Tiempos mejores

607 40 6
                                    

La comida estuvo amenizada por una enorme charla sobre la vida de Bo Gum, algo que ya sabías, pues no en vano él era un gran ídolo ante tus ojos.

ㅡGracias buen provecho ㅡfue tu última y única intervención en la conversación antes de abandonar la mesa para fregar tus trastes y el sartén en el que la abuela había hecho los hotcakes.

Después de lavar la losa, subiste las escaleras para sacar tu cuaderno de dibujo de la maleta y poder salir al estanque que estaba frente a tu ventana y así aprovechar para mejorar tu técnica dibujando paisajes.

Al parecer el reto iba a ser demasiado grande, pues cuando asomaste la cabeza por la ventana para admirar el pequeño lago, te diste cuenta de que la vista te mostraba todo un abanico de tonos cálidos que ni en tus sueños más hermosos los hubieses visto.

Bajaste animada y dispuesta a dibujar, sacaste un par de manzanas del refrigerador, llenaste una botella con agua potable, sacaste tu bicicleta del garage y pedaleaste a toda velocidad para llegar lo más pronto posible.

Cuando encontraste un buen lugar donde te diera la sombra y tuvieras un gran ángulo para distinguir los tonos verdes de un enorme ciprés que estaba del otro lado del lago, no dudaste en poner tu sábana en el suelo para sentarte y comenzaste a sacar todos los estuches de pintura y lápices que habías cargado contigo.

Comenzaste a trazar el enorme tronco de aquel ejemplar hasta que los recuerdos te invadieron de golpe.

De repente, como si fuera un espejismo, como si fuera la escena de una película; comenzaste a ver una escena en la que justo bajo aquel ciprés estas tú con tus padres.

Montabas un scooter en ese momento mientras tu padre yacía recostado boca abajo con las manos entrelazadas bajo la barbilla. Él te estaba observando mientras tu madre preparaba unos sándwiches.

Tus lápices estaban desparramados junto a ti pero tú ignorabas por completo lo que estaba sucediendo, tus cinco sentidos estaban sumergidos en aquel fragmento de tu memoria.

ㅡDebes empujar con tu pie y no te jales con él, si sigues así nunca vas a avanzar rápidoㅡdijo tu padre sonriendo ante tu ineptitud para coordinar aquel movimiento que ahora te parecía de lo más sencillo.

ㅡDéjala en paz, de todas formas verás que en cuanto vayamos a casa se va a olvidar de esa cosaㅡle reprendió tu madre mientras sujetaba una rebanada de jamón en la mano.

ㅡ¡Papi, papi!ㅡgritaba aquella niña de 7 años llamando la atención de su padre,ㅡ¿Así está bien?ㅡpreguntaste a pesar de seguir haciéndolo equivocadamente.

ㅡSi hija, tú solo sigueㅡte ánimo tu padre sin decirte nuevamente cómo hacerlo, eso sí, se había puesto de pie para ahuyentar a un pato que había salido del estanque para robarle a tu mamá una rebanada del pan de caja.

El recuerdo era demasiado simple pero había significado tanto para ti que no te diste cuenta del momento en el que las lágrimas comenzaron a caer una a una. El liquido iba recorriendo tus mejillas para acabar goteando sobre la tela que tenías sobre el césped.

El ritmo acelerado de tu corazón no se detenía y tu respiración entrecortada fue lo que te trajo a la realidad. Necesitabas tranquilizarte.

Parecía entonces que todo se había empañado, las lágrimas se impregnaban sobre tus pestañas obstruyendo tu vista, tallabas tus ojos pero aun así era imposible enfocar algo.

La libreta que estaba sobre tu regazo estaba completamente mojada por tu llanto y el recuerdo seguía ahí, tatuado firmemente en tu cerebro.

Lo que era una respiración entrecortada se convirtió en una serie de sollozos descontrolados y un torpe balbuceo.

A lo lejos, Park Bo Gum te observaba justo debajo del ciprés, pero tu vívido recuerdo de hace un momento te había impedido notarlo, estabas destrozada y no podías remediarlo. Necesitabas estar sola.

