Era el destino

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Cuando entraste a la casa de tus abuelos, el aroma a tarta de manzana te llenó los pulmones y la calidez de aquel viejo inmueble satisfizo tu alma.

ㅡ¡Hija!ㅡgritó la adorable anciana que había estado lavando trastes, pues comenzó a secarse las manos sobre su delantal para no ensuciarte con el jabón.ㅡNo sabes cuánto te he extrañado, ya estaba contando las horas para que llegarás a casa. ¡Mírate!, te has convertido en una mujer despampanante.

ㅡAbuelita, realmente te he extrañado, a tu comida, tus postres...no saben todo lo que he pasado sin ustedesㅡcuando te percataste de que en tu garganta se había formado un nudo decidiste que era hora de cambiar el tema de conversación.ㅡ¿En qué habitación me quedaré?

ㅡCierto, ten tu llave. Te daré la que tiene una vista frente al estanque obviamente. He apartado esas llaves desde que mi hija me habló para avisar que vendrías.

ㅡGracias, iré a desempacarㅡtomaste la maleta y subiste las escaleras para abrir el cuarto con la vista al lago donde estaban los patos. De niña recordabas haber estado ahí alimentando a esos animales mientras algunos se abalanzaban hacia ti para quitarte su comida.

Abriste tu maleta y comenzaste a sacar la ropa que habías llevado para poder guardarla en el armario de madera que hace tiempo había estado repleto de los vestidos de tu madre y los trajes de tu padre.

Poco a poco se fue llenando el ropero hasta que te diste cuenta de que te faltaban algunas cosas ahí dentro, cosas indispensables como ropa interior, calcetas, algunos shorts de mezclilla, sandalias...al parecer hacer las maletas jamás sería lo tuyo.

Cuando rebuscaste en el bolso que llevabas con tus accesorios y otras cosillas, notaste que si habías guardado tu kit de dibujo, ahí estaba el block y las pinturas. Por lo menos había algo que sí habías recordado.

Sacaste la cartera con tu tarjeta de débito y bajaste para avisarle a tus abuelos que saldrías a comprar unas cosas, pues la ropa interior era tan indispensable como tu kit de dibujo.

ㅡAbuelo, voy a la boutique a comprar algunas cosas, enseguida vuelvoㅡavisaste antes de salir de la casa.

Realmente adorabas aquel lugar, nunca te cansarías de escuchar el trino de las aves o la sinfonía del viento rozando con las copas de los árboles. Mucho menos de los puestos de antigüedades conviviendo con algunas tiendas de moderna infraestructura.

Cuando tus pies al fin te llevaron a la plaza central, diste un par de vueltas antes de ir directamente a la tienda que estabas buscando.

Necesitabas familiarizarte con aquel sitio antes de asimilar que pasarías tres semanas enteras conviviendo con aquella gente y la que estaba en la casa de tu abuela.

Estabas por ir a una heladería cuando alguien te tomó por los hombros para detener tu avance, por obvias razones pensaste que aquello podía tratarse de algo malo.

ㅡDisculpe señorita pero no puede cruzar por este ladoㅡte dijo una mujer de aspecto asiático con un inglés un poco extraño.

ㅡ¿Por qué no puedo pasar?ㅡrespondiste tratando de parecer segura en aquel sitio.

ㅡSe está filmando un comercial para una marca de soda, en un par de horas podrás ingresar por aquellas tiendasㅡla chica que te había detenido se desabrocho una camisa que tenía, dejando a la vista una camiseta con la palabra "staff".

No continuaste hablando con aquella chica y continuaste tu camino de regreso por donde habías llegado. Tu helado tendría que esperar.

Seguiste andando, entrando y saliendo de las tiendas de ropa sin éxito alguno, pues los conjuntos de ropa interior no parecían convencerte de comprarlos.

Una vez en la vida (Park Bo Gum y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora