Estos días he estado mal, vómitos, mareos repentinos y el ultimo fiebre esta último en gran cantidad ya que me tuvieron que internar por más de una semana algo raro siendo un dios.
Pero ya un poco recuperada fui invitada a un hospital famoso de la ciudad de Nueva York el cual está especializado en mi área de traumatología lo cual es conveniente ya que deseo volverme un profesor y jefe de equipo rápido.
Llegamos en la tarde y nos recibe un señor llamado Stephen Stwons el cual está especializado en mi área, yo viaje con unos colaboradores de mi área y entre todos soy la más joven por así decirlo ya que parezco de 25 años.
Aparte de que ya he leído todos los libros de medicinas que los mortales han escrito, algo fácil para mi estado ahora, me contacté con Ethan mi mayordomo para quitarle la maldición de amor que lo hace seguirme sin reclamar y lo envié lejos de regreso a su hogar ya que cumplió haciendo que algunos humanos crean en mí y mis fuerzas se están recuperando.
Aunque hay algo en mi mente que todavía no está clara del todo, ya creo poder vivir sin pensar en caer de regreso a sus brazos, aunque saber que se casara es un golpe fuerte. Pero él no es el dios que yo llegue a querer.
Ya me alejé de toda la posibilidad de que el me vuelva a querer, total ahora es un mortal y eso está prohibido para nosotros, como superiores y perfectos ante todo y por él nunca me quedare aquí algún día podre regresar a casa o al morir iré directo al Thuat, algo incierto para mí.
Que dicha se volvió mi vida y tan vacía, ahora me volví mas fría que antes, me acomodo en uno de los residenciales de estudiantes que me tocará compartir con unos jóvenes doctores lo cual se verá raro ya que soy mujer por así decirlo.
Tomo la única habitación que no era compartida para poder estar tranquila y sola, ante todo, toda la tarde me la pase creando mis plantas e inmuebles naturales como en la otra casa, algo tan hermoso como mi palacio y recuerdos de infantes que siempre conservare en mi interior.
Una vez termine me coloco unos leggis rojos y una polera negra con mis tenis a juego, salgo a correr un rato mientras veo como las personas caminan sin notar a la otra, choco con un hombre maduro y grandes ojos verdes y perfecta nariz.
- Disculpa, no me he fijado en que venias corriendo –se disculpa y me quedo atónica porque él es perfecto parecido a alguien que alguna vez conocí, pero no sé a quién.
- ¿Te he conocido? –pregunto y este niega con su cabeza.
- Mi nombre es Gabriel Thompson soy un maestro de literatura en la universidad del condado –me dice y me asombro porque es joven como.
- Lo lamento fue un error mío, te confundí con un conocido- digo apenada para seguir mi camino.
- No me molesta que una belleza como tú de vez en cuando se confunda –se despide y me quedo con un amargo sabor en la boca.
Corro hasta un café para poder pedir una taza de chocolate caliente ya que me estoy helando por así decirlo y veo a la esposa de Abimael porque ese nunca será mi Amun-Ra, la cual está acompañada del hermano mayor de este el cual si no mal recuerdo se llama Ismael.
Algo raro se esconde aquí, pero como no tengo nada que ver con ellos hago de la vista gorda para no meterme en problemas que nunca me convinieron. Regreso a mi dormitorio para darme una gran ducha con agua caliente, una vez lista me acuesto a dormir y a la mañana siguiente amanezco como si me hubieran atropellado no con un carro si no con una gran patana.
Tomo algo de medicina para la tos ya que me está dando mal, aunque hace rato estoy experimentando cosas que nunca supe que era como el dolor de cabeza, ansiedad entre otras cosas. Me siento bien y especial por así decirlo.
Cuando llego voy hasta el área de emergencias para buscar mis carpetas de trabajo y conocer al jefe de área de este hospital, veo como un grupo de residentes le cae detrás a un hombre grande y fornido parecido a él. Deseo acercarme para cerciorarme de que no sea él.
Llegan muchas personas las cuales requieren vacunas simples y me ponen a ayudar a las enfermeras, en eso me hago amiga de una peculiar doctora del área de pediatría llamada Sandra Bolton.
Duro más de 35 horas sin dormir ya que hubo un accidente y tuve que operar de emergencia, primera operación que me dejaron realizar ya que no tenían personal de mi área, ame ser de mucha ayuda, pero una vez que salgo del quirófano voy directo a las duchas para quitarme ese olor a medicamento, una vez totalmente limpia voy al área de descanso para poder dormir al menos unas dos horas.
Caigo de una vez en brazos de Morfeo la cual es una expresión mortal que no aquerido salir de mí, por así decirlo, me levanto estirando mi cuerpo y me sorprendo al ver un bulto a mi lado, trato de despertarlo hasta que me molesto y levantándolo con mi mente lo arrojo hasta la puerta. Veo cómo se levanta molesto y al verlo me arrepiento.
-Mierda Bastet te matare –susurra acariciando mi cabeza.
- Lo siento – murmuro mientras bajan gruesas lágrimas de mis ojos. Estoy tan sensible como si estar con los mortales me afectara.
- Era mentira, nunca le haría daño a mi esposa –dice mientras agarra mi cintura para besar mis labios- te extrañe, ¿Por qué tardaste tanto en venir? –me pregunta una vez nos separamos.
- Tenía miedo, te cásate con una mortal y ya no te puedo reclamar como mío –le reprocho tratando de alejarlo de mí, pero este niega con su cabeza.
-Nunca me casaría con una mujer que nunca llegaría a amar, no como lo hice contigo- me dice, algo que me hace gracias.
- Esto parece un sueño y la verdad no me gustaría despertar del mismo – murmuro más para mí que para él.
- Es real, te amo –me afirma en si –muéstrame tu maldición Bastet, deseo ver en qué te volvieron –agrega antes de alejarse un poco de mí.
Me desvisto poco a poco con algo de pena mientras mi cuerpo se va llenando de feas marcas y mis huesos se quiebran uno por uno, siento tanto dolor como cada vez que él dijo mi nombre, pero una peor que la otra, se acerca para callar mis gritos mientras nos trasporta a un campo abierto en cualquier parte del mundo.
-Por favor continua mi amor- me susurraba al oído mientras me terminaba de quebrar a mí misma.
- ¡Ahhh! Duele –grito, pero este solo desea que continúe, una vez totalmente desnuda me cubro el rostro para que no vea en que me convertí.
Siento como algo me toca el pelo apartándolo de mi cara, él se acerca para besar mis labios.
- ¿No te produzco asco? –le pregunto mientras lloro.
- Nunca lo harías- murmura antes de devorar mis labios para después ir bajando sus manos hasta mis glúteos.
Me recuesta de la fría grama mientras penetra mi cuerpo y no me atrevo a mirarlo porque siento que le repudio y hace esto porque desea tener el recuerdo de mi cuerpo.
-Abre tus ojos Bastet, mira cómo te amo –murmura mientras devora mi cuello.
Hago lo que pide y veo que él me observa como esa vez que dejo que le arrancara el corazón, un puro amor; por algo es el ser más perfecto de todos. Una vez llegamos al supuesto placer divino me quedo durmiendo en su pecho mientras escucho el latir de su corazón.
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Dioses De Egipto (saga Faraón) II
Historical FictionMi padre maldijo solo porque ya no quise cumplir con los consigno que él me había mandado. Mi madre la gran Isis nunca dijo nada dejando que Osiris decidiera mi destino. Tanto le odie que al final cambie el curso del antiguo Egipto, solo por cumplir...