El pobre chico se lanzó al lago y lo atravesó nadando para no tener que rodear todo hasta donde tú estabas, al salir se sentó junto a ti y entonces el frío y lo húmedo de sus ropas te hizo reaccionar.

Bo Gum te observó con los ojos bien abiertos, estaba sorprendido de verte completamente destrozada, abatida.

ㅡ¿Que te pasó?ㅡpreguntó mientras sostenía entre sus manos tu rostro y limpiaba con sus pulgares las lágrimas que seguían surcando por tu rostro.

Intentaste responder pero tu voz quebrada le impedía comprender lo que decías.

ㅡ¿Quieres que te lleve a la casa?ㅡpreguntó asustado, pero tu solamente te dejaste caer sobre su pecho y él simplemente te abrazó sin importarle que sintiera frío y estuviese con la ropa completamente mojada pegándosele al cuerpo.

Y estuviste así por más de diez minutos sollozando sobre el dorso de aquel chico que de pronto sintió que su vida era diferente, como si ser actor no fuera tan pesado si tan solo pudiese pasar un momento tan íntimo con alguien.

ㅡ¿Quieres regresar con tus abuelos?ㅡte preguntó Bo Gum mientras acariciaba tu cabello de la coronilla hacia tu espalda, como si de un cachorrito se tratase.

ㅡNo, y perdona por esto...si quieres puedes regresar tú, yo estaba dibujandoㅡalzaste torpemente el dibujo mojado sobre el cual solamente se veía una mancha negra.

ㅡSupongo que antes de que lloraras debió lucir como un cuadro digno del museo de Louvreㅡse burló y logró hacerte poner una mueca muy parecida a una sonrisa.

ㅡObviamente, el mismo Leonardo Da Vinci seguramente volvería a morir al ver que mi arremedo de árbol roba la atención de su horrenda Mona Lisaㅡsoltaste una risa casi inaudible y volviste a adoptar aquella postura tan rígida producto de tu nerviosismo.

ㅡNo quisiera regresar a esa casa hasta asegurarme de que te encuentres bien pero me temo que me encuentro completamente empapado y podría resfriarme. Enseguida vuelvoㅡel chico se puso de pie y se alejó mientras se quitaba la delgada chamarra y se quedaba en una playera negra que se le adhería al cuerpo. Y pensar que tú habías estado acuñada justo sobre eso que cubría la playera.

Soltaste un suspiro y tomaste la libreta para ponerte a dibujar el dichoso ciprés. 

Comenzaste trazando el árbol con los lápices hasta que estuvo listo para ser pintado, tomaste los lápices de colores y sobrepusiste un verde sobre otro, algunos tonos de amarillo y uno que otro de café, todo para tener una base de cómo querías que quedara.

Al fin tomaste el óleo y comenzaste a pintar con el pincel, dejabas puntos, hacías suaves movimientos mientras el color iba iluminando lo que parecían unos trazos sin chiste.

El ciprés al fin cobró vida sobre la hoja de papel que tenías frente a tu vista. Era un buen trabajo, quizá no tan digno del Louvre, pero si de ser puesto en exhibición frente a la puerta del refrigerador.

Sonreíste al imaginar tu pintura ahí sostenida por un imán con la figurita de la sandía o la naranja que tu abuela tenía en el refri.

ㅡ¡______!ㅡte gritó Park Bo Gum asomando la cabeza por la ventana de su habitación, la cual daba curiosamente hacia donde tú estabas sentadaㅡ, deberías sonreír más seguido, te ves maravillosa.

Por primera vez aquel cumplido de su parte te provocó una sonrisa auténtica libre de nerviosismo y llena de vida.

Pronto volverías a ser la vieja tú, la que era extrovertida y se divertía con propios y extraños. Sentías que eso era más posible ahora que tenías tiempo solamente para ti. Y claro, había alguien que se preocupaba por tu bienestar, aunque fuese a su manera.

**********
Ya vamos avanzando más y más, espero que estén disfrutando de esta historia y que se enamoren más de este actor  🤭😍

Debo agradecer sus lecturas y su apoyo a esta historia porque a fin de cuentas está hecha para ustedes.

GRACIAS! por sus lecturas, votos y comentarios..

Una vez en la vida (Park Bo Gum y tu) terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora