no me esperes para cenar porque he comido muy bien con Parkㅡmentiste.

Querías llorar en ese momento mientras le sonreías falsamente a tu abuela pero bien sabías que al hacerlo, ellos le pondrían un ultimátum a su inquilino por más que estuviese pagando todos y cada uno de los servicios.

Subiste las escaleras con desgana hasta que llegaste a tu habitación, esta vez no dejaste que la tristeza te envolviera, querías pensar en todo lo que había pasado como para que él hubiese tomado la desición de invitar a aquella hermosa chica.

Para ti uno de los grandes problemas fue que jamás te mostraste molesta con esa mujer, nunca externaste tu incomodidad y eso bien pudo haberlo mal interpretado.

Otra cosa interesante también fue el hecho de asumir que irían solos, al parecer eso tampoco había quedado puntualizado cuando ambos quedaron en ir a comer.

ㅡDa igual, estoy molesta y tengo derecho a hacer un drama de eso, si él no comprende porqué me he enojado será muy su problema. Ya no estoy dispuesta a seguir preocupada por esta clase de cosasㅡmurmuraste mientras cerrabas las ventanas de tu habitación para acomodarte a dormir.

Una vez en la vida (Park Bo Gum y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora